La hasta ahora vicepresidenta de AEDde Bizkaia, ha asumido el cargo de presidenta de la asociación hasta el fin de la legislatura (año y medio) en sustitución de Carolina Pérez Toledo, que ha ocupado este cargo durante seis años y que deja el puesto tras ser elegida el pasado 12 mayo máxima responsable de la patronal Cebek.

Isabel conoce muy bien AED, asociación a la que pertenece desde 2001 y donde desde 2007 ha ocupado el cargo de vicepresidenta. Ha sido la responsable de proyectos y del Observatorio AED, que realizó el primer informe sobre la realidad de las mujeres empresarias buscando conocer y analizar la situación de las mujeres en el liderazgo empresarial en Bizkaia con el objetivo de impulsar el número de directivas en los órganos de decisión.

Su trayectoria profesional es dilatada. Bióloga y Máster en Gestión de Empresas MBA por la UPV/EHU; Máster en Gestión Ambiental aplicada a la empresa y Máster en Bromatología y Nutrición por la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense; ha cursado el Programa de Consejeras ESADE, impulsado por AED. Desde septiembre de 2020 es presidenta del Bilbao Basket, cargo que ahora compaginará con la presidencia de AED.

¿Supongo que contenta y relajada con la permanencia del Bilbao Basket en la Liga ACB?

—Muy contenta, pero relajada en este sector nunca. Ha sido una temporada dura en todos los sentidos. Por las decisiones que hemos tenido que adoptar, el covid, los malos resultados..., nos veíamos abajo. Finalmente esto ha sido como ganar la Champions, mantener hasta el último minuto el pulso para generar afición.

Usted es la única presidenta de un club de baloncesto profesional. ¿Esta soledad

—En el deporte profesional la presencia directiva de mujeres es muy pobre. Ha habido otra presidenta, la del Gipuzkoa, que estuvo hace tres temporadas. Pero ahora soy la única de ACB. Es un sector muy masculinizado. Hay que cambiar el chip de la cabeza y social, para entender que la presencia de la mujer en los consejos de administración abre otro abanico de posibilidades que beneficia a las empresas.

Lo mismo que en el deporte profesional podría decirse en otras áreas, por ejemplo, la construcción, las empresas tecnológicas...

—O en el mundo de la economía, donde existen demasiadas diferencias en cuanto a la presencia de la mujer en los puestos de decisión. Es un problema generacional; incluso las madres prefieren que su hija vaya con una bata blanca que con un buzo azul. Y si nosotras no empujamos y ayudamos siendo referentes en la diversidad, la situación seguirá igual. Los convenios del sector industrial son mejores que los del sector servicios, donde hay más mujeres. De ahí la brecha salarial; cobramos menos porque estamos en sectores más feminizados.

¿Lo estamos asumiendo?

—Por ejemplo, en el sector químico, donde hay más varones, tienen un’ plus de peligrosidad por el uso de productos perjudiciales para la salud. En el sector limpieza también usan esos productos, pero no lo tienen porque no lo estamos sabiendo pelear, lo hemos asumido.

Ya, pero en los consejos de administración siguen dominando los hombres. ¿Por eso, AED organizó un curso para mujeres directivas?

—Fue un curso para visibilizar a las mujeres directivas. Y que la sociedad en general sepa que hay mujeres que quieren y pueden estar en los consejos. Habrá una plataforma donde se visibilice a estas mujeres que están tremendamente preparadas. Las empresas podrán recurrir a ellas si las necesitan. En Euskadi existe un mayor porcentaje de industrias que en el resto de las autonomías y este sector todavía es muy masculino. Las nuevas generaciones empujarán desde abajo en línea ascendente hacia los puestos de poder y liderazgo. Así empezarán a subir las mujeres.

Pero siguen existiendo los círculos masculinizados de confianza e influencia de quienes dirigen.

—Sí. Muchos puestos de responsabilidad se siguen nombrando en esos círculos de influencia de los que mandan, de los amigos. La mujer hasta hace poco terminaba su jornada laboral y no iba de copas, que es donde en demasiadas ocasiones se deciden los nombramientos. Este modelo de hacer negocios o de compadreo ahora está cambiando, pero aún persiste. Lo cierto es que el poder económico todavía sigue estando en manos de los hombres y de los círculos de confianza, que son una pandemia.

Hay razones que dificultan la paridad o un cierto equilibrio, ¿sobre cuáles se debe incidir más: conciliación, horarios, maternidad...?

—La brecha laboral se produce en el momento de la maternidad. Es entonces cuando empezamos a quedarnos atrás en el mundo laboral. La solución pasa porque existan muchas ayudas desde la administración para el cuidado de los menores y más apoyo a la maternidad. Hay estudios que así lo corroboran. Además, que haya recambio generacional es clave para el país. De aquí a diez años se van a jubilar cerca de 500.000 vascos y vascas. Euskadi es uno de los lugares de Europa con una natalidad más baja; ya vivimos en una sociedad envejecida.

Pero muchas mujeres optan antes por su carrera profesional que por su maternidad. ¿Lo ideal sería que no tuvieran que elegir?

—Sí. Además, la reducción de jornada, que se ha vendido como un triunfo para las mujeres, nos está haciendo un flaco favor. Solo, o casi, son ellas las que se acogen a esta reducción para conciliar. Entre los hombres sigue estando mal visto. Aunque muchos digan que sí, todavía no han dado un paso adelante; no están acostumbrados a darlo.

Comparándonos con el resto del Estado y con Europa. ¿Cuál sería el modelo a seguir en el ámbito de la paridad entre mujeres y hombres? ¿O tal vez mejor mirar a Nueva Zelanda, a EE.UU....?

—No existe un modelo perfecto que haya dado con la clave de todo. Siempre hablamos de los países nórdicos donde están más avanzados, pero es porque sus impuestos son más altos y los invierten en temas sociales. Tener un hijo/a en Estocolmo te sale mejor que aquí, porque tienen el comedor, la guardería, el dentista.. gratis. Allí es barato. Aquí es todo lo contrario, y a partir de los 18 años viene lo peor; tener un hijo resulta carísimo. No entiendo cómo con un único sueldo mis padres nos dieron estudios a los seis hermanos .

Mujeres empresarias y directivas. ¿Qué plus aportan las mujeres en la empresa?

—En general, la mujer es más conciliadora; aunque no me gusta sentar cátedra, creo que es más capaz de escuchar y consensuar. Las decisiones son más participativas e implican a más gente, y así, la idea o el resultado final es mejor porque sienten que han participado en la decisión. Esto es muy importante.

Como nueva presidenta de AED, ¿qué metas se fija?

—Queremos seguir siendo una muestra representativa de lo que es el sector económico en Bizkaia, aunque entre nuestras asociadas el 70% sean empresas del comercio y hostelería. Vamos a seguir apostando por la consecución de las líneas estratégicas marcadas hasta el fin de esta legislatura, como impulsar la presencia de las mujeres en los consejos de administración y órganos de dirección de las empresas (a través del programa LIDERA) y transferir el conocimiento y experiencia a la juventud, para impulsar las empresas y la sociedad a través del programa, localizando a mujeres potentes, que hay muchas, para visibilizarlas y que salgan adelante. Los objetivos de hace 25 años no son los de ahora; vamos avanzando en pasos. Lo que no puede ser es que yo, por ejemplo, esté asumiendo dos presidencias. Es preciso el relevo generacional y nuevas ideas.

¿Cree que la pandemia es el fin de un algo y el comienzo de otro algo? ¿O es un hilo conductor sin solución de continuidad?

—Ni el principio ni el fin. Es un ejemplo de lo que nos puede seguir pasando. En la parte humana lo que nos ha hecho esto es sufrir, reflexionar y reinventarnos. A lo largo de la vida ha habido cantidad de piedras en el camino. La crisis del 2008 fue tremenda. Todo esto nos ayuda a pensar y a tener una actitud positiva ante la vida y el trabajo.

Entonces, ¿es optimista?

—Es mucho mejor trabajar con optimismo, porque ves la vida de otra manera. No queda más remedio que tener una actitud positiva y ver el lado bueno del trabajo, porque si no es un aburrimiento insoportable.

Siempre se ha hablado de la iniciativa vasca de jóvenes por la industria, ¿esta impronta se mantiene o habría que potenciarla, ya que todos no podemos ser funcionarios o empleados de multinacionales?

—Lo que hay que transmitir es que el ser empresario/a es muy duro. Mucha gente se piensa que hacerte empresario es sinónimo de horario libre. Todo lo contrario, es trabajar las 24 horas del día. El espíritu emprendedor hay que trabajarlo. Hemos sacado pecho de que somos un pueblo emprendedor y lo dudo. Emprendedores fueron nuestros abuelos. Ahora la gente joven, una vez visto cómo han sufrido sus abuelos y sus padres, lo que quieren es trabajar en una multinacional o ser funcionarios.

¿Qué demandaría a la Administración para que la juventud con espíritu emprendedor se lanzara?

—Que les facilitara todas las tareas burocráticas y les asesorara. Tienen que dejar el corazón de lado y poner cabeza en el negocio, estudiar su viabilidad, no como en la crisis del 2008, cuando con las indemnizaciones muchos se lanzaron a abrir bares. Habría que poner cupos a la apertura de ciertos negocios para que luego no tengan que cerrar.

“El poder económico en manos de los hombres y los círculos de confianza siguen siendo una pandemia social”

“Todavía muchas madres prefieren que sus hijas vayan con una bata blanca que con un buzo azul”

“Las mujeres seguimos cobrando menos porque estamos en sectores totalmente feminizados”

“Estamos localizando a mujeres potentes, que hay muchas, para visibilizarlas y que salgan adelante”

“Aunque no me gusta sentar cátedra, creo que la mujer en la empresa es más conciliadora y escucha más”

“Los jóvenes que conocen la dureza de emprender lo que buscan es ser funcionarios o trabajar en una multinacional’