La economía vasca acusó el estallido de la pandemia del covid-19 más de lo calculado en un principio. Pasadas las peores semanas a nivel sanitario, es momento de echar la vista atrás y hacer un balance de daños. El descenso del PIB vasco en el primer trimestre fue del 3,2%, dos décimas más profundo de la anunciado en un primer momento por Eustat, lo que da cuenta de hasta qué punto se sintió el parón de la segunda mitad de marzo. Dos semanas sin actividad son suficientes para dejar atrás los niveles de crecimiento superiores al 2% del año pasado y para colocar a Euskadi en el umbral de la recesión.

Técnicamente es necesario encadenar dos trimestres consecutivos en números rojos para entrar oficialmente en recesión económica, un escenario que se da por hecho. Es más, lo ocurrido en el primer trimestre es solo el anticipo de lo que está por venir, a pesar de que a lo largo de mayo Euskadi ha ido recuperando poco a poco la normalidad. La previsión es que la actividad económica vasca cierre la primavera con un dato bastante más negativo que el tramo enero-marzo para terminar 2020 con una pérdida de músculo que podría rondar el 8%, según algunas estimaciones.

En un contexto general desolador, Euskadi puede agarrarse al hecho de que sus números presentan una línea muy similar a la media de Europa y son algo menos malos que los registrados por la economía española. En concreto, la caída del primer trimestre coincide con la registrada por la zona euro, aunque es seis décimas más grave que la media del conjunto de la Unión Europea. La economía española, por su parte, una de las más castigadas por las medidas para hacer frente a alarma sanitaria, retrocedió un 4,1%, casi un punto más que Euskadi.

Como en todas las crisis, a la hora de proyectar una recuperación es importante comprobar hasta dónde ha llegado el deterioro del tejido productivo. Esa clave llegará de la mano del dato del segundo trimestre que se conocerá en pleno verano y que volverá a estar muy condicionado por las restricciones en pilares a nivel de servicios como la hostelería y el comercio, que han pasado abril y buena parte de mayo completamente en blanco. En cuanto a la industria, el corazón de la economía vasca recobró un cierto pulso a comienzos de mayo, pero la situación dista mucho del escenario previo al coronavirus.

A partir del ecuador del año se podrá anticipar mejor una previsión para 2020. Lo que parece claro a estas alturas es que la bajada final de la economía va a ser bastante más pronunciada que la adelantada a comienzos de abril por el Gobierno vasco. Si entonces el departamento de Hacienda y Economía estimaba una caída del PIB del 3,6%, ya hay estudios que doblan esta previsión, caso por ejemplo del BBVA Research, que espera un descenso superior al 7%.

Por ahora, el único dato cerrado es el del primer trimestre, que presenta caídas en todos los sectores. Solo las actividades primarias, por su conexión con la alimentación, y ciertas ramas de servicios como la sanidad, la educación o los cuidados presentan repuntes de actividad. En el caso de agricultura, ganadería y pesca, la actividad crece el doble que en el primer trimestre de 2019.

tirón de la administración A nivel de servicios, el tirón de la administración se nota, en especial en actividades directamente ligadas a la contención de la pandemia. El sector terciario suaviza gracias a ello su caída hasta el 2,8%, mientras empujan hacia el otro lado la hostelería, el comercio y el transporte, sin duda las áreas más perjudicadas.

En cuanto a la industria y la construcción, el parón de la segunda mitad de marzo hace mella y tiñe de rojo todo el trimestre. En el caso de la obra pública la actividad se ha ido retomando poco a poco, mientras que sigue siendo una incógnita cómo va a afectar esta crisis al mercado inmobiliario. Para la industria vasca, cerrada la puerta de la exportación ante la delicada situación que viven también los principales socios comerciales, serán decisivos los planes de estímulos públicos para reactivar el consumo interno.

El desplome del gasto de los hogares, casi el 5%, es una de las claves que explican el retroceso económico en el primer trimestre. Por contra, el gasto de las administraciones públicas crece en ese periodo un 4% dentro de esa serie de medidas para hacer frente a la pandemia. La demanda interna baja de forma similar al conjunto del PIB mientras que las exportaciones lo hacen más del 7%, según Eustat.

En cuanto al empleo, el Instituto Vasco de Estadística ya avanzó una bajada de la ocupación en el trimestre de 3.500 personas, muy edulcorada por el efecto positivo del tramo anterior a la pandemia. Esta encuesta fija la pérdida de empleo, medido en puestos a tiempo completo, en el 2,8%, lo que supone mejorar ligeramente el cálculo anterior, aunque se mantienen los números negativos en todos los grandes sectores.