La rueda de los salarios empezó a moverse a finales de 2016 y sigue girando. Lo hace algo más despacio que en 2018, pero el impulso continúa por tercer año consecutivo reflejando con cierto retraso la última fase de bonanza económica. En Euskadi la nómina media, incluidos atrasos y horas y pagas extra, queda en el umbral de los 2.300 euros con una subida de 20 euros en el último año, algo menos del 1%. En cambio el coste total por trabajador crece de forma bastante más holgada, algo más de 40 euros, por el empuje de las cotizaciones a la Seguridad Social tras los cambios impulsados por el Gobierno de Pedro Sánchez.Las últimas reformas legales en materia laboral ayudan a sostener los costes pero no son el motor principal. Hay que recordar que la subida del sueldo mínimo a 900 euros, por ejemplo, afecta directamente a una parte pequeña de los trabajadores vascos. Algo similar ocurre con el destope de las bases máximas de cotización, que aporta unos ingresos extra al sistema a través de los salarios más altos. El repunte de los costes laborales está ligado a una subida real de los sueldos a través de la negociación colectiva, en especial en actividades de servicios y en construcción.

Hay un dato que abunda en esa línea. Frente al pobre incremento registrado por el salario total, con todos su complementos, en Euskadi el sueldo medio magro (sin contar horas extra, atrasos ni horas extraordinarias) anota una subida bastante más sólida, de 35 euros hasta los 2.025 euros mensuales. Ocurre así lo contrario a lo que pasó en 2018. Mientras el año pasado fueron precisamente los complementos y la recuperación de atrasos los que dieron aire a las nóminas, resultado de la actualización de un puñado de convenios importantes, en este caso se produce una subida más real dentro del proceso natural de reparto del beneficio producido en un escenario económico favorable.

En paralelo, el volumen de trabajadores con su convenio renovado alcanza cotas inéditas en los últimos años. Es otra arista del mismo poliedro. El acelerón de la negociación colectiva sectorial en 2018, al que se suman varios acuerdos de peso este año como el Metal de Bizkaia o la enseñanza concertada, incide de forma directa en el ascenso salarial.

Eso sí, el ciclo económico positivo ha tardado en trasladarse a los bolsillos de los trabajadores, un desfase temporal que puede pasar factura cuando todos los indicadores alertan de un 2020 marcado por la inestabilidad. La parte positiva es que el plazo plurianual de los nuevos convenios asegura subidas crecientes los próximos años. Así ocurre en el acuerdo de la industria vizcaina, que recoge mejoras del IPC más el 1,5% tanto el año que viene como en 2021.

La industria, a la baja

Precisamente el sector industrial vasco deja los números negativos de la encuesta salarial del tercer trimestre publicada ayer por el INE. En Euskadi un metalúrgico gana de media 2.740 euros (salario total), lo que supone 40 euros menos que en el tercer trimestre de 2018. Aun así, el sector conserva un margen positivo de más de 500 euros en relación a los servicios y la construcción.

En el caso del sector terciario, que ocupa a la mayor parte de los asalariados vascos, el sueldo medio se recupera con un repunte de 35 euros en un año. En este caso sí ha podido tener cierta incidencia la subida del salario mínimo al agrupar este sector a las actividades y trabajadores más precarios. La subida más significativa la marca la construcción, que mejora su media en 60 euros hasta 2.221 euros. De nuevo hay que señalar aquí el papel de la negociación colectiva ya que en el inicio de 2018 se firmó el convenio de la construcción de Bizkaia, con subidas superiores al IPC hasta 2020, mientras que en Araba se alcanzó un acuerdo en 2017 pero con extensión también hasta el año que viene.

Al margen de los salarios destaca el aumento de las cotizaciones sociales obligatorias a lo largo de este año, que pasan a suponer 756 euros al mes por cada trabajador vasco.