BILBAO - La economía vasca sigue avanzando hacia un nuevo récord de afiliados a la Seguridad Social a pesar de que el pasado mes de agosto fue muy malo para el mercado laboral y del obstáculo de la desaceleración del PIB. La cifra máxima de cotizantes se alcanzó en Euskadi en julio de 2008, justo en el momento en el que la crisis iniciada en Estados Unidos tocó puerto en Europa.

En aquellos momentos la CAV avanzaba hacia la cifra redonda del millón de cotizantes, pero la cuenta se frenó en seco en los 982.935 trabajadores. Tras el tradicional desplome del empleo de agosto -el de este año ha sido especialmente negativo- y la recuperación que se produce habitualmente tras el fin del verano con la operación retorno de actividades como la educación o la industria, la afiliación entró en una dinámica negativa que se prolongó durante casi cinco años. En agosto de 2013 se tocó suelo y en el camino se perdieron casi 117.500 empleos.

La dinámica cambió a partir de entonces y la CAV se ha acercado gradualmente a los números anteriores de la crisis. El pico máximo del nuevo ciclo se alcanzó en junio de este año, cuando la economía vasca registró 973.418 afiliados, a apenas 9.517 cotizantes del récord.

La finalización en julio de numerosos contratos en la enseñanza y el inevitable desplome en agosto del empleo en la industria o la hostelería una vez cerrada la campaña turística se han llevado por delante casi 13.000 puestos de trabajo. Sin embargo, el pasado mes de agosto ha sido el de mayor número de cotizantes desde el de 2008.

De modo que Euskadi sigue estando a poca distancia del récord una vez descontados los efectos negativos del periodo estival. Si se compara con agosto de 2008, el mercado laboral vasco sigue a una distancia aceptable de las cifras previas a la crisis, en concreto a 11.088 cotizantes. Teniendo en cuenta que entre septiembre y diciembre del año pasado se generaron casi 16.000 puestos de trabajo en la CAV, no se puede descartar que el año se cierre muy cerca del récord, que está a algo más de 25.700 empleos.

incertidumbre Todo dependerá de cómo evolucionen las variables que en estos momentos están lastrando la actividad económica. La guerra comercial entre Estados Unidos y China -ambos países se volverán a reunir a principios de octubre-, el Brexit -que ha entrado en otra etapa tras tumbar Westminster los planes más agresivos del Boris Johnson- y la desaceleración de la economía europea son, básicamente, las cuestiones que están embarrando el terreno en el que se mueven las empresas vascas.

También habrá que estar atentos a las decisiones que tome el Banco Central Europeo, que previsiblemente este próximo jueves concretará el paquete de medidas con el que pretende reactivar la economía de la eurozona. El PIB del euro ha crecido un 0,2% en el segundo trimestre del año, un ritmo insuficiente que contrasta con el de Euskadi (2,3%), y el equipo de Mario Draghi ha diseñado un plan para mejorar el pulso del paciente antes de que la ralentización se convierta en recesión y las molestias actuales dejen paso a una enfermedad en toda regla.

Será la traca final del italiano como presidente del BCE, ya que en noviembre cederá la batuta a Christine Lagarde. De modo que todo apunta a que Draghi volverá a poner en marcha toda la artillería -compra de deuda, congelación de los tipos de interés oficiales y rebajas en las tasas de préstamo interbancarios- para evitar una crisis.

Las empresas vascas confían en que las cuestiones que despiertan incertidumbre se vayan resolviendo o al menos no vayan a más y esperan que las medidas que adopte el BCE surtan efecto. Si el clima no empeora o mejora, las compañías mantendrán los ritmos actuales de crecimiento y seguirán generando empleo los próximos meses. Los analistas no esperan que la situación cambie, ni para bien ni para mala, en exceso, y las previsiones para el próximo año siguen siendo positivas.

En ese caso, si no es en este curso, será en el próximo, pero Euskadi lograría en breve un nuevo récord de afiliación a la Seguridad Social. Ya lo ha conseguido Gipuzkoa, que además de tener una economía muy volcada hacia la industria, también es la que tradicionalmente aprovecha mejor las oportunidades laborales de las campañas turísticas.

Gracias a ello, la economía guipuzcoana logró en julio su máximo de cotizantes con casi 328.000, 2.514 más que antes de la crisis. Tras la caída de agosto, la afiliación ha bajado hasta los 323.928 empleados en Gipuzkoa, un 0,5% menos que el récord de 2008. Araba es la que más lejos está (-4%) de su máximo y en agosto tenía unos 155.300 afiliados. Por su parte, a Bizkaia le queda un estirón del 3,6% para superar su récord y tendría que generar 17.751 contratos de aquí a final de año para marcar un nuevo registro.