son muchos los jóvenes vascos que han tenido que marcharse al extranjero para trabajar. La crisis desató una fuga de talento en toda regla que, con cuentagotas, empieza a revertirse. Cómo recuperar a todos esos jóvenes altamente cualificados preocupa también en el ámbito institucional, y el propio Gobierno vasco ha puesto en marcha a través de Lanbide un programa de ayudas para facilitar el retorno. Asier Gómez, Julen Yuguero y María Genua se han incorporado recientemente a empresas vascas tras verse obligados a hacer la maleta hace unos años en busca de una oportunidad.

Según una encuesta publicada en 2017 por el Observatorio Vasco de la Juventud, un tercio de los jóvenes de Euskadi han viajado a otro país para realizar prácticas, investigaciones o estudiar. Ikuspegi, el Observatorio Vasco de la Inmigración, calcula que 4.000 jóvenes dejan la CAV cada año, la mayoría de origen extranjero. Unas cifras que esconden una problemática social de calado a pesar de que en ocasiones se haya intentado edulcorar -en 2012 una diputada del PP justificó la emigración masiva por el “espíritu aventurero” de la juventud-. El problema tiene una vertiente económica ya que las propias patronales se quejan de forma recurrente de la falta de trabajadores preparados.

Ahora que la actividad empresarial despega es momento de recuperar ese talento que en su día se marchó. Lanbide ha puesto en marcha para ello un programa de ayudas, con resultados todavía modestos, que pretende estimular que las empresas que vayan a incrementar la plantilla puedan hacerlo a través de un joven que trabaja en el extranjero.

Ese era el caso de La Trastienda Digital, empresa dedicada al comercio electrónico conocida sobre todo por diseñar los dispositivos de la marca Prixton. Hace tres meses, su director, Luis González, buscaba una persona con inglés e italiano para liderar el proyecto de expansión internacional. Entonces apareció Asier, que trabajaba en Miami. El joven vizcaino había llegado a Estados Unidos después de estudiar en la facultad de economía de la UPV/EHU en Sarriko y hacer un máster en una escuela de negocios. “Su nivel de inglés era indiscutible, claro. Su posición era muy ventajosa”, explica en su oficina de Zamudio Luis González, que se puso en contacto con Lanbide para formalizar la contratación.

Después de dos años en EE.UU., Asier Gómez regresó a Euskadi hace tres meses. “Siempre es bueno tener oportunidades aquí. Me enteré de la oferta de trabajo un poco por casualidad. Vi en Linkedin que existía este programa y decidí informarme porque quería volver”, explica el joven.

La Trastienda Digital va camino de cumplir dos décadas de andadura. Fue uno los primeros operadores de comercio electrónico del Estado, proyecto que ha ido ampliando y expandiendo a Portugal, Italia, Francia, Alemania y Países Bajos. Cuenta con una veintena de trabajadores, todos ellos jóvenes muy cualificados.

¿Falta gente preparada en Euskadi? “Si faltara talento no estaríamos exportando talento fuera. La cuestión es que ahora que la situación económica mejora las primeras oportunidades deberían ser para esas personas que han tenido que salir fuera”, señala González, que dice estar “encantado” con el regreso a Euskadi de personas preparadas que han adquirido experiencia en el extranjero.

“En la web de Lanbide aparece cómo acceder a estos apoyos para retornar jóvenes. Cuando contactamos con Lanbide se volcaron para realizar los trámites dentro del plazo”, afirma el director de la firma vizcaina. “Para Asier es una oportunidad y para nosotros también. Al final se trata de que los intereses de las dos partes confluyan”, remata.

El galdakoztarra Julen Yuguero ha recorrido medio mundo con solo 25 años. Terminó sus estudios de periodismo y comunicación audiovisual, hizo un máster en Madrid, trabajó para la agencia Efe como corresponsal en India y de ahí viajó a Nueva York con una beca del Guggenheim. Incluso ha hecho prácticas en el Congreso de los Diputados en Madrid. Después de cuatro años fuera de casa ha regresado a Euskadi para trabajar en la consultora de marketing y comunicación De Facto, en Donostia.

“Mi idea era volver cuando surgiera una buena oportunidad, no quería seguir encadenando cosas temporales”, indica Yuguero, que por su edad y su nivel formativo reunía los requisitos para hacer la maleta de vuelta. “Justo surgió una oferta relacionada con la comunicación corporativa y me vine para aquí. Necesitaba algo más estable que me diera seguridad”, indica el joven por teléfono desde la capital guipuzcoana, donde reside entre semana. “Donostia está al lado de casa. Suelo ir a Galdakao muchos fines de semana”.

Un problema conocido

Acaba de cumplir su primer año en De Facto, y forma parte de ese pequeño sector de jóvenes que saben lo que es un contrato indefinido. “Tengo muchos amigos que se han tenido que ir fuera sin querer marcharse. Varios son ingenieros que han intentado por todos los medios trabajar en Euskadi y no han podido. Yo me fui porque quise, pero hay gente que se ha tenido que ir porque no le ha quedado más remedio”, subraya Yuguero. “Es importante que haya oportunidades para que la gente pueda volver con esa formación y esa experiencia que ganas en el extranjero”, reclama.

María Genua también siente que ha vuelto a casa aunque la A-8 separe su ciudad natal y su lugar de trabajo. Al contrario que Yuguero, Genua es donostiarra de nacimiento y vizcaina de adopción. Desde febrero trabaja en el centro tecnológico Gaiker de Zamudio.

“Ya tenía ganas de volver, la verdad. Sobre todo por la familia y los amigos. No me veía a largo plazo viviendo en Alemania”, dice esta investigadora de 32 años. Concretamente ha regresado desde Berlín, donde trabajó dos años. Antes realizó una tesis doctoral en la ciudad francesa de Grenoble. Como ella misma afirma, ha estado “danzando por el mundo” hasta que supo de la oferta de trabajo en Gaiker a través del programa Bizkaia Talent de la Diputación. Fue el propio centro tecnológico el que se puso en contacto con Lanbide para aprovechar las ayudas al retorno juvenil. “La idea es afincarme aquí definitivamente”, dice Genua.