BILBAO - Alex Bidetxea atiende a DEIA la misma semana en la que se ha confirmado que la construcción ha dado definitivamente esquinazo a las estrecheces de la recesión. El sector creció en 2018 con una intensidad que no se conocía desde hace casi veinte años y el presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Bizkaia, Ascobi, cree que hay motivos para el optimismo.

Aunque asumió la presidencia de Ascobi en 2018, lleva nueve años en la junta directiva de Ascobi, le han tocado años difíciles.

-Cuando empecé en la junta se atisbaba la crisis pero el sector estaba bien. Después hubo 5 o 6 años duros, muy duros, y se perdió la mitad del empleo de la construcción vizcaina. Se han quedado muchas empresas en el camino. Otras están muy tocadas. El que se ha quedado tiene cierta esperanza porque se ve un ligero crecimiento de la actividad.

¿Se empieza a ver algo de luz?

-La licitación pública ha crecido y, en Bizkaia, por algunos proyectos que son grandes, como la Supersur, ha subido en torno a un 48% la licitación. Las empresas vizcainas tienen más trabajo. Cuando las administraciones recaudan lo suficiente lanzan los proyectos y dos o tres años después hacen inversiones. Ahora toca.

¿Se puede hablar de bonanza en la licitación pública?

-No. Se ha pasado la época de crisis total en la que los recursos de las administraciones habían disminuido y redujeron la inversión. En los dos últimos años ha habido un aumento de la inversión, pero no es bonanza. El porcentaje de crecimiento es importante, pero es debido a que venimos de una época en la que se redujo casi el 80% de la licitación. No hemos llegado siquiera a los niveles de licitación de 2010 o 2011.

¿Hay proyectos nuevos?

-Hay proyectos que se paralizaron y ahora están saliendo. No son nuevos. Son proyectos que se congelaron, necesidades antiguas. La Supersur, la gran variante de Bizkaia, se quedó sin un trozo y ahora se está ejecutando. Si hablamos del subfluvial de la Ría, también es algo que se había tratado en el debate de la movilidad territorial. Imagino que algún día tocará el viaducto de Rekalde, la Variante Este, que está sin terminar... El Consorcio de Aguas tendrá que acabar el saneamiento de la red y URA tendrá que acometer los planes para la inundabilidad...

Son actuaciones de envergadura.

-Y a todo eso hay que añadir esa panoplia de pequeñas obras no significativas. De renovación de aceras, canalizaciones, edificios municipales, etc. Toda esa inversión que se ha postergado se está acometiendo cuando hay más recaudación. Eso hace que el sector sea optimista pensado que a corto/medio plazo se va a mantener o incrementar la actividad.

¿Está mejorando el precio de las licitaciones?

-Esperamos que haya una mejor calidad de esos proyectos que saca la administración. De las actuaciones que vienen de esos años de congelación, en algunas no se ha recalculado los precios. Hay proyectos en los que la hora de trabajo sale por debajo de lo establecido en convenio, algo que es ilegal. Igual hoy no encuentras hormigón, aluminio o aglomerados al precio que se estableció en su momento. No solo pedimos inversión pública, que llega con los ciclos económicos, sino que los proyectos que se congelaron tengan un precio justo, actualizado. Estamos trabajando más con la Administración, pero queremos trabajar mejor, con más rentabilidad.

¿Como colchón para reforzar a las empresas?

-A algunas compañías lo único que les queda de lo que tenían antes es la razón social, pero es otra empresa más débil, con un balance menos saneado, menos estructura, menos medios o menos capacidades. Es necesario que las obras se ejecuten con condiciones mínimas de rentabilidad, que las empresas de aquí puedan reforzarse para ir adquiriendo el músculo necesario para abordar cada vez obras más difíciles, con mayor complejidad técnica y afrontar los retos que va a haber en el territorio. Haríamos un pan con unas tortas si mañana vienen empresas alemanas a hacer puentes a Bizkaia. La cuestión es hacer puentes o túneles porque los necesita la sociedad vizcaina, pero ejecutados por empresas vascas, vizcainas, potentes que hagan que el retorno se quede en el territorio, que generen empleo en el territorio.

En estos momentos, la aportación al PIB del ‘ladrillo’ está compensando la ralentización de la industria.

-El sector de la construcción es un sector estratégico que está igual denostado por la mala prensa que tenemos no sé por qué. Pero la construcción genera riqueza y empleo en el entorno más próximo de manera rápida. La inversión pública puede generar retornos a la Administración del 50% si la obra la ejecutan empresas vascas con gente de aquí.

¿Están invirtiendo las empresas?

-Hay que tener músculo financiero para invertir en un negocio como este en el que las empresas llevan años sin beneficios, con una rentabilidad y unos balances debilitados. El reto del sector es lograr que el tejido empresarial de aquí adquiera la suficiente fortaleza para poder trabajar y dar respuesta a las exigencias que va a tener la clientela, las administraciones públicas, sobre todo. Los proyectos son cada vez más complejos tecnológicamente, requieren de inversiones, y las empresas deben reforzarse para afrontar todo eso. La industria invierte y también hace sus obras. Si tenemos un tejido debilitado, poco tecnológico, que no es capaz de acometer con garantías una obra de un inversor industrial vasco o de uno que pueda venir a Euskadi, estaríamos perdiendo fuelle. Una empresa constructora mueve mucho en la economía y su fortaleza es importante para todos.

En ocasiones se ha detectado la presencia de trabajadores extranjeros en la construcción.

-Se ha dado la circunstancia que en un determinado momento hubo mucha gente de fuera trabajando aquí, porque había trabajo, no lo había en otros lugares y las condiciones económicas para esa gente que venía de fuera, muchos portugueses, eran más ventajosas que en su lugar de origen. Pero en estos momentos hay muy pocos portugueses trabajando aquí, se han ido todos a Suiza.

¿A Suiza?

-Los márgenes son mayores allí. Han pasado de venir en furgoneta aquí a viajar en avión a Suiza. En cualquier caso, da lo mismo de dónde vengan los trabajadores si se cumple el convenio, porque si no están haciendo competencia desleal. Si las empresas contratan a esas personas con las condiciones del convenio, nosotros no podemos decir nada, no podemos vetarlos.

Hace unas semanas Ascobi advirtió de que tiene problemas para encontrar personal.

-Existe la paradoja de que cuando hay un crecimiento de la actividad, no tenemos personal cualificado para atenderla. Se han destruido 25.000 puestos de trabajo y las personas que los ocupaban no han vuelto. Se han ido la industria, al comercio o se ha montado una tienda o un bar. No han vuelto y era personal que estaba formado, que igual llevaba diez o doce años de especialización. Estamos hablando de fontaneros, carpinteros, colocadores de pladur, ferrallas... Esa gente no ha vuelto y alguien tiene que ocupar esa demanda, siempre y cuando cumpla el convenio.

¿Se respeta el convenio?

-Nosotros somos los primeros interesados en que se cumpla el convenio, porque las que no lo cumplen hacen competencia desleal a las empresas de Bizkaia, que son a las que defendemos. Si viene una empresa foránea con otras condiciones económicas inferiores y compite en una licitación va a tener ventaja. Somos los máximos valedores para evitar esas situaciones. Nos parece bien que los sindicatos vayan a obras para corregir situaciones. Que se investigue y que la Inspección de Trabajo actúe y sancione al que no cumple.

Más allá de la obra pública, ¿se están alcanzando cotas interesantes de construcción de vivienda?

-No, estamos en una tasa de producción en Bizkaia que supera ligeramente las dos viviendas nuevas por mil habitantes, una tasa de producción bajísima, apenas dos mil viviendas al año. Ahora que se ve que se reactiva el mercado de la venta de vivienda y que están subiendo las operaciones, porque ha habido una cierta normalización del tema financiero y la economía en general va mejor. La percepción es positiva y suben las ventas, pero básicamente por los pisos de segunda mano. En vivienda nueva hay las mismas operaciones que hace cuatro años en Bizkaia. Es imposible que se vendan 4.000 viviendas nuevas un año porque no las hay en el mercado.

¿Por qué?

-Por la escasa disponibilidad de suelo, por el coste del suelo, por la rigidez de la normativa que establece un alto porcentaje de reserva de VPO que al final hace que no se construya ni vivienda protegida ni libre.