DOS cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros o ir por el buen camino”. La reflexión de René Descartes, el padre del racionalismo y de la filosofía moderna, señala las dos vías que permiten a una empresa ser más competitiva que sus rivales en el mercado. La clave es llegar el primero -sacar el producto antes- o encontrar el mejor camino para llegar -lanzar un producto que nadie más tiene-.

Ese recorrido hacia el éxito es diferente para cada compañía y las consultorías son en muchos casos los faros que marcan el rumbo. Uno de los líderes mundiales de la asesoría, Pricewaterhouse Coopers (PwC), acaba de nombrar socios de la firma a dos bilbaínos de 37 y 35 años, los más jóvenes en entrar a ese exclusivo club en una marca que cumplirá el próximo año 170 años de historia.

Son Silvia Lacarra Caminero (Bilbao, 1983) y Juan Alcibar Castellanos (Bilbao, 1987), que, pese a su juventud, tienen “muchos kilómetros de rodaje” en PwC. Quince años después de entrar en la compañía y tras escalar hasta alcanzar el liderazgo en sus áreas de especialización en Euskadi y asumir responsabilidades en el conjunto del Estado, Lacarra y Alcibar han llegado rápido al que técnicamente es el “último escalón de su carrera”. Sin embargo, asumen ese paso como un “nuevo reto” en el que hay “mucho que conseguir”, explica Lacarra.

Son con seguridad los socios más jóvenes de la firma en el Estado y, aunque desconocen si alguien lo ha conseguido con menos años en el resto del mundo -tiene 236.000 empleados en todo el planeta-, están convencidos de que en cualquier caso tendrían una edad muy similar. Estos dos licenciados por la Universidad de Deusto afrontan su nuevo estatus con “ilusión”, pero también con “respeto” por la responsabilidad que supone. “Si te dan la oportunidad de ser parte del grupo de socios, es para que sumes”, detalla Alcibar, quien está especializado en M&A (fusiones y adquisiciones en sus siglas en inglés).

Es el máximo responsable de PwC en la zona norte en esa área. La demarcación incluye la CAV, Nafarroa, Cantabria y Asturias, pero la actividad está muy centrada en Euskadi. Lacarra es su homóloga en el campo de la consultoría estratégica y en numerosas ocasiones el trabajo de ambos es complementario. También es habitual buscar apoyos en otras oficinas de la compañía, tanto del resto del Estado como de otros países.

Experiencia industrial

“La conexión es total. A la hora de definir la estrategia, que es lo que hace Silvia, a veces se identifica que la empresa necesita crecer comprando otra compañía o fusionándose. Entonces entra mi equipo, pero una vez se ha realizado la operación hay que integrarlo de tal forma que genere el valor que se espera para el accionista. Entonces vuelve a entrar el departamento de estrategia”, explica Juan Alcibar.

“Además, en estos momentos hay mucho apetito inversor por parte de compañías extranjeras, estamos en un ciclo expansivo y las oportunidades de negocio están creciendo mucho, también para las empresas vascas fuera. De modo que trabajamos de forma muy sinérgica con las oficinas de Madrid y Barcelona, pero también con las de otros países”, agrega Silvia Lacarra.

A pesar de que la plantilla de Bilbao es más reducida, Euskadi tiene un peso específico muy importante en la compañía en el Estado por el perfil industrial de la economía vasca y en general por el dinamismo en las operaciones. “Eso nos ha permitido tener más responsabilidades a nivel estatal, el equipo trabaja tanto en Euskadi como en el resto del Estado. Es bueno para todos porque permite crecer al equipo”, destaca Alcibar.

Alcanzar el estatus de socio no modificará radicalmente el día a día de estos dos jóvenes vascos, cuya jornada laboral ya es intensa y que además viajan prácticamente todas las semanas. Su horario es “flexible, para lo malo, pero también para lo bueno”, explica Alcibar. “Sabemos que a veces tenemos que trabajar el sábado e incluso el domingo, pero si un día tienes que ir al médico a las tres de la tarde, no tienes por qué volver a la oficina”, subraya Lacarra.

Con todo, la conciliación laboral con la familia es más complicada para ellas. Juan tiene cuatro hijos, mientras que Silvia solo tiene una hija. “Es más difícil para nosotras. Ser madre es otra cosa, la propia baja maternal es un reto profesional”, explica. La clave para encontrar el equilibrio entre la carrera profesional y la vida familiar es el apoyo de la pareja, coinciden ambos.

También la comprensión de la compañía. “Nos exigen resultados y hay cierta presión, pero a cambio nos permiten cuadrar los horarios como mejor consideres y trabajar desde casa”, añade Lacarra.