Síguenos en redes sociales:

José Javier Arteche: "Sin la instalación de plantas en el exterior, el grupo Arteche llevaría años cerrado"

El presidente del Grupo Arteche, José Javier Arteche, reivindica un reconocimiento social para la figura del empresario en Euskadi y defiende la internacionalización porque "el mundo está globalizado". Gracias a la inversión exterior, la planta de Mungía ha crecido en empleo

José Javier Arteche: "Sin la instalación de plantas en el exterior, el grupo Arteche llevaría años cerrado"Foto: Oskar Martinez

Bilbao. El grupo Arteche ha protagonizado una de las noticias positivas de las últimas fechas en la industria vasca con la inauguración de un laboratorio de ultra-alta tensión, de los que apenas existen una decena en todo el mundo, y de ellos sólo uno en Europa. La nueva instalación capaz de probar transformadores eléctricos de alta tensión con corrientes que superan el millón de voltios está situada en la fábrica sita en la localidad vizcaina de Mungia, la sede del grupo.

¿Qué aporta esta nueva instalación al grupo Arteche?

Para una empresa como la nuestra, que es uno de los líderes mundiales en el segmento de transformadores eléctricos, era necesario estar ahí y, aunque tenemos otra instalación similar en China, aquí en Euskadi tenemos la base de nuestro desarrollo tecnológico. La verdad es que la ultra-alta tensión todavía no es un gran mercado pues, básicamente, sólo se utiliza en las redes eléctricas de países con grandes distancias como China, India, Rusia o Canadá, pero es una verdadera apuesta tecnológica de futuro. Aunque apenas genera más empleo directo sirve de laboratorio de pruebas tecnológico.

Ustedes mantienen una apuesta importante por desarrollar producto propio y ello implica invertir en I+D.

Queremos que Arteche, aquí en el País Vasco, sea el centro de valor añadido del grupo y la base del I+D. La empresa Arteche, ya desde los años setenta del siglo pasado, apostó por exportar y como el socio tecnológico que teníamos no nos permitía hacerlo directamente decidimos independizarnos tecnológicamente e invertir en el desarrollo de productos propios porque vimos que no podíamos vivir sólo del mercado español. De hecho, ahora incluso licenciamos algunos de nuestros productos, como los transformadores de media tensión, para que puedan ser fabricados en Rusia y Vietnam, aunque no ha funcionado bien. La inversión en I+D+i se concreta en que por ejemplo, el pasado año, destinamos hasta un 2,8% de nuestras ventas a este área y, pese a la crisis que obliga a ser muy cuidadosa con los recursos financieros, en líneas generales la tendencia en los últimos años ha sido creciente. El resultado es que un 40% de los productos que vendemos hoy no estaba en nuestro catálogo antes de iniciarse la crisis.

¿En qué áreas y mercados esperan crecer los próximos años?

Los transformadores son el 50% de nuestro negocio pero ahora estamos creciendo en temas como las smart grid, o redes inteligentes con relés, protecciones, sistemas de control, etc., la apuesta de futuro va por ahí, en calidad de la energía y en proyectos llave en mano para algunos segmentos concretos. Contamos con una notable experiencia en temas de logística en parques tecnológicos en Brasil. En cuanto a mercados, para nosotros los de Mercosur y México-Estados Unidos son preferentes. Pero no nos podemos permitir no estar en China, con mayor presencia que hoy, y en India.

Ustedes están presentes con fábricas en países de cuatro continentes distintos. ¿Qué supone esto para la planta de Mungia?

Mantener una empresa en Euskadi intensiva en mano de obra como es la nuestra con los costes laborales del sector industrial vasco implica convertir a Mungia en el centro de valor añadido del grupo aunque se colabore también con otras plantas como las de México donde hay un equipo técnico muy fuerte.

En algún sectores se teme que la internacionalización de las empresas vascas perjudica al empleo de las mismas en el País Vasco. ¿Esto es así?

No. Hay que decirlo claramente si el grupo Arteche no se hubiese internacionalizado, -y no hablo de exportaciones, sino de implantarse con fábricas en los mercados exteriores-, estaríamos cerrados hace años. Y todo el personal de Arteche aquí sabe perfectamente las estructuras de costes que tenemos en relación con otras plantas del grupo y la necesidad de contar con un mix competitivo. De hecho ahora hay más personas trabajando en el grupo Arteche en Euskadi que antes de empezar la crisis. Tenemos cerca de 800 personas aquí, sobre un total de 2.300 en el grupo, pero es que hace menos de una década había poco más de 450.

¿La internacionalización es tan importante para las empresas vascas como señalan los dirigentes?

No es una opción es una necesidad para la industria vasca. Para generar riqueza aquí y empleo de valor añadido hay que salir fuera e implantarse allí porque la globalización de la economía es irreversible.

¿La intención del grupo Arteche es seguir creciendo?

Sí, pero todo dependerá de los recursos financieros disponibles. Pensamos en un crecimiento orgánico pero no descartamos la adquisición de alguna empresa que aporte un valor añadido adicional.

¿A nivel de facturación como se presenta el presente ejercicio?

Esperamos mejorar ligeramente la cifra del pasado año que superó los 300 millones de euros porque aunque aquí la crisis tapa casi todo, el mundo está creciendo. Cada país tiene sus cosas porque la situación no está fácil en ningún sitio. El grupo Arteche factura en España sólo el 10% del total, aunque buena parte también está muy vinculado a la exportación porque nuestros grandes clientes, Iberdrola, Abengoa... instalan muchos equipos fuera. Hemos pasado una pequeña crisis en 2012 y el mercado español está muy parado pero vemos un 2013 mejor.

¿El Grupo Arteche sigue teniendo vocación de mantenerse como una empresa familiar?

Sí. En estos momentos la compañía está controlada accionarialmente por la familia y los directivos participan con un 10%. En este sentido hay que hacer una reflexión sobre la necesidad de articular medidas para facilitar la transición de las empresas familiares que son una parte fundamental del tejido productivo vasco. En concreto hay muchas pymes familiares cuyos empresarios, y más en casos como el de esta crisis, están agotados y que podrían traspasar las compañías a manos de los directivos que les rodean con unos mecanismos que facilitaran la transmisión de la propiedad para ayudar al relevo generacional. Este es un problema serio para las pequeñas empresas.

¿Cómo ve la situación de la industria en el País Vasco?

Euskadi tiene una serie de aspectos positivos y uno de ellos es que hay buenos gestores, buenos empresarios, buenos técnicos, y se sabe hacer bien las cosas. Además el empresariado vasco está muy arraigado al país, no nos deslocalizamos. El problema es que tenemos unos costes laborales altos para el contexto en que competimos. No es sólo el salario que se lleva un trabajador es que el coste total al que tiene que hacer frente la empresa puede aumentar hasta un 50% en relación al salario. Lo que está claro es que no nos podemos permitir en la industria vasca tener peones sin cualificación. En todo caso, en la actual coyuntura con las altas tasas de paro existentes, y mirando por el empleo hay que sentarse, dialogar y revisar nuestro modelo de costes y, seguramente, hacer un sacrificio. No se puede reindustrializar Euskadi con los niveles de costes que tenemos. Por ello pensamos que no es el momento para cambiar la fiscalidad.

La cara B de la internacionalización es la problemática que tienen las empresas, en especial las que no son grandes organizaciones, para gestionar la carrera profesional de los expatriados. ¿Hay cambios?

La situación ha cambiado mucho en los últimos años porque las nuevas generaciones entienden que el mercado es global y su puesto de trabajo puede estar en cualquier sitio. Ya se acabaron las prebendas de hace unos años en grandes empresas en las que la gente que se mandaba al exterior necesitaba una carrera profesional en la empresa, unas condiciones especiales, etc. Ahora tendrá una ayuda familiar para vivienda o cosas así pero su salario será el correspondiente a su trabajo en la empresa en la que trabaja. Hay menos reticencias en los jóvenes profesionales a salir fuera que antes pese a que seguimos teniendo un problema con el idioma, con el inglés, en concreto. Hay que recordar que si una empresa sale al exterior es con la intención de crecer y si se cumplen los objetivos y la compañía se expande hay oportunidades de desarrollo profesional para las personas que se trasladan fuera a trabajar.

Con las altas tasa de paro existentes, ¿cree que la sociedad empieza a interiorizar la importancia de las empresas y la necesidad de apoyar las vocaciones empresariales?

Hay que dejar de demonizar la figura del empresario. En el caso del empresario creo que hay que dignificar la figura social del mismo y reconocer su papel fundamental en la creación de riqueza. Las empresas son las organizaciones que aportan riqueza, que generan empleo y cuya actividad permite la recaudación de impuestos para sostener el gasto social. Por ello es preciso ayudar a crear unas condiciones que permitan el desarrollo empresarial en Euskadi porque este es un país pequeño en el que no tenemos grandes recursos naturales, ni petróleo, ni gas natural.

¿La financiación sigue siendo uno de los mayores problemas para las empresas?

Las empresas de un cierto tamaño con una evolución positiva de su actividad y con proyectos sanos de inversión creo que en este momento no tienen, en líneas generales, mayores problemas. Nosotros en Arteche, dentro de la complicada situación financiera actual en los mercados, no destacamos hoy especialmente este tema. Otra cosa es la problemática de la financiación para las pymes o para el comercio, mucho más complicada.

¿Le preocupa más la pérdida de centros de decisión a nivel empresarial en Euskadi?

Nos preocupan los cambios regulatorios en el sector bancario que pueden hacer que entidades financieras como Kutxabank, por ejemplo, se vean obligados a desprenderse de participaciones en empresas significativas vascas con el riesgo de pérdida de centros de decisión y deslocalizaciones. Por eso creo que hay que plantearse la constitución de un fondo estratégico en Euskadi que puede paliar en cierta medida esta situación.