pARA empezar dos tornos, una prensa, una fresadora... Pedimos un crédito de 300.000 pesetas a cinco años, hipotecando el caserío y las tierras. Trabajábamos más de doce horas al día, pero lo hacíamos contentos porque sabíamos que las ganancias serían para nosotros", explica uno de los fundadores de la cooperativa Ulma, Pedro Ugarte, en declaraciones que recoge la página web (www.ulma50.com) creada con motivo del cincuentenario de este grupo empresarial que actualmente factura más de 600 millones de euros al año, cuenta con ocho unidades de negocio (Construcción, Carretillas elevadoras, Agrícola, Handling Systems, Piping, Conveyor components, Hormigón polímero y Packaging) y más de 4.000 empleados en todo el mundo.
Según cuenta José Antonio Urteaga (Ulma Packaging), "los fundadores de Ulma lo hicieron por buscar una salida a un momento de dificultad laboral". Corrían tiempos difíciles. De este modo, Pedro Ugarte, Esteban Lizarralde, Julián Lizarralde, Isidro Mendiola, Ignacio Maiztegui y Julián Ayastui, seis jóvenes mecánicos de Oñati, se instalaron en un taller situado en un bajo de Mendiko-kale, en la misma localidad. "Un local viejo" -según cuentan- en el que iniciaron su andadura a finales de los 50 como Talleres Ignacio Maiztegui, con la intención de dedicarse al mantenimiento y trabajos auxiliares para la industria chocolatera que entonces movía Oñati. No imaginaban en lo que se convertiría su iniciativa.
Las iniciales de sus apellidos forman el acrónimo ULLMMA, que daría nombre a la empresa Ulma el 8 de septiembre de 1961, fecha en la que se fundó la cooperativa guipuzcoana que el próximo jueves cumple 50 años. Un año después, en 1962, Pedro Guridi, Sebastián Ayastui, Ramón Irizar, Sabino Tellería y Juan Urcelay constituyeron la cooperativa Gaitu, que en 1967 pasó a llamarse Enara y hoy en día es Ulma Forja. Estos jóvenes querían conservar un puesto de trabajo en el pueblo y por ello adquirieron un taller de cerrajería y accesorios.
De estos diez jóvenes emprendedores nació el Grupo Ulma y se dio paso a medio siglo de cooperativismo, prosperidad y superación ante las crisis de los 70, los 80, los 90 y la actual para dar prosperidad a un pueblo, Oñati, y sus alrededores.
El andamio prefabricado JJEIP, lanzado en 1963, fue el principal símbolo de Ulma en su primera década de vida. La compañía guipuzcoana fue la primera en introducir en España este sistema modular que luego patentó. Fue un hermano de Jesús Lizarralde quien trajo unos catálogos de unos andamios modulares que se fabricaban en EE.UU. Era el primer paso de Ulma hacia el sector de la construcción. En los años siguientes, la cooperativa de Oñati se lanzó al mercado de la valla metálica y los montacargas, se especializó en envolvedoras de envases de jabón y conservas e inició sus primeras exportaciones a Portugal.
En 1968 contaban ya con 192 socios (empezaron con 35) y su facturación anual era de 134 millones de pesetas. Tras comprar la patente de Supermap a Alfa se inició en 1969 la actividad de panadería y pastelería, coincidiendo con la creación de delegaciones en Zaragoza, Granada, Valencia, Sevilla, Toledo y Mallorca. Lejos quedan las máquinas de montar nata, los molinos de azúcar glass, las máquina rompehuevos, o la envolvedora para Chupachups.
En 1975 la compañía logró la concesión para distribuir productos para Obras Públicas y un año después se creó el departamento de exportación. Eran años de crecimiento y en 1978 la plantilla de Ulma ascendía ya a 676 trabajadores, con 1.565 millones de pesetas de facturación, mientras la forja Enara vivía años difíciles, de reestructuración.
la crisis de los 80
Años de cambio
En 1979 se pusieron en marcha nuevas actividades: tubo, carpintería-perfilería de aluminio (en 1984 desaparecería) e invernaderos, origen de Ulma Agrícola. Pero la crisis estaba a la vuelta de la esquina. En plena expansión hacia el exterior y tras alcanzar un récord de ventas en 1981, con 2.200 millones de pesetas y una plantilla de 652 trabajadores, en 1982 se registraron pérdidas de 118 millones de pesetas. Cambio de planes. Llegaron años de cambios, se separaron las unidades de negocio... El grupo no volvió a resultados positivos hasta 1987, mientras que en 1988 Enara pasó a formar parte del entramado Ulma.
Ni el incendio que tuvo lugar en 1990 en las oficinas de fabricación de Ulma Construcción, en el barrio Garibai de Oñati, paró al grupo. Los 90 fueron años de consolidación internacional, mientras la plantilla maduraba y en 1997 se jubilaban los primeros cooperativistas: Pedro Ayastuy y Ramón Rezabal.
Entre tanto, el grupo seguía creciendo y abría otra planta productiva (Ulma Packaging) en 1998 en el barrio de Garibai de Oñati, además de una delegación en Bizkaia. Le siguieron en 2001 la planta de Ulma Hormigón polímero en el barrio de Zubillaga, la de Ulma Handling en el barrio Garagaltza (2006) y la sede central del grupo en 2007, entre otras, ya dentro de la Corporación Mondragon a la que se sumó en 2002.