Epsilon entra en boxes
bilbao
Epsilon-Euskadi vio la luz en 2002 como un proyecto de innovación tecnológica en el mundo del motor, con la competición como excusa para seguir mejorando y seguir batiendo registros. La idea de Joan Villadelprat, presidente actual e impulsor de la compañía, no era nueva. Él mismo, antes de traer el centro tecnológico a Euskadi, ya trató de crear una base de pruebas similar en Catalunya, que no acabó de arrancar.
Pero la gasolina del Gobierno vasco en forma de 30 millones de euros le permitió e Villadelprat constituir un completo centro de investigación envidiado por su moderno túnel del viento, único en el Estado, del que salieron coches capaces de competir en las 24 horas de Le Mans. Su despegue pudo incluso aterrizar en 2010 en el circo de la Fórmula 1, pero el proyecto se vio frustrado por su reducida capacidad económica, que fue de mal en peor hasta desembocar en una deuda de cerca de 50 millones de euros que podría mandar a la compañía a boxes para siempre.
El origen de la crítica situación de Epsilon está en una inversión demasiado elevada para unos resultados, al menos a nivel de impacto publicitario y mediático, más bien escasos. El problema es que los objetivos prioritarios del equipo no eran las victorias, que a pesar de todo se obtuvieron en un gran número de pruebas, sino la innovación tecnológica y la apuesta por buscar nuevos métodos para limar segundos al cronómetro. Una apuesta a largo plazo que, ocho años después, no ha recibido la esperada recompensa de llegar a formar parte del siempre rentable negocio de la Fórmula 1.
coche 100% vasco Tal vez el momento más dulce de Epsilon llegó con el debut en 2008 en las 24 horas de Le Mans, una de las pruebas más prestigiosas del deporte del motor. La escudería vasca se engalanó para la ocasión y construyó desde cero el EE LMP1, el primer coche 100% vasco. Sin embargo, la repercusión en el Estado español fue más bien reducida ante el imponente tirón de la F1, con lo que los beneficios económicos de aquella experiencia nunca compensaron las inversiones en nueva tecnología.
La solución parecía clara, al menos para el capitán del barco de Epsilon-Euskadi. El equipo de Joan Villadelprat se fijó como objetivo alcanzar una plaza en la Fórmula 1, donde parecía estaba la cura a los problemas de financiación, que ya empezaban a aflorar. Los importantes créditos concedidos por Caja Vital, Kutxa -el proyecto buscó afianzarse en Gipuzkoa antes de recalar en el Parque Tecnológico de Miñano, en Gasteiz- así como por el propio ejecutivo vasco serían fácilmente saldados gracias a la entrada de un patrocinador de postín, que llegaría sin demora una vez se lograse la plaza para estar en los grandes premios.
Epsilon estuvo cerca, o al menos no estuvo lejos, de lograr la jugosa plaza de cara a la temporada 2010, pero el escaso potencial económico del equipo le acabó descartando, algo parecido a lo que ha ocurrido este año, siendo desplazado por la FIA una vez más, en este caso en favor de la escudería Lotus, cerrándose así la puerta a una recuperación económica.
En estos momentos, el equipo se mantiene en competiciones de menor nivel mientras busca un salvador que rescate a la empresa de la situación de preconcurso de acreedores en que se declaró a comienzos de marzo. La reciente visita a Gasteiz del multimillonario árabe Salah Salem Bin Omeir interesándose por el proyecto podría ser la llave para que Epsilon vuelva a circular a todo gas hacia la bandera a cuadros de la Fórmula 1.
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