El Camp Nou volvió a dictar sentencia. Casi ningún visitante logra rascar allí y el Athletic engrosó la lista de víctimas, pero en esta ocasión dejando una imagen alentadora durante muchos minutos y obligando al Barcelona a un esfuerzo extra. El marcador es bastante elocuente. Un único gol recibió Unai Simón y aunque en el tramo final pudieron ser más, Messi y compañía se las vieron y desearon para certificar un triunfo que necesitaban como el comer. La insistencia y en última instancia la calidad de su plantilla evitaron un disgusto gordo a Quique Setién, si bien asimismo se ha de apuntar que el cansancio acabó pasando factura a los jugadores de Gaizka Garitano. Con un once que guardaba poco parecido con el que afrontó las tres jornadas anteriores, el Athletic plantó cara fiel a un plan ambicioso que sin embargo no consiguió desarrollar en el segundo tiempo. De ello se benefició el anfitrión para marcar e invalidar una propuesta que, mientras duró, dejó un magnífico regusto.

Lo más sorprendente del comportamiento del Athletic está conectado a la fisonomía que presentó anoche. Prescindir de golpe y porrazo de Capa, Iñigo, Yuri, Dani García, Muniain y Raúl García, no fue un impedimento para que el conjunto tutease al vigente campeón y ofreciese un primer acto de lo más aseado. Presión decidida y muy alta así como orden y concentración en las fases de repliegue, son facetas que siempre cabe esperar que se plasmen con cierta solvencia. Son las señas de identidad del equipo. Más complejo resulta sumar a lo anterior un perfil agresivo y valiente que produzca no solo llegadas al área y remates sino presencia dominante en terreno rival.