EL bote de la Bou Bizkaia ya fuera del agua y un aficionado de Orio, entre bromas, se agacha entre los adoquines por ver si en la quilla se vislumbraba la sombra de un motor fuera borda que explicase el fabuloso largo de vuelta que coronó a Urdaibai como el rey de las aguas de La Concha. Ha de incorporarse rápido, en un santiamén, habida cuenta que la veterana afición de la Bou Bizkaia rodeaba el bote entre cánticos y abrazos. Y de repente del bote se separó un remero, empezó a remar por una de las paredes de la rampa y trepó al puerto para abrazarse a su padre. ¡Cómo lloraban los dos en el reencuentro!

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En imágenes: Urdaibai se adjudica la bandera de La Concha Arnaitz Rubio

Fue la consagración del reinado de Urdaibai en las aguas del Cantábrico. Confirmada la coronación, a la llegada a orillas de la rampa la tripulación formó en las aguas como si fuesen, qué se yo, la formación de un equipo vencendor de la Champions League o del Seis Naciones de rugby, qué sé yo, con un remero tirándose de cabeza para aparecer en el retablo. Gastaban parecidas sonrisas que habían lucido las mujeres de Arraun Lagunak, trepidantes sirenas que incluso brindaron con cerveza a bordo de su bote. La afición las jaleó de lo lindo. La afición de Kaiku, con el 100 porbandera, presenció la regata de las suyas. “Diga usted que en Sestao somos de Kaiku y del Athletic”, pidió la voz de una etxekoandre. Dicho queda.

En los felices corros de celebración una voz chistó que el patrón blue zarauztarra Gorka Aranberri llegaba a las ocho en su cuarto de banderas de La Concha. Se sitúa, así, a una del récord que ostenta el histórico Manuel Arrillaga, Aita Manuel. Como contraste a tanta felicidad puede oponerse que a los hombres entrenados por Iñaki Errasti les llegó una noticia heladora en la calurosa mañana: la trainera quedaba fuera de la segunda regata de La Concha porque la organización consideraba que los vizcainos no habían presentado en plazo la alineación para participar en la regata. ¿Cuál era el plazo? Algunas voces más discrepantes hablaban de un minuto: el que va de las 7.59 a las 8.00. Otras voces, como la del técnico de Orio, Jon Salsamendi, quien llegó a preguntarse que por qué remaba Ondarroa si estaba descalificada. Hubo quien añoraba las apuestas de Portaletas de tiempo atrás para el manejo de esa información. No encontraba ni un solo corredor de apuestas con el que entenderse.

Desde entonces el runrún de los rumores, sobre todo en la zona del Aquarium, fue incesante. No hubo nada que hacer: los tiempos no computaron. A parte de la familia de Urdaibai, esa que encabezan las buenas gentes de Eneperi y otra mucha gente les parecía algo injusto. Llegaron a recordar otros episodios confusos de tiempo atrás. Cuando la Bou Bizkaia se lanzó hacia la gloria en el largo de regreso, una vez conocidas las diferencias a los 12 minutos de regata –no lo quisieron saber antes para que sus cabezas no remasen condicionadas...–, cuando ya se lanzaron a degüello, sus compañeras de tanda –Hondarribia, Orio y Donostiarra– vieron volar a la Bou Bizkaia. Orio y la Donostiarra libraron un caliente duelo en las calles 1 y 2 con el juez mandando a cada uno a su calle, circunstancia que aprovechó por la calle 4 Hondarribia para situarse en segunda posición de la tanda.

Temblaron las aguas cuando, durante un breve tiempo, los pupilos de Dani Pérez, capittano de Zierbena, estuvieron por delante de la todopoderosa trainera dirigida por Gorka Aramberri, patrón de Urdaibai. ¿Los siete segundos recuperados? ¡Sí! La afición de Zierbena gritaba de lo lindo. Llegaron a creer en los milagros. Los dos botes regaron por la tres y algunas voces pensaron que...

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En imágenes: Bermeo celebra la victoria de Urdaibai en La Concha Borja Guerrero

Con un punto de sana envidia miraban esa posibilidad los agilutxos de Orio, una afición que llenó de color, pólvora y música el puerto donostiarra, ¡Qué despliegue de nivel, Maribel! en la primera fila, ya les digo, se salieron. La gente de Urdaibai (entre ellos un aficionado tocado con una gorra de capitán de barco...) lanzaba el irrintzi del Bai, bai, bai, un grito que rima con la trainera y, ya lograda la victoria, se desplegaban por la plaza de la Diputación con un alarde de canciones vascas. Las aficiones de medio mundo aclararon sus gargantas para acompañarles en la celebración en la que con tanta elegansia brindaron. El espectáculo fue una maravilla.