Ondarroa - Ilusión es la palabra más escuchada durante esta temporada en Ondarroa. Es su motor para tirar adelante y la principal arma para haber protagonizado un curso tan notable. Salvados con holgura y sin perder sus valores. A cada regata, a cada palada, la emoción crece entre los ondarrutarras y hoy les llega el momento de poner la guinda a su gran año, la Bandera de La Concha. 21 años han pasado desde que la Antiguako Ama bogó en los dos primeros fines de semana de septiembre. Más de dos décadas en los que Ondarroa ha vivido el descenso a los infiernos o su resurrección hasta el momento en el que se encuentra en la actualidad. En aquella trainera que degustó las mieles de la conocida como Olimpiada del remo bogaron dos miembros de la actual tripulación, el entrenador Jon Iriondo (Ondarroa, 1976) y Gotzon Arrasate (Ondarroa, 1972). Ellos dos y Manuel Lasarte (Orio, 1979) son los únicos de la plantilla que han participado en la Bandera de La Concha y tratan de trasladar esa sensación que solo se vive en esas fechas señaladas a una plantilla que sueña con devolver a Ondarroa a un lugar muy perseguido.
Cumplir ese sueño pasa por superar la tanda clasificatoria de esta tarde, tarea para nada sencilla. Los siete billetes están muy caros y el nivel de las tripulaciones rivales es alto. “Los siete primeros de la ACT son los favoritos y luego estamos Cabo, San Pedro, nosotros? De los siete uno debería fallar y nosotros hacerlo muy bien. Las posibilidades son pequeñas, pero las hay”, reconoce Iriondo. La previsión dice que el mar estará movido, con olas de metro y medio. Eso puede dar más de un susto y beneficiar cualquier sorpresa. “El que pille una buena racha puede llevarse el gato al agua. Hay que estar con ilusión, con ganas, pero el que se despiste puede quedarse atrás”, añade Arrasate. Esas ganas serán la gasolina de Ondarroa. 21 años después vuelve a llegar su momento y no quieren que esta vez se les escape.
Mucho ha pasado desde la última vez que Ondarroa estuvo en La Concha y también desde que Arrasate participó en sus jornadas. Fue en 1996 y el más veterano de los ondarrutarras hizo una promesa que sigue cumpliendo a rajatabla hasta hoy en día. “Dije que hasta que no me clasificara no iría un domingo a la regata de La Concha y así ha sido. De chaval había ido siempre, pero desde el 96 no he vuelto, siempre la he visto por la tele”, cuenta. Son muchos años esperando una oportunidad, una opción que parecía muy lejana hace mucho y que ahora está al alcance de la mano. “Sería el colofón. En el 96 estuvimos Iriondo y yo y ahora sería la hostia repetirlo. Pensar en entrar al puerto con la clasificación en la mano, nos pone los pelos de punta”.
La manera de vivir esa época fue muy diferente para Iriondo. “No sentí una emoción excesiva, porque acababa de empezar a remar y todavía no había aterrizado. Me pilló por sorpresa y entonces me parecía fácil. Luego empecé a ver que no era así”, cuenta el entrenador de la Antiguako Ama. Luego, llegó el cambió de equipo y llegaron las banderas ganadas. Grandes momentos en la bahía donostiarra y, también, días de lágrimas después de perder dolorosamente. Pero ahora, ganar no es el objetivo, Iriondo solo piensa en estar y, a diferencia de lo que ocurrió hace 21 años, esta vez sí que valoraría esa clasificación: “Sería la leche y además también sería como entrenador. Estamos contentos con la temporada que hemos hecho, vamos a ir sin ninguna presión y si logramos el pase sería una hazaña, un hito histórico”.
El estreno en la Bandera de La Concha siempre es especial, pero lo que marca el antes y el después de un remero es la victoria. Ondear la bandera es una sensación única que muy pocos pueden disfrutar. Iriondo lo vivió en tres ocasiones, dos con Orio y una con Castro. “Sientes mucha emoción. Te acuerdas de todos los sufrimientos del invierno y los sacrificios realizados con la familia y los amigos. Todo el trabajo que se necesita para llegar ahí. Son momentos que no se olvidan”, cuenta el técnico ondarrutarra, que tiene claro cuál es su momento preferido: “La más especial es la primera. Pruebas por primera vez lo que es ganar y es una sensación que engancha al remero. Es difícil explicarla, pero una vez que está ahí es impresionante”. Sensación degustada también por Lasarte, ganador de una bandera. “Fue lo más. Tengo muy buenos recuerdos de otras regatas, pero nada como la edición de 2007. Significó mucho y fue un sueño cumplido que tenía desde pequeño, allá cuando empecé a remar en el 89”, reconoce el oriotarra.
El último en llegar Lasarte se unió esta temporada a las filas ondarrutarras después de recibir la llamada del que fuera su compañero de equipo, Jon Iriondo. El oriotarra pronto se encontró en un equipo diferente, en el que la gente de la casa es prácticamente la totalidad de la plantilla. “Estoy contento en Ondarroa y no puedo tener ninguna queja por el trato que recibo. Aunque mi principal problema es entenderles. Estando tranquilos ya hablan alto y cuando empiezan a discutir no sé si están enfadados o de cachondeo. No les entiendo ni coscorro y ellos se dan cuenta de que les miro como si estuvieran hablando en chino”, afirma entre risas Lasarte. Aun así, a pesar de su experiencia, el remero de Orio está muy motivado por llevar a buen puerto este intento: “Para mí supondría un reto superado. Cuando llegué aquí, le dije a Jon que no creía que tendríamos problemas para mantenernos. Es más siempre he pensado que somos un equipo para remar todas las regatas del año, incluida La Concha. Está muy difícil, pero creo que Ondarroa tiene opciones serias de entrar en La Concha”.
Tres remeros veteranos, cada uno de ellos con experiencias diferentes en la regata más importante del año. Caminos cruzados en busca de lograr un objetivo y devolver a Ondarroa a la Bandera de La Concha tras 21 años. Iriondo y Arrasate defendieron los colores ondarrutarras en aquella edición y ahora, con la mochila cargada de vivencias, quieren volver a disfrutar de esa sensación única que solo se entiende en esos domingos especiales en la bahía donostiarra.