Con 24 años vio Iñaki Beldarrain el Puente Colgante por primera vez. Lo hizo con la nariz apuntando al cielo, pasando por debajo del monumento y empuñando un remo de la Sotera. Es lo que tiene ser de Zaratamo, que hay que salir del pueblo para remar. Sin ningún rubor se acercó un día al club de remo de Santurtzi. "Quiero remar y quiero ganar". Patxi Lupiola, el entrenador, le dio una palmadita en la espalda. "Venga, para adentro". No importó nada que Zaratamo, como quedó bautizado, no supiese nadar. Sus compañeros arreglaron rápido ese problema y le regalaron un flotador con forma de patito que él siempre llevaba plegado debajo de su tosta. Siempre volaba sobre él la amenaza de ser arrojado al agua tras las regatas y por eso cultivó la habilidad de salir corriendo nada más poner pie a tierra. Eso sí, dejando bien clara una amenaza: "El día que yo me ahogue, no será solo". Nunca se ahogó, encajó a la perfección en una tripulación en la que era el único remero de fuera de Santurtzi. Y siempre les estará agradecido: "¡Menudos paseos me dieron por el Cantábrico!".

Quería ganar y ganó. La Bandera de la Concha de 1985, la última que consiguió la Sotera. Un cuarto de siglo después de aquel hito, varios de sus protagonistas escarban en su memoria para revivir aquella gesta. José Antonio Expósito, Pelos; Jesús Macho, Andrés Jerez, Alberto Alonso, Kasku; José Carlos González, Popi; Txema Vizcaíno, Alberto Martínez, el propio Iñaki Beldarrain, Zaratamo, y el entrenador Patxi Lupiola recuerdan con cariño la edad dorada de Itsasoko Ama.

duelos con Zumaia En 1984 una legendaria Zumaia ganó las treinta regatas a las que se presentó. Con semejante registro, la temporada siguiente se presentaba con un panorama desolador para sus rivales. En las primeras regatas la trainera guipuzcoana continuó con su racha triunfal, pero pronto se dio cuenta de que tendría un buen rival en la Sotera. En la regata de Getxo los remeros de Santurtzi protagonizaron una remontada espectacular y se quedaron a un segundo de quitarle el triunfo a la Telmo Deun. Un remero zumaiarra lanzó, sin saberlo, una predicción fatal: "¡Cagüen diez! ¿No nos iréis a fastidiar La Concha este año, no?".

Antes de la regata donostiarra, Santurtzi ya se impuso en varias citas importantes a Zumaia. La primera victoria fue, además, en un escenario importante, el Campeonato de España en Vigo, donde ganaron por cinco segundos. Después repitieron en la Bandera de Zarautz y en Santurtzi, una semana antes de La Concha. Los morados ya estaban pletóricos, pero lo mejor estaba por llegar.

Tras pasar como segundos en la regata clasificatoria, todo salió a la perfección en la primera jornada donostiarra. "Hasta la ciaboga fuimos a la par con Zumaia, pero de vuelta nos empezamos a marchar", recuerda Popi. Andrés Pérez apunta que se dieron las condiciones perfectas para ellos, que tenían poco peso: "Había una ola larga que nos permitió coger una buena empopada". En línea de meta cobraron once segundos de ventaja.

El segundo domingo la estrategia era clara: jugar con la ventaja y manejar los tiempos. Zumaia salió a por todas, pero cuando los vizcainos veían que la diferencia llegaba a los cinco segundos subían las revoluciones y se acercaban a sus rivales. "Hubo un momento en que pensé que se escapaban", confiesa Popi. "Pero era porque cogieron una olita. Luego nosotros cogimos otra y en la isla les cogimos", apunta Pelos. Al final Zumaia sólo llego con cinco segundos y la bandera fue para la Sotera. A sus remeros les impresionó ver el Aquarium donostiarra forrado de banderas moradas. La reacción de la afición fue espectacular. "¡La de autobuses que fueron!", exclaman los remeros. Esa devoción hacia la Sotera se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, ya no arrastra tanta gente. "Eso se ha perdido. Pero los días 18 y 19, cuando disputemos el play-off de ascenso, se van a volver a ver muchas banderas moradas", vaticina Txema Vizcaíno.

Tras la victoria, los remeros y demás miembros del club comieron en Orio. "Nos tenían allí engañados. Mientras, preparaban y organizaban el recibimiento en Santurtzi sin que nos enteráramos", rememora Pelos. "Nosotros estábamos discutiendo porque algunos querían ir a fiestas de Mamariga. Y nos sorprendió toda la gente que había por el pueblo y en el ayuntamiento", relata Jesús Macho, "y lo que recuerdo es lo mucho que pesaba la bandera en el balcón".

equipo joven "No era la tripulación más rápida, ni la que mejor daba las ciabogas", explica el técnico. ¿Y por qué ganaba entonces? "Eso nos preguntamos nosotros", responde Vizcaíno. Pero Patxi Lupiola sabe perfectamente qué era lo que les hacía especiales: "El secreto estaba en el bloque. Eran muy jóvenes, pero llevábamos trabajando juntos desde juveniles. Había mucha confianza entre nosotros, aunque eso también provocaba buenas peloteras todos los días". Efectivamente, casi la totalidad de la plantilla venía trabajando desde años atrás en categorías inferiores y ganando medallas y trofeos en todas las modalidades. "El banco móvil nos hizo muy peleones y se juntaron las ganas de competir y los trofeos. Luego nos sentábamos en la trainera y estábamos muy rodados, andaba desde el primer día", explica Andrés Jerez.

Pero aquella línea ascendente se detuvo de golpe tras ganar la Bandera de La Concha. "Esa tripulación murió ese mismo día", sentencia Lupiola. En la siguiente regata, en Santoña, Zumaia les sacó 23 segundos. Fue el principio del fin. Más o menos, el bloque se mantuvo en los siguientes dos años, pero ya sin alcanzar grandes hitos en la máxima categoría. A partir de 1987 el equipo empezó a desintegrarse. El ejemplo más drástico está en Joseba Baz, un tipo que, según el entrenador, "pesaba lo mismo en septiembre que en octubre del año siguiente". Baz subió de juveniles, ganó La Concha y se retiró del remo. Visto y no visto.

ayer y hoy Un cuarto de siglo es un abismo en la vida de una persona y en el deporte también puede suponer un gran cambio. Sin embargo, Jesús Macho cree que el remo casi no ha variado: "No ha cambiado nada. Hay que sentarse, seguir dándole y depender del reloj. Hasta las traineras son iguales, sólo cambia el material del que están hechas".

Preparadores físicos, médicos, métodos de entrenamiento, máquinas, fibra de carbono... Es todo un gran envoltorio de la misma esencia. "Ha cambiado lo que rodea al remo y sus recursos, pero la dedicación es la misma la de ahora que la que teníamos nosotros", dice Pelos, que es actualmente el presidente de Itsasoko Ama. Patxi Lupiola se remite a los números: "25 años después, los aspirantes a la bandera en la clasificatoria sólo han rebajado 17 segundos nuestro tiempo".

Lo que no va a cambiar nunca, por más que pasen las décadas, es el espíritu de equipo que se percibe entre todos ellos. Entre los recuerdos de regatas y entrenamientos no pueden evitar que se cuelen las anécdotas. "¿Te acuerdas de lo nervioso que se ponía Andrés antes de cada regata? Había que atarle, estaba cagado". "¿Y el día que se pegaron los dos hermanos?". Los hermanos Alarcón. Uno de ellos, Agustín, era "el Obelix de la trainera", el más fuerte y uno de los más pesados. "Aquél en los entrenamientos sólo remaba media hora", explica el entrenador, "no se medía, remaba treinta minutos a tope y luego paraba, dejaba el remo. Decía que había comido poco y no había manera de que siguiese". Txema Vizcaíno recuerda que en una Bandera Villa de Bilbao Agustín dejó de remar en plena competición y él tuvo que darle patadas desde la tosta de atrás para que volviese a coger el remo. "¡Jo! Yo de eso no me enteraba", se lamenta Jesús Macho, "como era el proel e iba solo...".