L bien más preciado de un pelotari está en sus manos. La salud de sus herramientas se ha transformado en un miedo recurrente que acompaña a los manistas profesionales desde que el Gobierno español declaró el Estado de Alarma por el coronavirus covid-19, quedando totalmente cercenada la posibilidad de que los deportistas pudieran acercarse a un frontón a ejercitarse. Sobre todo, porque entre las mayores necesidades que tiene un pelotari está ensayar a diario con protección y pelotas de competición para que sus manos estén preparadas para la exigencia de la actividad. La pandemia y las medidas tomadas por su causa evitan el contacto con el cuero, con las consecuencias que tendrá en las plantillas de Aspe y Baiko Pilota, así como en el campo aficionado. Algunos pelotaris están utilizando las paredes del garaje y otros ponen un colchón contra una pared para ejercitarse. Son soluciones caseras. “Tengo claro que cuando se reinicie la temporada todos pasarán por la consulta”, revela Pedro García, masajista de manos y uno de los mayores expertos en esas lides.

“Los pelotaris actualmente no tienen opción de acceder a una cancha, cuestión que, por supuesto, ahora mismo está en un segundo plano, por lo que, cuando regresen a la normalidad, no se podrá ir de cero a cien. Hará falta una adaptación”, afirma el especialista riojano, quien es consciente de que el paréntesis va a ser “importante”, ya que el problema no solo radica en las manos, dado que el resto de la “preparación” no es la adecuada. “Para empezar, hay que aclarar que no hay ningún sustituto posible que sirva para igualar un entrenamiento normal. Es insustituible la labor de Jokin Etxaniz cuando junta seis o siete pelotaris en un frontón”, determina. Con todo, en el actual escenario, en el que no existe la oportunidad de realizar los habituales ensayos, García explica que “la resistencia de la mano se puede medir en varios aspectos. Yo puedo poner un colchón y soltarle fuerte, pero solo estoy golpeando una pelota que está suspendida, que no viene hacia mí con velocidad. Ahí está la clave”. A juicio del masajista, el “impacto real” de la pelota es “el cambio de dirección que le imprimen cuando viene a 70 kilómetros por hora y le tienen que soltar a 90”. “Después de esto habrá que tener un tiempo de adaptación. Sé que voy a tener que hacer ocho horas de pelotaris al día. Eso es secundario, porque lo más importante es la salud general y que la gente esté en sus casas”, reitera el especialista.

Tal y como reconocen algunos profesionales, tratan de realizar un trabajo diario, pero disponen de muy poco espacio. “Un garaje puede tener una altura de tres metros y, pese a ser de hormigón, las distancias no son adecuadas. No es lo mismo golpear un metro por encima de la chapa que buscar la última losa. Sí pueden entrenar golpeando del dos al dos, pero hay que tener en cuenta que eso es un tres por ciento de los pelotazos de un partido”, define García, quien desbroza que “los zagueros van a ser los que más van a sufrir, ya que golpean desde más distancia y la pelota les viene de mas lejos”.

Entre las reflexiones que aporta el masajista hay una máxima: “Fortalecer la mano”. “De lo malo siempre hay que sacar lo bueno: antes éramos libres y ricos y no lo sabíamos. Desde nuestra consulta, aconsejamos realizar presión en una pelota de goma para mantener activos y fuertes los tendones de la mano. Además, es importante una buena hidratación. Asimismo, proveemos de una pelota de pinchos que sirve para dar masaje y mejorar la circulación en la cara palmar y en los dedos”, desliza García. “Podría pensarse que con este descanso obligado se van a curar todos los males de manos, pero nada más lejos de la realidad. Después de 25 años observando y estudiando las manos de los pelotaris, podemos decir que la práctica totalidad de los males reaparecen al retomar la práctica después de mucho tiempo sin jugar, exactamente en la misma localización y con una intensidad similar. Únicamente el tratamiento adecuado puede solucionar o minimizar estos problemas”, apostilla el riojano. Por ahora, los pelotaris de Aspe con los que trabaja el masajista apenas han tenido problemas en el Campeonato de Parejas: “Tenemos suerte de que los pelotaris quieren siempre colaborar para probar nuevas protecciones”.

Así las cosas, Pedro García y su compañera Ana Álvarez -“el cincuenta por ciento del equipo”, relata- están aprovechando la crisis para estudiar nuevos diseños en las protecciones de los manistas. “Una de las mayores ventajas que van a tener los pelotaris cuando vuelvan a la actividad es que los tacos están hechos de mejores materiales”, recita el masajista, quien esta centrando la actividad en los zagueros y en las mujeres: “El zaguero no saca ni coge la pelota y queremos cambiar alguna cosilla, mientras que en la pelota a mano femenina hemos visto que las soluciones son distintas con respecto a la masculina. Intentaremos que el juego femenino sea cada vez más vistoso”.

“No hay ningún ensayo en confinamiento que pueda igualar una sesión de frontón”

“Se podría pensar que el descanso obligado curará los males de manos, pero no es así”

Masajista