Los golfistas ya advirtieron de la dificultad del Ocean Course de Kiawah Island antes de comenzar el Campeonato de la PGA. La largura del campo y la densidad del aire aparecieron como las principales dificultades y hacer tarjetas muy bajas iba a ser imposible. Esos temores se confirmaron en la primera jornada, en la que quedó claro que para ganar el segundo grande del año iba a ser necesario mucho talento y también capacidad de sufrimiento. Los resultados entregaron no destacaron significativamente y el propio Jon Rahm tampoco consiguió arañarle demasiados golpes al par del campo.

El vizcaino finalizó a la par del recorrido y lo logró tras sufrir mucho de tee a green, cogiendo las calles en menos de la mitad de las ocasiones y volviendo a tener evidentes problemas con los greenes en regulación. Números discretos pero que le permiten seguir metido de lleno en la lucha.

Rahm no tardó en comprobar la exigencia del Ocean Course y sus particulares características. Este recorrido requiere de potencia para combatir la larga distancia, pero también precisión para caer sobre las serpenteantes calles. Esto último le faltó al vizcaino durante toda la jornada y, sobre todo, en los hoyos iniciales.

En los cincos primeros intentos desde el tee, se fue directo a la hierba más espesa y se vio obligado a luchar para sacar adelante cada hoyo. Sin embargo, el golfista de Barrika sacó a relucir sus dotes de supervivencia. Luchó en diferentes y complicados escenarios y consiguió sacar un par tras otro. Un gran resultado viendo la capacidad de castigo que tiene el campo de Kiawah Island.

Pero tanto limar con los errores, al final el bogey llegó en el hoyo 6. Esta vez no solo falló de tee a green. También tuvo demasiados problemas con el putt y esa combinación de errores le hizo sumar más golpes de los deseados. Ese bogey no le hizo caer en barrena. Todo lo contrario. Fue el despertador necesario para elevar su juego. Rahm comenzó a crecer y demostró su madera de gran jugador al recuperarse en el siguiente hoyo, consiguiendo un birdie con un juego de manual.

A partir de ahí, los recorridos dejaron de ser un viaje de supervivencia y de esquivar errores y pasaron a ser oportunidades de birdie. Así llegó otro birdie en el 10 y por el camino varios pares que no fueron mejores por centímetros.

Esa tendencia quedó detenida de golpe en el 12. A los problemas que sufrió durante todo el día para encontrar la calle, se le cruzó una zona arenosa que le complicó significativamente. Todas las opciones de birdie murieron cuando la bola cayó en el obstáculo y salvar la situación fue la única opción para Rahm.

El vizcaino jugó de manera conservadora, en busca de solucionar el compromiso con el putt. Esa estrategia no terminó de la manera deseada y se vio obligado a realizar dos golpes en el green, lo que le hizo sumar otro bogey.

Rahm vivió los últimos hoyos sin sobresaltos hasta que llegó al más complicado de ellos, al 18. El vizcaino no fue capaz de cerrar la bola lo suficiente con su golpe desde el tee y su golpeo se fue directo a la zona de espectadores. Otra vez más obligado a luchar para salvar el par y otra vez más fue capaz de sobreponerse. El barrikoztarra salvó el par y cerró la jornada con un buen sabor de boca a la espera de mejorar sus números en los siguientes días.

Conners, líder

El único capaz de destacar en la primera jornada del Campeonato del PGA fue Corey Conners. El golfista canadiense aprovechó al máximo sus buenos momentos y minimizó el impacto de sus errores para acabar el día en lo más alto de la clasificación con cinco golpes por debajo del par del campo.