O será la primera vez que Iñigo Peña (Zumaia, 1990) vaya a unos Juegos Olímpicos. Ya logró un diploma en la edición de Río. Pero sí será la primera vez que el de Basque Team acuda a la cita con el pebetero para competir en K2 1.000 metros. Lo hará junto a Paco Cubelos, su fiel compañero. Un amigo con el que no ha parado de cosechar éxitos en su nueva modalidad de piragüismo sprint, esa por la que apostó todo justo después de los Juegos de Brasil. Y es que en 2016 Peña debutó en los Juegos de Río en la categoría de K4 1.000 metros. Su especialidad. Su prueba. Su embarcación de media vida. Lo hizo junto a Javier Hernanz, Rodrigo Germade y Óscar Carrera y lo hizo muy bien, acabando en un meritorio quinto puesto. Rozando el podio. Rozando las medallas. Sin embargo, ese fue el principio de la carrera olímpica del piragüista en el K4. Pero también el final, puesto que el COI decidió reducir esta prueba de los 1.000 a los 500 metros. Así que Peña optó por cambiar de ruedo y subirse al barco del K2, ese con el que el próximo agosto afrontará sus segundos Juegos. “Mi objetivo era seguir manteniendo la distancia de los 1.000 metros y con esta prueba era posible, así que decidí cambiarme. Es verdad que a simple vista puede parecer que hay mucha diferencia entre ambas, pero no hay tanta porque al ser la misma distancia el entrenamiento es muy parecido”, cuenta el zumaiarra.

Es decir, Peña cambió de disciplina. En 2017, dejó ocho años en su modalidad para irse a una nueva aventura. Al K2. Y cuatro años después, el piragüista de Basque Team no duda en admitir que fue una apuesta arriesgada, pero acertada. De hecho, a Peña y a Cubelos les ha ido muy bien como equipo y, como el propio zumaiarra reconoce, “desde el inicio hemos logrado muy buenos resultados”. Así, a pesar de llevar poco tiempo juntos, su palmarés es ya bastante amplio. Es más, nada más comenzar, se llevaron la Copa del Mundo de Szeged -con récord mundial- y la Copa del Mundo de Belgrado. Y sorprendieron con un bronce en el Europeo de Plovdiv y un sexto puesto en el Mundial de Racize. En 2018, fueron plata en la Copa del Mundo de Szeged, bronce en el Europeo de Belgrado y subcampeones en el Mundial de Portugal. Pero el broche de oro llegó en 2019, cuando volvieron a subirse al segundo escalón del podio mundial. Un subcampeonato que clasificó a la embarcación K2-1.000 estatal para los Juegos Olímpicos de Tokio. Y es que, aunque fueron Peña y Cubelos quienes sellaron la presencia del barco en Japón, sus dos plazas no eran nominales. En otras palabras, ambos piragüistas debían ganarse su propio billete en un selectivo estatal.

Lo lograron el pasado jueves con holgura y solvencia. Superaron en más de tres segundos a Pelayo Roza y Pedro Vázquez, los únicos rivales que les podían arrebatar el sueño de Tokio. Así que oficialmente Peña es ya, por segunda vez, deportista olímpico. “Nos hemos quitado un peso de encima. Desde que en el Mundial de 2019 conseguimos clasificar el barco estábamos deseando que llegara el día de inscribir nuestros nombres en esas dos plazas. La verdad es que en el selectivo hemos hecho una regata muy buena porque sabíamos que llegábamos en un buen estado de forma. Pero había que demostrarlo”, explica Peña.

Ambición

Aunque su regreso olímpico sea en otra modalidad, Peña no oculta que su objetivo es mejorar el quinto puesto logrado en Río. Quiere colgarse una medalla. Y cuanto más brillante, mejor: “Los Juegos son el gran objetivo de la temporada, así que ahora que hemos conseguido la plaza tenemos más ganas de seguir entrenando para llegar al 100% y poder hacer algo bonito”. Por ello, el de Basque Team explica que la Copa del Mundo que tendrá lugar en tres semanas servirá “de preparación” para los Juegos: “Nos servirá para medirnos con rivales que nos encontraremos en Tokio, así que iremos con ganas”.

“Los Juegos son el gran objetivo de la temporada, entrenamos para intentar hacer algo bonito”

Piragüista de Basque Team