L deporte siempre estuvo unido a la vida de Garoa Martínez (Bermeo, 1997). Probó con diferentes especialidades hasta que llegó la definitiva, la halterofilia. Centrada en su trabajo del día a día y compaginando entrenamientos con la vida laboral, los resultados empezaron a llegar. La bermeotarra creció hasta destacar en el panorama estatal y eso le sirvió para ganarse un billete para el Campeonato de Europa disputado a principios de abril en Moscú. Fue su primera experiencia internacional absoluta y cumplió al terminar decimocuarta, levantando 182 kilos en el total olímpico, 82 en la modalidad de arrancada y 100 en la de dos tiempo. Ese primer asalto no dejó conforme a la vizcaina. Sabe que su techo todavía es lejano y tiene claro que quiere seguir creciendo en este deporte. "Voy a demostrar quién soy", afirma.

Durante años Martínez probó con el judo, el balonmano y la gimnasia rítmica y con su llegada a Gasteiz conoció el CrossFit y descubrió la halterofilia, que se cruzó en su camino en el momento oportuno. "Tenía problemas con la comida y conocí a un chico que se dedicaba al gimnasio y me hizo una dieta que me permitió coger bastante peso y con eso me di cuenta de que podía mover kilos. Fue el momento oportuno y el deporte oportuno, se juntó todo. No es que los otros deportes no me gustaran y hacía otras cosas de CrossFit y powerlifting, pero la halterofilia está más hecha para mí", cuenta.

A base de esfuerzo cada vez es capaz de levantar más peso, pero en la halterofilia las marcas y la fuerza no lo son todo. La potencia para elevar los kilos por encima de la cabeza es un factor fundamental pero igual de importante o más es la técnica empleada para ello. "Influye en toda la relación entre las palancas, en que el peso vaya en una línea porque si se mueve de esa línea que tiene que tener técnicamente, por mucha fuerza que se tenga, hay un momento que no se puede corregir", apunta. Actualmente, Martínez está centrada en ese trabajo técnico. Una labor de resultados difíciles de apreciar a simple vista, pero que terminan por ser decisivos. "Ahora mismo estoy en un punto en el que los kilos no están subiendo porque tengo que mejorar mucho la técnica. Estoy en picada en eso, en mejorar la técnica. No es algo cuantitativo, pero a consecuencia de ello van subiendo los kilos", añade.

Su trabajo empieza a verse reflejado no solo con su capacidad para levantar cada vez más kilos, también con resultados deportivos. Suma varias medallas estatales y su participación en el último Campeonato de Europa fue otra muestra más de su progresión. "No soy consciente de lo que estoy viviendo. Tengo mi vida, mi trabajo, que es lo que realmente me coge todo el día, y siempre he dicho que hago esto porque me gusta y estoy consiguiendo las cosas sin darme cuenta", declara. La mentalidad de la haltera de Bermeo se centra en el presente. Es consciente de que es el trabajo diario es el que dan sus frutos y "lo que tenga que venir vendrá".

Estar centrada en el presente no impide que Martínez mire también al futuro y actualmente tiene un objetivo claro: "Solo mi entrenador y yo sabemos los kilos que soy capaz de hacer y los que tengo pensado hacer antes de que me retire. Como lo consiga se van a enterar". Demostrar su valía es la principal meta futura de la bermeotarra. Reivindicarse y dejar claro que todavía tiene muchísimo margen de mejora y que es capaz de elevar su nivel todavía más.

una agenda apretada

Llegar a cumplir estos objetivos requiere sacrificios. Martínez debe compaginar la halterofilia con el trabajo y eso le obliga a llevar su agenda al milímetro para sacar el máximo rendimiento. "Es echarle ganas y sacrificar algunas cosas", apunta. Entre esos sacrificios se encuentra quedarse en Gasteiz y volver a casa mucho menos de lo que le gustaría. "No vuelvo a casa por entrenar. Mi madre vive en un caserío y tengo un material que me han dado en el gimnasio, pero no es lo mismo, me hace falta un entrenador e instalaciones adecuadas", declara la bermeotarra, que cuando se ha visto obligada a entrenar en casa ha notado mucho la diferencia: "Suelo entrenar en la bodega. Es en la planta baja, pero sé que si me tocan unos kilos no los hago. Ya voy con miedo de que se me pueden caer, de si se va romper el suelo y esa sensación de saber que si se cae no pasa nada, se nota mucho". Por ello, la solución es quedarse en Gasteiz, algo "temporal", pero al mismo tiempo necesario para seguir creciendo en este deporte.

Garoa Martínez probó en el judo, el balonmano y la gimnasia antes de conocer la halterofilia, que "está más hecha para mí", asegura