UANDO un deportista de élite abandona a los 42 años la franquicia de toda su vida después de una exitosa unión de veinte temporadas que desembocó en seis títulos y al técnico junto al que construyó una de las dinastías más sólidas del deporte mundial para recalar en otro conjunto que lleva doce temporadas sin llegar ni siquiera a los play-offs,play-offs es lógico caer en la tentación de pensar que lo que busca es un retiro dorado, un destino cuasivacacional en el que firmar un último contrato profesional sin mucha presión ni exigencia. No si el protagonista de la historia es Tom Brady. Uno no se gana el apelativo de The GOAT (The GOATThe Greatest of All Time sin unos niveles de excelencia y ultracompetitividad excepcionales. Diez meses después de abandonar los New England Patriots en una decisión que removió los cimientos de la NFL, la liga profesional estadounidense de fútbol americano, Brady lideró el domingo a los Tampa Bay Buccaneers a la Super Bowl tras batir a domicilio a los Green Bay Packers (26-31) en la final de conferencia. Será su décima presencia en el partido que pone en juego el trofeo Vince Lombardi y su rival serán los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes, el quarterback (pasador) más aventajado de la nueva ola, que dejaron en la cuneta a los Buffalo Bills (38-24).

El veterano quarterback. No solo es que en el plano individual siga ofreciendo un nivel notable (4.633 yardas de pase, su mejor marca desde 2015, y 40 asistencias de touchdown, el segundo mejor registro de su carrera), sino que su presencia sobre el césped ha elevado las prestaciones de una plantilla que se ha dejado contagiar por su gen ganador. Además, la apuesta desde los despachos ha sido notable, proporcionando a Brady un cuerpo de receptores multidisciplinar y de mucha calidad y construyendo una unidad defensiva que ha sido importante y resolutiva en momentos importantes, tanto en temporada regular como en las eliminatorias por el título.

Brady ha seguido rompiendo plusmarcas lejos de New England y sin tener ya en la banda a Bill Belichick, el técnico que apostó por él después de llegar a la NFL por la puerta de atrás al no ser elegido hasta el puesto 199 del draft de 2000 y junto al que ha tiranizado la liga las dos últimas décadas. El domingo se convirtió en el primer jugador de la NFL que disputa diez finales (en las grandes ligas estadounidenses solo él y LeBron James lo han logrado en los treinta últimos años), será el cuarto quarterback en ser titular en una Super Bowl con dos franquicias distintas, el tercero en jugar el partido por el título en tres décadas distintas... Ningún otro quarterback ha sido titular en una Super Bowl habiendo cumplido 40 años, él lo hará por tercera vez; ningún otro jugador en su puesto ha pasado de las 27 titularidades en play-offs, él ha batido a 27 quarterbacks diferentes en las eliminatorias por el título.

A sus 43 años, su apetito competitivo es insaciable. Tiene contrato por un curso más y su viejo deseo de jugar hasta los 45 ya no parece una locura. Nunca se relaja y está pendiente de cualquier detalle para mejorar. Horas después de firmar por Tampa, llamó a Ryan Jensen, center titular a cuya espalda se coloca el quarterback para recibir el balón cuando se pone en juego, y le dio instrucciones claras: "No me gusta nada el sudor en el trasero de los centers, te vamos a colgar una toalla y llenar de polvos talco esa zona". Cosas de The GOAT.

Los Buccaneers, que jugarán la Super Bowl en su estadio, llevaban doce campañas sin jugar los 'play-offs' y su único título data de 2002

Se jugará su séptimo título contra los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes, el mejor 'quarterback' de la nueva generación