Bilbao - Decepción absoluta para Kerman Lejarraga. El revólver de Morga apenas pudo estirar los brazos en la revancha contra el ruso David Avanesyan, el único que le había aplicado una derrota, el que le arrebató la condición de campeón europeo el pasado marzo. “Esta revancha era necesaria para mí”, aseguró el vizcaino antes del combate por la reconquista del Campeonato de Europa del peso wélter. Sin romper a sudar, prácticamente sin tanteo, tocó la lona en dos ocasiones y el árbitro dio por concluido el pleito en el primer asalto, cuando apenas habían discurrido dos minutos. La sorpresa fue mayúscula. Lejarraga no transmitía incapacidad de continuar.

“El final va a llegar más temprano; no va a haber asaltos de tanteo”, adelantó el entrenador de Avanesyan, Carl Greaves. El amanecer del combate, sin embargo, se antojaba como una suerte de maratón. ¡Quién lo diría una vez visto el desenlace! Porque el respeto del planeta se citó en el Bilbao Arena con el tañido de la campana, cuando el primer asalto comenzaba a descontar segundos. Que voy, que no, que te pego, que no.

Así transcurrieron unos 40 segundos. Con paz y armonía de cara a la galería, pero con dos tipos gestionando los nervios para no largar un brazo impreciso que arrojase las primeras sensaciones. Si fallas el primer golpeo, empiezas perdiendo; si conectas, arriba la moral. Lejarraga ya anticipó que trataría de ser más estratega que en el capítulo anterior. “Se lo puse fácil. Tiré de corazón más que de cabeza”. De modo que reprimió el ímpetu. “Ser más pausado, evitar las precipitaciones”. Se abrazó al manual escrito en verano, durante su campamento en Los Ángeles, y fundamentado en evitar los errores del 30 de marzo.

En este ejercicio de sosiego Lejarraga trató de empujar a Avanesyan hacia las cuerdas, sabedor de que su estilo es el de la invasión del espacio, el de la búsqueda del golpeo. Ava reculaba sin encajar. Los dos abanicaban el aire. Ninguno puso el brazo en ángulo de 90 grados. Una oda a la paciencia. Las hostilidades se desataron superados esos 40 segundos de danza sin violencia. Parecía la coreografía de un baile, hasta que se desencadenó la tormenta. Avanesyan volvió a ser esa centella que parece orbitar sobre su rival. El movimiento de pies, la velocidad y la agilidad le hacen invisible. Aparece y desaparece. Lejarraga se mostró incómodo en cada lanzamiento. Sus puños llegaban cuando el ruso ya se había ido.

Ava es un maestro de la esquiva. Pero también un contragolpeador de escuela. Y así llegó el primer susto para Lejarraga, que perseguía una sombra. Disparó El revólver, pero el campeón respondió con una izquierda que arrugó el rostro del aspirante. Le sentó en la lona. Como un saco. Sin opción de sostenerse en pie. Fuerza, rapidez y precisión. Perfecto el ruso, aprovechando la apertura de la guardia rival. Uno de esos golpes que, al recibirse sin haber calentado el cuerpo, pueden finiquitar un pleito.

Sin embargo, Lejarraga se levantó, recibió la cuenta atrás y el árbitro reanudó la pelea. Pero el fantasma ya era real. Se llamaba David Avanesyan, que no permitió oxigenaciones. Soltó una ráfaga de Uzi. Pim, pam, pum. Lejarraga absorbió cada bala. Sin bloqueo, sin pies, sin cintura, sin cuello. Sin defensa. Una esponja. El epílogo de la combinación fueron dos derechazos a la cabeza, mientras las rodillas de Lejarraga comenzaban a doblarse. A la lona de nuevo el aspirante.

Con la metralla en el cuerpo, Lejarraga volvió a erguirse. El árbitro le miró al rostro. Kerman dirigió la mirada a su esquina y seguido se decidió el K.O. técnico. ¿Confundió el árbitro algún gesto o consideró que el aspirante estaba grogui? El aspecto de Lejarraga era de poder seguir. La sentencia ya se había dictado. No hay venganza y sí un Avanesyan que retuvo el cinturón como jamás pudo imaginar. Lejarraga no lo podía creer. “¿Pero qué haces?”, espetó al referí. No había vuelta atrás.

“Si gano no seré el mejor del mundo y si pierdo no estaré acabado”. Era el manifiesto de antes del duelo. Lejarraga (28-2-0, 23 K.O.) quiso relativizar cualquier desenlace. A sus 27 años su boxeo no está agotado. Tiene por conquistar las vastas fronteras de la experiencia. Si desea, tiene cantidad de peleas por delante y la posibilidad de comer del fruto del conocimiento que aporten las mismas. Si bien, sus aspiraciones pasarán por su capacidad de progresar, de evolucionar a base de trabajo, de esfuerzo. Porque si quiere encararse contra los mejores -y Avanesyan (25-3-1, 13 K.O.) entra en esa terna como campeón del mundo que fue y campeón de Europa que es- y albergar esperanzas de victoria, debe seguir potenciando sus virtudes y camuflando sus carencias. Porque no hay boxeador perfecto, sino aquel que mayor rendimiento obtiene de sus cualidades.

otros resultados En la velada, Ibon Larrinaga (13-3) se impuso a Jon Martínez (6-6) por decisión unánime de los jueces a los puntos; Samuel Molina (13-0) doblegó a Brian Peláez (8-5) a las cartulinas con opinión general de los jueces; Salvi Jiménez (4-0) superó a Edwin Téllez (3-5) por decisión conjunta; Mario Ospina (4-0) venció a los puntos Franklin Flores (0-5); David Soria (7-0) ganó por K.O. técnico en el cuarto asalto a Beka Murjikneli (4-11), sustituto de José Manuel López Clavero, que ayer debería de haber peleado en la eliminatoria por el título de España de la categoría superwélter.