Bilbao - La breve temporada del tenis sobre hierba llega a su punto culminante desde mañana en Wimbledon, esa rareza en estos tiempos de globalización. Que en el Grand Slam londinense son muy suyos ya se sabía, por eso resulta algo sorprendente la polémica que se ha montado a cuenta de que Rafa Nadal haya sido relegado al tercer puesto de los cabezas de serie en beneficio de Roger Federer. Probablemente, no sea justo, como ha denunciado el tenista balear, pero es algo que se ha hecho siempre y que ahora se ha puesto de manifiesto por lo que ha afectado al cuadro de enfrentamientos. Nadal y Federer podrían verse en las semifinales mientras por el otro lado Novak Djokovic, actual campeón, tiene un recorrido, en teoría, más amable en busca de su quinto título con unas posibles semifinales ante Kevin Anderson, al que también se ha premiado como último finalista con la cuarta posición entre los favoritos, siendo como es octavo en el ranking mundial.

La principal preocupación de Nadal, que no ha competido desde Roland Garros, ha sido “adaptar el cuerpo y ajustar algunos detalles técnicos” como el servicio para una superficie en la que ya ha demostrado que es capaz de jugar muy bien. De hecho, el año pasado cayó en una épica semifinal ante Djokovic que tuvo que jugarse en dos días y que también tuvo polémica ya que se jugó con el techo de la central cerrado. El campeón en París cree que va a tener tiempo para “ponerme competitivo” y le hará falta ya que debutará ante el japonés Yohichi Sugita, pero en la segunda ronda le puede tocar Nick Kyrgios, un tormento para él últimamente y un rival imprevisible en cualquier caso.

Federer, por su parte, tiene en su mente alcanzar su noveno título en Wimbledon a un mes de cumplir los 38 años y veinte después de su debut en el torneo, lo que supondría un hecho histórico. El suizo llega de ganar en Halle y en un momento de tranquilidad en su juego que obliga a tenerle en cuenta de nuevo. La realidad es que desde que Federer ganó su primer título en 2003 las cosas han cambiado en la hierba londinense, ya no hay especialistas y desde entonces solo él, Djokovic, Nadal y Murray han conseguido ganar. “Muchos jugadores son capaces de moverse bien aquí, sobre todo la primera semana”, comenta Federer, aunque al final, y eso sí es tradición, siguen ganando los mismos de siempre. “Djokovic, Nadal y yo nos seguimos empujando”, dice.

El serbio encontró el año pasado “un punto de inflexión” en Wimbledon y ahora vuelve como número 1 del mundo. Djokovic puede ganar su quinto título y eso le permitiría superar a Rod Laver e igualar a Bjorn Borg, lo que hablando de la hierba son palabras mayores. Djokovic, como Nadal, tampoco ha jugado un torneo oficial desde que cayó en semifinales de Roland Garros, pero aclara que “en estos momentos mi prioridad absoluta son los Grand Slams”. Y es que esa cerrada carrera entre el Big Three añade aún más alicientes al torneo de las tradiciones, que verá a Andy Murray, aunque de momento solo competirá en dobles con el galo Pierre-Hughes Herbert tras salir de la exitosa operación de cadera que le ha hecho recuperar el optimismo sobre su futuro en el tenis.

EL RETO DE BARTY El torneo femenino será, por su parte, un reto para Ashleigh Barty, la australiana que a la chita callando y con gran mérito ha llegado al número 1 del mundo. Desde 2002, solo Serena Williams ha logrado encadenar Roland Garros y Wimbledon y Barty, si aguanta la presión, tiene esa oportunidad porque, en teoría, su juego se adapta mejor a la hierba. En tercera ronda, podría verse con Garbiñe Muguruza. La de Caracas debutará ante la brasileña Haddad-Maia y, de nuevo, la incógnita es su ritmo de juego ya que no compite desde París para recuperar algunas molestias físicas. Muguruza llega como vigésimo sexta favorita, su peor puesto desde agosto de 2014, y, lógicamente, le espera un duro recorrido para volver a brillar donde ganó en 2017 y después de haberse quedado este año en octavos de final de Australia y Roland Garros. Pero, una vez más y sin que suena a tópico, cualquier cosa puede pasar en Wimbledon.