ECÍAMOS la semana pasada, a propósito de la competencia para decidir sobre la reapertura de los estadios y pabellones al público en este momento de la pandemia, que el Gobierno central acababa de manifestar por boca de sus ministros su opinión contraria a la misma. El pasado miércoles, sin embargo, en un nuevo giro de criterio del Ejecutivo Sánchez (o más bien de falta del mismo) nos dicen que sí, que sí que procede la vuelta de público en las dos jornadas finales de Primera y Segunda División de fútbol y en la liga ACB de baloncesto, porque supone "un mensaje positivo y un elemento de reconocimiento a los lugares en los que están bien". El plácet gubernamental dice extenderse a aquellas comunidades autónomas que cumplan determinados parámetros (fase 1), lo que habrá de concretarse al parecer según los datos de dos días antes de cada partido. Sorprendente.

Recordaremos de entrada, y de nuevo (como lo hacíamos el anterior sábado) que la competencia para autorizar la presencia o no de público en los eventos masivos, sean deportivos o no, sean o no de ligas profesionales, corresponde al Gobierno vasco en nuestro ámbito (por sus facultades en materia de sanidad y de espectáculos públicos), y lógicamente al resto de las comunidades autónomas que así lo tengan previsto en sus estatutos. Por lo tanto, y fuera del tiempo ya del estado de alarma, nada puede decidir sobre el particular la Administración del Estado, y tampoco el Consejo Superior de Deportes, que no es sino un órgano adscrito a aquélla. Decíamos, y reiteramos, que la función que reserva la ley al CSD en las ligas de fútbol y baloncesto no es de regulación ni de resolución sobre la asistencia o no de público, lo que corresponde entre nosotros al Gobierno vasco. El criterio del CSD y del Gobierno central, por consiguiente, no es el decisivo, y así lo han de entender también (imaginamos) el resto de las CCAA.

Sentado lo anterior, y si en función de los datos sanitarios en cada autonomía se produce la apertura o no de estadios y pabellones, estamos ante un mapa asimétrico. En unos recintos habrá público animando a los suyos y en otros no. En todo caso una clara desigualdad de armas deportivas. No importa que ello haya acontecido ya en categorías inferiores, y tampoco lo que verbalice la liga negando la evidencia. Se trata sí de una afectación a la competición, de un desequilibrio entre los contendientes. No lo decimos nosotros, así expresamente lo calificaba el propio ministro de Sanidad Salvador Illa cuando se consideró el mismo tema al final de la temporada anterior: "hay que garantizar la equidad de la competición, no puede ser que en unos sitios se haga de una forma y en otros no". En el mismo sentido se pronunciaba la ministra portavoz Montero, contraria al desequilibrio en el "territorio nacional". Pero es que el ministro del ramo, es decir de Cultura y Deporte, Rodríguez Uribes, hace apenas unos días declaraba: "cada comunidad autónoma tiene una situación diferente y que haya público en unas y no en otras puede producir desigualdad".

Eso era ayer. Hoy ya no hay al parecer desequilibrio entre los competidores en la sacrosanta liga española de fútbol, o en la de baloncesto. ¿Dónde está aquella necesaria equidad e igualdad entre territorios? ¿No se afecta así a los resultados en el momento decisivo de resolución de los campeonatos?

Tenemos el claro ejemplo del Eibar, que se juega la permanencia a cara de perro en estas dos últimas jornadas ligueras. El equipo armero jugará la penúltima jornada ante público ajeno en Valencia, y en la última, en un partido que puede ser dramático frente al Barcelona, no podrá contar con el apoyo de su afición. Su directo rival en la lucha por evitar el descenso, el Elche, en cambio, contará con el público de su lado en el partido final ante el Athletic.

Para añadir más perplejidad al asunto de la reapertura, ayer mismo el ministro de Interior, desconociendo su aún mayor incompetencia en la materia, afirmó que para la Eurocopa está "fijado" un aforo de 16.000 personas en La Cartuja, derivado del compromiso con la UEFA que explica la retirada de la sede a Bilbao, que no podía asegurar tal presencia de público. Es decir, además de suplantar de nuevo la competencia autonómica, viene a apartarse del propio criterio establecido por su gabinete para los partidos de liga, y adelanta una presencia de público en Sevilla que hoy no puede permitirse por razones sanitarias. Ustedes mismos.