Javi Gracia se puso farruco el pasado mes de octubre, hasta el punto de presentar su dimisión ante Anil Murthy, un presidente títere y a las órdenes del dueño del Valencia, Peter Lim, que desde el lejanísimo Singapur maneja los hilos del club a conveniencia de sus intereses desde que en 2014 adquirió el 70,4% de las acciones de la entidad levantina. Las ínfulas del técnico navarro se disiparon enseguida, en cuanto la propiedad le reclamó los tres millones de indemnización que figuraban en el contrato para poder marcharse. Javi Gracia no tuvo otra que quedarse y aguantar con resignación la deriva de un equipo descapitalizado. Hasta ayer lunes, que fue destituido y relevado por el bomberoVoro, Voroque se hará cargo del primer equipo por séptima ocasión para resolver otra situación de crisis.

El cese se produce además tras una derrota que parecía lógica, un 2-3 frente a un contrincante poderoso como el Barça que además se estaba jugando el campeonato liguero. Pero también quedó patente el vértigo de ver al equipo en la decimocuarta posición, con 36 puntos, a seis de los puestos de descenso a falta de cuatro jornadas y con el Valladolid, que sí se la juega de verdad, como próximo contrincante. En los últimos seis partidos, el Valencia solo ha sido capaz de sumar tres puntos sobre 18 posibles.

Al parecer, la probabilidad de una catástrofe ha provocado el pánico en el dueño del club, que finalmente opta por quitarse de encima a un entrenador desmotivado, aunque muy profesional, y poner a Voro para buscar el tan manido revulsivo. De cara a la próxima temporada ya se habla de Diego Martínez, actual entrenador del Granada.

Nada que ver cuando Peter Lim decidió fulminar a Marcelino García Toral, actual técnico del Athletic, al poco de ganar la Copa de 2019 ante el Barça y clasificar al equipo valencianista para la Liga de Campeones. El entrenador asturiano tuvo la osadía de mostrar de manera pública sus desavenencias con el magnate asiático y ahí se acabó una bonita historia de éxitos. Prácticamente la única. Poco después echaron a Mateu Alemany, el director deportivo que impulsó la breve época de bonanza y que ahora ha sido reclutado por Joan Laporta para el Barça.

En los siete años de gestión de Peter Lim, por el Valencia han pasado doce entrenadores, si bien la mitad de las veces ha tenido a Voro como protagonista.

Descapitalización y malestar

Sin embargo en la mala situación futbolística del equipo valencianista tiene mucho que ver la evidente descapitalización de la plantilla, con la venta de los mejores jugadores para cuadrar los números (Parejo, Coquelin, Kondogbia, Ferran Torres, Rodrigo Moreno, Cristiano Piccini...). Al contrario, las promesas que en la dirección le dieron a Gracia para contrarrestar la marcha de tanto talento cayeron en saco roto.

Porque para Peter Lim el Valencia es uno de sus muchos negocios. Lejos queda los agasajos de la afición cuando se hizo cargo de un club llevado a la ruina por la nefasta gestión de prohombres de la región, eso sí, muy valencianistas, que dejaron la entidad en manos de Bankia.

La hinchada sigue pagando los desmanes de sus anteriores gestores y entre los numerosos conflictos en los que está envuelto el Valencia sobresale el asunto del futuro estadio, cuyas obras llevan paradas once años. El magnate asiático no tiene interés alguno en invertir otros 150 millones para acabar el recinto futbolístico, lo cual supondría la pérdida para el club de más de 20 millones de euros al concluir el plan urbanístico firmado con la Generalitat valenciana, que permite la edificabilidad del viejo Mestalla.

La afición está sin embargo atrapada en su propia trampa y tampoco tiene la oportunidad de desfogar su frustración contra el palco de Mestalla. Por ello ha convocado este sábado 8 de mayo una manifestación junto al campo de Mestalla, impulsada por el grupo Libertad VCF, que se prevé multitudinaria. Exigirán que el club regrese a los aficionados, pasando por alto que para ello deben reunir mucho dinero y comprárselo a Lim, insensible allá, en el lejano Singapur.