UEVE de mayo de 2012. Arena Nacional de Bucarest. Final de la Europa League entre Athletic y Atlético con noventa minutos por delante para besar la gloria. El cartel de favoritos, ganado a pulso durante el torneo, corresponde a los leones, brillantes en el relato continental bajo la batuta de Marcelo Bielsa gracias a exhibiciones como la de Old Trafford, donde un tornado rojiblanco devoró al Manchester United de Alex Ferguson en plenos octavos de final. El rival a batir en la cita final por el título, con las gradas repletas de sueños a un solo paso de cumplirse, no es otro que el cuadro colchonero, verdugo en semifinales del Valencia en el primer curso de Diego Pablo Simeone al frente del Atlético. A partir de ahí, lo ocurrido una vez el balón echó a rodar en la capital rumana hace hoy ocho años, forma parte de una pesadilla que padecieron al unísono jugadores, técnicos y aficionados bilbainos, que vieron con suma impotencia cómo los hombres del Cholo se imponían 3-0 con dos goles de Radamel Falcao, el primero a los seis minutos, y un tercer tanto del brasileño Diego Ribas.

Aquel encuentro, que pudo convertir en inmortales a los de Bielsa y dar vuelo a un proyecto que tocaría a su fin solo un año después, lo cambió todo. Dejó seriamente tocada la moral de la tropa bilbaina, incapaz de contener las lágrimas tras el choque, y dio el pistoletazo de salida a la época dorada de un Atlético que, titubeante hasta entonces, despegó en Bucarest. Lo recuerda con plena satisfacción el excolchonero y ahora jugador de Osasuna, Adrián López (Teverga, 1988), titular en tan determinante cita tras sellar con un gol en Mestalla el pase de su equipo a una final que él mismo se encargó de acercar con once dianas en el torneo, y con máxima amargura Gorka Iraizoz (Iruñea, 1981), quien nada pudo hacer bajo los palos por contener el huracán madrileño en un envite en el que la resignación se apoderó de los pupilos de Bielsa.

"Siempre es triste perder una final y más con la ilusión que tenía aquel día toda la familia del Athletic, porque no pudimos poner el broche a aquella Europa League, pero a medida que va pasando el tiempo se va recordando de otra manera", confiesa a DEIA Iraizoz, quien, ya retirado, admite que "lo recordaríamos mucho mejor si se hubiera ganado, pero ahora viene a la memoria el cariño que recibimos, lo difícil que es llegar a una final y la parte histórica y positiva de lo que vivimos durante la competición, porque el camino que recorrimos no pude ser borrado al conseguir gestas muy importantes entre medias". "No hubo un exceso de presión, solo que el Atlético hizo mejor las cosas aquella noche", asegura el tercer guardameta con más partidos en la historia del Athletic, que no olvida lo "duro" que fue hacer frente a noventa minutos en los que "nos vimos superados por el rival". "Hubo que asimilarlo en el plano colectivo y personal y aprender de lo que ocurrió aquella noche para continuar y seguir creciendo", destaca el iruindarra, que no olvida que "llegamos a aquella final con una buena trayectoria y un juego muy vistoso y efectivo, jugando partidos que marcaron mucho y todo el mundo había cogido como referencias, mientras que el Atlético estaba en línea ascendente con el Cholo. Para nosotros estaba al 50%, aunque ellos pudieran verlo de otra manera por su dinámica".

"el athletic era favorito"

Con distintas sensaciones, como indica Iraizoz, afrontaron la final los de Simeone. "El Athletic era más favorito que nosotros para llevarse el título", subraya Adrián, quien reconoce que el partido "parecía que iba a ser más complicado de lo que finalmente fue viendo el marcador, porque ellos llegaban en un momento muy bueno tras hacer un grandísimo torneo eliminando a rivales importantes y practicando un juego muy bueno".

"Aquel Athletic de Bielsa era un equipo muy completo, hacía un gran esfuerzo físico con marcas individuales por todo el campo y tenía grandes jugadores en todas las posiciones, pero nos adelantamos muy pronto con un golazo de Falcao y eso nos dio mucho, mientras que para ellos fue un mazazo, al igual que nuestro segundo gol, con el que logramos tener bajo control la final", rescata el asturiano, que no vio ningún síntoma de "nerviosismo" en los leones y, ocho años después, mantiene "algunos piques" en el vestuario de Osasuna con el exrojiblanco Iñigo Pérez, a quien se enfrentó en una final en la que el Athletic, impecable hasta entonces, vivió una imborrable pesadilla.