En un Tour de Francia tan extraño como el que se presenta, sin apenas referencias competitivas, tengo la impresión de que la tercera semana se puede convertir en una cuarta que no existe, pero que será muy real por sus consecuencias. Creo que será un Tour donde las diferencias sean más amplias que en las últimas ediciones. Lo que antes eran diez segundos, se pueden convertir en un minuto y ese minuto, en cinco. Tengo la intuición de que asistiremos a una carrera en la que la semana alpina hará muchísimo daño. La aproximación a la carrera francesa ha sido inédita, completamente distinta a lo que estamos acostumbrados y eso generará dudas. Si dudas, tienes un problema. Eso provocará que asistamos a muchas sorpresas, más en un recorrido que desde la primera semana servirá para seleccionar el grupo de aspirantes a vencer en París.

La segunda etapa será la piedra de toque para los favoritos, que deberán estar muy atentos durante la primera semana, con dos finales en alto. Como siempre, en el Tour habrá tensión y nervios, pero tal vez a partir de la segunda etapa se ordene un poco el día a día. Los escaladores, que son los que aspiran a ganar por el recorrido montañoso, al menos sabrán cómo están. Les servirá para medirse. Eso sí los Pirineos, aunque sea un clásico, no dirán quién levantará el trofeo en los Campos Elíseos de París, pero seguro que señalan al que no vaya hacerlo. Como toda carrera de fondo, será una carrera de eliminación y supervivencia. Selección natural. En ese aspecto, las etapas pirenaicas despejarán el camino.

Para los que pasen el corte de Pirineos con posibilidades para la general, será fundamental que no se despisten en el Macizo Central, un paraje en el que dependes mucho del equipo. Son etapas muy peligrosas, de media montaña, en la que muchas veces los corredores están centrados en las jornadas de alta montaña que vienen y pueden perder el paso si no están atentos. No es un problema propiamente dicho para un buen escalador, pero si pierdes una rueda en jornadas en las que se va muy rápido, en las que no dependes exclusivamente de tus fuerzas, estás vendido. En muchas ocasiones, el Macizo Central otorga más diferencias que las etapas de montaña propiamente dichas.

Eso sí, tengo la impresión de que la tercera semana, con los Alpes, va a ser infernal y asistiremos a hundimientos a mayores diferencias de las habituales. Pienso que serán unas etapas muy duras y complicadas. En ese aspecto, el Tour será una realidad corregida y aumentada de lo que vimos en el Dauphiné. De hecho, creo que tal vez para la contrarreloj del penúltimo día todo puede estar decidido. Los esfuerzos generosos se pagarán carísimo con sufrimientos dolorosos. Las diferencias se multiplicarán. Algunas carreras ya están marcando esa tendencia y creo que el Tour será un ejemplo de todo ello. Creo que asistiremos a la cuarta semana del Tour, lo que nunca hemos vivido antes.