bilbao - Y al final llegó el final. En Tours, en Francia, el 13 de octubre de 2019, pasadas las 17.30 horas, se fundió a negro para siempre la historia espléndida del Euskadi-Murias, su ilusionante proyecto. El escuadrón compuesto por Ander Barrenetxea, Urko Berrade, Juan Antonio López-Cozar, Sergio Rodríguez, Mikel Aristi, Fernando Barceló y Mikel Iturria fue la última alineación presentada por el Euskadi-Murias. Cinco años después de su nacimiento, el conjunto vasco cerró su travesía, impedido por la falta de sustento económico para su crecimiento. El Euskadi-Murias, el relevista en lo imaginario del Euskaltel-Euskadi, construyó una bella biografía desde el belén de la humildad. Nació pequeño y débil, como una criatura prematura, pero se hizo alto, fuerte y lozano. Se esforzó en ello nutriéndose con el alimento del trabajo y la ambición, los ingredientes innegociables de una escuadra valiente que ideó Jon Odriozola, el capitán de un barco que tuvo que navegar en las procelosas aguas del ciclismo profesional en tiempos de zozobra. La singladura no fue sencilla, pero en el Euskadi-Murias siempre mantuvieron el rumbo fijo, convencidos de su idea, alumbrados por la misión de recuperar las constantes vitales del ciclismo vasco, diezmado tras el velatorio del Euskaltel-Euskadi. Esa fue su victoria. Mantener encendida la luz del ciclismo vasco para dar cobijo a un buen puñado de ciclistas.

Sobre ese suelo, pero sin techo, el cielo era el límite, o tocar el Tour en esto del ciclismo, el Euskadi-Murias impuso el verde esperanza con actuaciones cada vez más solventes. Desde su primer triunfo con Imanol Estévez, en marzo de 2016, un año después de situarse en la carretera, el equipo vasco, paso a paso, siempre elevó sus prestaciones para instalarse durante sus dos últimas campañas como Continental Profesional, el trampolín hacia mejores carreras. Era la puerta de acceso a pruebas como la Itzulia, la Clásica de San Sebastián o la Vuelta. El indiscutible crecimiento deportivo, no obtuvo, sin embargo, el refrendo económico suficiente. El proyecto murió por inanición. El Euskadi-Murias, repleto de ilusión, siempre padeció cierto aire de provisionalidad a pesar del incondicional apoyo de la empresa constructora Murias, los cimientos y la clave de bóveda del proyecto.

Pero solo con ese sostén, a la formación, que no encontró el cobijo institucional de antaño, le resultó imposible sobreponerse. “Desde que surgió el proyecto teníamos muy claro que llevar el nombre de Euskadi era una gran responsabilidad y teníamos unos niveles de exigencia que había que cumplir. Teníamos que ser capaces de lograr éxitos deportivos importantes. Creo que lo hemos logrado con creces, con etapas en grandes vueltas”, describió Jon Odriozola tras el anuncio de la desaparición de la estructura. La necesidad de expansión del Euskadi-Murias, subrayada con hitos como las victorias de Óscar Rodríguez en la Camperona en la Vuelta de 2018, la conquista del Tour de Turquía por Eduard Prades y el triunfo de Mikel Iturria en Urdax en la pasada edición de la Vuelta, colisionaron con la realidad económica.

final traumático Su enérgica y sugerente actuación en la carretera no encontró reflejo en la financiación del proyecto. Además, la idea de fusionarse con la Fundación Euskadi, invitación realizada por el Euskadi-Murias durante la Itzulia, no fructificó. Asi, los nubarrones fueron envolviendo a la escuadra vasca. Ocurrió que la victoria de Mikel Iturria pareció revivir el proyecto. La continuación del Euskadi-Murias estaba a un palmo hasta que los acontecimientos giraron bruscamente hasta el peor desenlace. Lo anunció DEIA en exclusiva. Finalmente, la ampliación de capital para sujetar el equipo no llegó. Eso implicó, de facto, la desaparición de la estructura, que certificó la escuadra mediante un comunicado el pasado 30 de septiembre. Era el acta de defunción de un sueño.

En su despedida, “tras haber recibido cientos y cientos de mensajes de apoyo me he dado cuenta de lo que realmente hemos conseguido y quiero dar las gracias por todas las muestras de cariño que he recibido en los últimos días”, disertó entonces Jon Odriozola, el mánager de la formación expuso que “en estos cinco años hemos llegado a la excelencia, con una mejora continua del calendario y dos años seguidos en la Vuelta, convirtiéndonos en un equipo referente en esta carrera. A pesar de haber ganado tantas carreras, el gran éxito ha sido llegar a la gente y crear un equipo en el que muchos se han visto reflejados”. Odriozola argumentó que “nuestra apuesta clara por la cantera ha dado sus frutos, pues hemos dado la primera oportunidad profesional a ciclistas que en el futuro nos darán grandes alegrías”. El preparador guipuzcoano sostuvo que el trabajo del Euskadi-Murias en este tiempo ha servido para “mantener la llama del ciclismo vasco”. Hasta ayer. El Euskadi-Murias no tendrá más luz, apagado para siempre. En la París-Tours colgó su último dorsal. No habrá más imperdibles.