bilbao - En Bruselas los cuellos se giran al paso de Eddy Merckx, el ciclista, El Caníbal. El belga lo quería todo y siempre. De ahí el apodo tan voraz. Nadie hubo como él, por eso le rinde homenaje el Tour de Francia, la carrera que doblegó en cinco ocasiones. En la conmemoración de los 100 años del maillot amarillo, -un invento de Henri Desgrange (el color hace referencia al tono con el que se imprimía L’Auto, el periódico fundado por él) a petición de los periodistas que seguían la carrera y que necesitaban un distintivo para reconocer al mejor-, también asoma el colosal Merckx, el hombre que más lo vistió entre aquellos que le igualaron el palmarés a triunfos totales: Jacques Anquetil, el pionero, Bernard Hinault, el heredero francés y Miguel Indurain, el último en tallar sus letras en el gran memorándum. Chris Froome, el icono más reciente, cuatro coronas las suyas (2013, 2015, 2016 y 2017), pretendía abrazar al cuarteto de los campeones, pero se estrelló en un muro en el Critérium Dauphiné y su Tour se hizo añicos. No se sabe qué será de Froome cuando vuelva. No existe certidumbre al respecto. De momento, está en casa tras recibir el alta 22 días después de su accidente.

Así que en Bruselas, cuando la gente deja de mirar al móvil, estira el cuello y rastrea lo que tiene delante. Inmediatamente trata de encontrar consuelo en otros dorsales, otros rostros. Tal vez por la familiaridad, aunque el maillot no sea el del Sky y se llame Ineos, los rostros escrutan a Geraint Thomas, el último vencedor. “Hemos hablado mucho en el seno del equipo y pensamos que tenía sentido venir con dos líderes, que eso nos daría más opciones. Egan y yo trabajaremos duro el uno para el otro y para el equipo durante las tres semanas”, expone Thomas. El galés partirá con el dorsal 1 a la espalda y la intención de repetir la gesta de 2018. “He completado un buen entrenamiento tras la caída y me siento preparado. Haber ganado el Tour el año pasado fue el momento más importante de mi carrera y será especial llevar el dorsal número 1. Los recuerdos de 2018 no se borrarán nunca, pero ahora hay que generar otros nuevos”. A un palmo del galés, flota el perfil de Egan Bernal, el campeón que viene, para muchos. “Una cosa es decir que estoy listo y otra decir que soy favorito. Tenemos a Thomas, que es el último campeón del Tour. Yo me estoy sintiendo muy bien, a ver qué pasa en estas etapas”, analiza Bernal. El colombiano es la segunda opción. Pero no del todo. Es ambicioso. “Tenemos dos líderes, él es el primero y yo la segunda opción. Yo estoy dispuesto a trabajar por él si lo necesita, no tengo problemas. Pero cuando haya una subida larga, si no tiene piernas, no le vas a esperar porque el equipo te diga que es el líder”.

No está Froome pero sí el Ineos, el equipo que fabrica vencedores del Tour. Para ellos dispondrá sus piernas Jonathan Castroviejo. La estrella del Tour permanece aún camuflada hasta que su luz ilumine París. Los Campos Elíseos quedan lejos de Bruselas. A 21 días de travesía. En el extrarradio del gigante británico hay quien ve el brillo entre los escaladores en un Tour amputado de crono. Habrá una por equipos mañana y una individual. Ambas de apenas 27 kilómetros.

la oportunidad de landa En ese grupo de candidatos está instalado Mikel Landa (Movistar), que entiende que sin Froome la carrera adquiere otra dimensión. “Creo que este año el podio está más abierto que otras veces. Que no esté Froome hace que sea una carrera más abierta. Parece que no hay un claro favorito por encima el resto. Si las cosas van bien y no tengo ningún percance me veo peleando por el podio”, sostiene Landa, que fue cuarto en el Tour de 2017. La escasez de kilómetros contrarreloj sonríe al alavés, que tratará de sacar partido a su potencia de escalador, sobre todo, en el cierre alpino. “El hecho de que no esté Froome va a animar más a la gente. El que no se unan el máximo candidato y el equipo más fuerte abre más la carrera. Sin Froome se perderá ese morbo de que podría ser su quinto Tour, pero la carrera se abre para otros”, desgrana Landa, que precisa que la clave será poder soportar el voltaje del Ineos. “Es un equipo al que no le da miedo coger la responsabilidad de la carrera, que la ata, que la cierra, que la conoce bien. Thomas, por lo que hizo el año pasado, arranca como favorito, y Bernal viene demostrando que es un claro candidato a la victoria final”, resuelve el de Murgia, que compartirá galones con Nairo Quintana, que también desea coronarse en París. La jerarquía la decidirá el inclemente julio francés.

En otros equipos no existen gobiernos de cohabitación, ni coalición ni cooperación. Jakob Fuglsang (Astana), vencedor del Dauphiné, comanda a los kazajos con la intención de asaltar el trono. Pello Bilbao, que debuta, Omar Fraile y Gorka Izagirre cuidarán del danés, que está completando una campaña extraordinaria. “Fuglsang es el corredor que más miedo ha metido esta campaña. Es uno de los favoritos. Adam Yates seguro que está bien. También está Nibali. A Pinot se le ve muy bien tras apostar todo al Tour”, recita Landa, que confía en las cumbres, su territorio. La montaña determinará el trono de los Campos Elíseos de París, al que también opositan Vincenzo Nibali (Bahrain), vencedor en 2014, Romain Bardet (Ag2r), Thibaut Pinot (Groupama), Rigoberto Urán (Education First) Adam Yates (Mitchelton) o Richie Porte (Trek). Todos al acecho de la gloria en el año I después de Froome.