ÓMO echó de de menos el Lointek Gernika a su público. Cómo echó de menos a esa marea granate que siempre le ayuda a palmear la pelota dentro del aro. Que defiende con silbidos y encesta a base de aplausos. Porque esta noche, el club vizcaino peleará por el primer título de su historia (21.00 horas) y no es lo mismo celebrar el pase a esa gran final junto a 300 espectadores, que hacerlo con toda la gran cuadrilla de Maloste. Con esa multitudinaria familia que si hubiera podido, habría llenado Miribilla. Pero las circunstancias son las que son, así que ayer la afición del Gernika disfrutó del partido ante el Valencia a kilómetros de distancia. En diferido y comiéndose las uñas. Sin cutículas después de la agónica prórroga. En el Bilbao Arena, en cambio, solo 600 afortunados pudieron entrar para disfrutar del espectáculo. Tal y como manda el Gobierno vasco. Así que entre jugadoras, cuerpo técnico, Federación y prensa, fueron menos de 300 las localidades que quedaron disponibles. Pocas, pero peor era nada. Así que se repartieron entre el futuro, entre la cantera y los clubes convenidos de Bizkaia, que cumplieron y ocuparon todos los asientos utilizables.

El Bilbao Arena se dispuso, tal y como ordena la normativa, con un asistente sentado por cada cuatro butacas. Así que el resultado fue una grada desangelada, con más amarillo y verde que granate. La megafonía recitaba las normas básicas: distancia, mascarilla e hidrogel. Era el primer partido de la Federación española con público tras el estallido de la pandemia. Era el primer encuentro de baloncesto femenino con asistentes y había muchas ganas. Pero era imposible que menos de 300 gargantas produjeran el mismo estruendo que 10.000 —que es el aforo de la cancha de Miribilla—. Así que el encuentro comenzó con un ambiente soso, con el público sin saber muy bien qué hacer. Había pasado mucho desde su último encuentro en directo. El marcador, que se puso con un 0-14 en contra del Gernika, tampoco ayudó. Pero en cuanto las de Mario López calentaron las muñecas, los asistentes aceptaron el reto de llenar el graderío vacío. Un rebote de Belén Arrojo levantó el aplauso y un triple de Margaret Roundtree elevó los decibelios. Pero fueron dos triples de Roso Buch los que despertaron a los pocos presentes.

Con el encuentro más igualado, la cuadrilla del Gernika, aunque mermada, volvió a ser igual de descarada y ruidosa. La prórroga y, sobre todo, los últimos dos minutos del encuentro, cuando las de López se pusieron por delante en el marcador, hicieron que los 300 presentes se desfogaran. Un triple de Milica Ivanovic desató un grito desahogado. Sin embargo, sus voces no consiguieron llenar el campo, ni siquiera cuando todos los asistentes se pusieron de acuerdo para animar. La afición lo intentó, pero el Bilbao Arena se les quedó muy grande. Con todo, las bufandas al aire dieron la bienvenida a la bocina final, que constató la presencia del Gernika en la final. En la pugna por el primer título de su historia. Así que esta noche, pase lo que pase, las granate volverán a echar de menos a su cuadrilla de Maloste, a la multitudinaria familia de Gernika, que querrá el trofeo, aunque no lo pueda celebrar.