AN pasado casi seis minutos del primer cuarto y Álex Mumbrú decide poner en cancha a Miguel Ruiz. La ausencia del lesionado Thomas Schreiner deja un hueco, otro más, en la rotación del Bilbao Basket y el técnico concede esos minutos al junior, a un chaval que hace poco cumplió 18 años. La primer misión de Ruiz fue emparejarse con Marcelinho Huertas, una leyenda de la ACB, que le dobla la edad. El pasado y el futuro del equipo bilbaino se dieron la mano en esta agridulce fase final de Valencia en un partido que acabó proclamado como el día del orgullo por el comportamiento de los jugadores y el gran planteamiento de Mumbrú.

Cuando el base brasileño jugó en el Bilbao Basket en 2007-08, en la primera gran temporada del equipo en la ACB, con Txus Vidorreta al mando, ya había una jugada llamada "Txipi", como en todas las campañas posteriores y anteriores. Ayer Mumbrú también mandó en un tiempo muerto jugar "Txipi" a una plantilla mermada de efectivos, pero llena de espíritu competitivo y confianza. "Las piernas están cansadas, pero la cabeza no", afirmó Jonathan Rousselle tras el triunfo que cumple una de las premisas básicas de esta cita que poner fin a la temporada del coronavirus: "No queríamos marcharnos sin ganar al menos un partido". Además, permite que el Bilbao Basket cuente con opciones matemáticas, aunque complicadas, de llegar a semifinales y borre la injusta sensación que había dejado la acumulación de desgracias, ya antes de llegar a Valencia.

Entre esos a los que dirigía ayer Álex Mumbrú estaba ese junior que ha sorprendido porque tiene desparpajo y tranquilidad para estar casi 16 minutos en cancha en una competición de élite sin que el equipo vea alterado su rendimiento. Siete puntos (una canasta con cambio de pivote y extensión, un triple desde la esquina y una bandeja al atacar el cambio en el bloqueo directo) llevaron su firma y eso también es motivo de orgullo porque cuando Marcelinho estaba en Bilbao la posibilidad de ver chavales jugando con la camiseta del Bilbao Basket en las categorías de formación era una quimera imposible. Ahora ya es posible y, aunque en otras circunstancias, Miguel Ruiz no habría tenido esta oportunidad, el caso es que le ha llegado y no ha desentonado. El camino no ha hecho más que empezar, aún quedan muchas cosas que pulir, muchas horas que meter con el balón y en el gimnasio, pero su presencia en pista es también un mensaje para él, para sus compañeros, para sus entrenadores y para el baloncesto de Bizkaia. Ahora ya hay una puerta abierta y quizás el esfuerzo y el trabajo merezcan la pena a la larga.

Ruiz acabó con cinco positivo en el +/- del equipo con él en cancha y formó parte de quintetos impensables hace unos meses. Pero aún así el Bilbao Basket jugó un partidazo en el que mostró un nivel de energía superior a su rival (quince rebotes más). Desplegó un notable arsenal táctico con defensas alternativas (1-3-1, zona tras fondos€) y solo sufrió ante las rachas de Nick Zeisloft, que debutaba en esta fase con el Iberostar Tenerife. Pese a las 16 pérdidas de balón, los bilbainos movieron el balón con intención. Los hombres de negro metieron 32 canastas de campo y firmaron 21 asistencias. Su distribución de balón les permitió sumar 40 puntos en la zona canaria y, además, encontraron en la segunda parte el acierto en los triples (5 de 11) para reforzar sus ventajas, al contrario de lo que ocurrió ante el Joventut.

El Bilbao Basket logró limitar la producción de la sociedad Marcelinho-Shermadini, un excelente Rousselle y Rafa Martínez, que asumió la responsabilidad, dieron la pausa necesaria a los ataques y la labor en la zona de Balvin, Lammers y Sulejmanovic cerró muchos caminos al ataque de los tinerfeños, que quizás no esperaban la resistencia que se encontraron. Pero el Bilbao Basket quería honrar su temporada, demostrar que su presencia en Valencia no admitía discusión. Jaylon Brown y Arnoldas Kulboka no han podido jugar ni un segundo, Schreiner camina ayudado de muletas y, por tanto, las excusas estaban a mano. No para este Bilbao Basket que desde el primer partido de su regreso a la Liga Endesa, precisamente ante el mismo rival de ayer, se empeñó en desmontar la lógica y los pronósticos. Si había que exhibir de nuevo el orgullo, el sentido de pertenencia a un equipo que ha enganchado a su afición, ninguna ocasión mejor que la de ayer.

El Bilbao Basket se empleó con mucha energía, dominó el rebote y desplegó una defensa inteligente que colapsó el ataque canario

Ruiz no desentonó y aportó siete puntos en dieciséis minutos pese a tener delante a ratos a una de las leyendas de la ACB