La ACB no ha querido dejar nada al azar y ha puesto todos sus esfuerzos en que la fase final de la Liga Endesa sea un espacio seguro, casi impoluto, desde el punto de vista sanitario. Se trata de evitar los contagios de coronavirus que arruinarían todo el torneo y también de reducir en lo posible el riesgo de lesiones cuando los equipos deben disputar un mínimo de partidos en semana y media. Velar por la salud de los jugadores, entrenadores y árbitros y, por extensión, de todos quienes están implicados en la organización del evento es una prioridad. Así, desde el principio la sede de Valencia reunía todas las condiciones para ser la elegida. El apoyo de las autoridades locales y de Juan Roig, mecenas del Valencia Basket, han sido determinantes para que no falte de nada y nada estropee una fiesta sobre la que tienen puestos sus ojos todo el baloncesto mundial.Las instalaciones de L’Alqueria del Basket son modélicas a nivel europeo y todo su entorno, con los hoteles muy cerca, permite crear esa burbuja de seguridad, esa zona libre de covid-19, en la que los doce equipos llevan instalados desde el jueves. Es un bunker de dos kilómetros cuadrados de extensión en el que están la Fonteta, donde se van a jugar los partidos, las pistas de entrenamiento y los alojamientos. Pero lo que marca la diferencia es que, además, la ACB ha montado un centro médico avanzado y dotado de los mejores medios para que los jugadores no tengan que desplazarse a un hospital, aunque estén los tres de referencia en un radio de diez minutos, y eviten el riesgo de contagios.

En la entrada del recinto, está instalado un control de temperatura que las expediciones deben superar diariamente y hay que portar mascarillas, mantener las medidas de higienización con el lavado de manos a la entrada y la salida y desinfectar el material y las zonas de paso común después de cada uso. Pero esto es solo una pequeña parte de lo que constituye un hospital cerrado, moderno y funcional en el que no falta de nada.

Un trailer de apoyo aparcado en el exterior estará atento a todo lo que ocurra, pero la En la pista 1 del fastuoso complejo valenciano, la ACB ha instalado espacios exclusivos para la prevención y recuperación de lesiones, que incluye aparatos para realizar resonancias magnéticas, radiografías y ecografías, además de treinta camillas, bicicletas estáticas, cámaras hiperbáricas, máquinas de magnetoterapia y presoterapia y otros aparatos para el estiramiento y los tratamientos musculares de frío y calor. Además, en la primera planta de L’Alqueria la organización pone también a disposición de los equipos especialistas en traumotología, ortopedia, cardiología, podología o dermatología, que pueden ser necesarios en la práctica del baloncesto, y otros como odontólogos, oftalmólogos y otorrinolaringólogos que pueden intervenir en caso de urgencia. Incluso se han instalado impresoras 3D para construir máscaras faciales que puedan resolver fracturas nasales o faciales.

el ocio, imprescindible

Con todo, desde el primer momento la ACB fue consciente de que había que proteger la salud de los jugadores, pero también mantenerlos entretenidos para que no tuvieran la sensación de estar prolongando el confinamiento que han vivido en sus domicilios desde marzo. Una vez empiecen los partidos, las rutinas serán más sencillas y apenas habrá tiempo para nada, pero durante la semana previa los equipos van a disponer en los hoteles de zonas de esparcimiento y ocio donde, como indicó ayer Rafa Martínez, “podemos jugar a las cartas, a las máquinas y convivir todos juntos” respetando siempre las medidas sanitarias. Además, el Oceanografic, cercano a los hoteles, estará cerrado en exclusiva para la ACB y los jugadores podrán pasear y visitarlo en sus ratos libres. Y es todos tienen claro que tan importante como preservar el físico es mantener la cabeza serena y centrada en lo que está en juego. Esta fase final es un desafío, una manera de dejar atrás esta pesadilla de tres meses.