BILBAO. Dejan Todorovic aterrizó con 20 años en Bilbao durante el verano de 2014. Cedido por el Unicaja, era un portento físico desbocado, capaz de lo mejor y de lo peor. Poco a poco fue domándose y dando salida al gran caudal de baloncesto que llevaba en su interior, pero para su tristeza su mejor temporada coincidió con la del descenso del club, lo que precipitó su salida el verano de 2018. El sábado, volverá a jugar en la ciudad que considera su “segunda casa”.

¿Qué sentimientos tiene en la semana de su regreso a Miribilla?

-Va a ser un partido muy especial para mí. Todavía no sé lo que es jugar como visitante en el Bilbao Arena desde que me marché y seguro que voy a sentir algo extraño. A Bilbao y Miribilla los considero mi segunda casa. Tengo muchos amigos allí, prácticamente a mi segunda familia.

Jugó cuatro años como ‘hombre de negro’. ¿Qué recuerdos le han quedado tanto del club como de la ciudad?

-Bufff... Fueron cuatro años en los que pasamos por todo. Me quedo con todo lo que hicimos en mis dos primeras temporadas allí, clasificándonos dos veces para la Copa y una vez para los cuartos de final del play-off y quedándonos muy cerca de avanzar ante el Valencia Basket. Muchas veces me viene a la cabeza el día que eliminamos en Copa al Barcelona? Tengo muchos recuerdos, la verdad. Fuera de lo estrictamente deportivo, me quedo con todos los amigos que hice en la ciudad y, por supuesto, con la gran afición de Miribilla.

Destaca los buenos momentos, pero se marchó con uno muy amargo: el curso del descenso.

-Fue un momento horrible, la culminación de un año muy malo para nosotros, los jugadores, pero también para todo el club, la afición y la ciudad. Nos afectó mucho a todos. Pero lo más importante es lo que está pasando este año y la situación en la que está ahora el club. Antes de que yo llegara a Bilbao ya se vivieron situaciones muy complicadas y me alegro mucho de que todo eso haya quedado en el pasado y hayan podido solucionar los problemas. El Bilbao Basket vuelve a estar donde tiene que estar por el club que es y por la afición que tiene, la mejor de toda la Liga ACB sin ninguna duda.

Llegó a Bilbao con 20 años cedido por el Unicaja y se marchó con 24. En ese tiempo, ¿cambió mucho Dejan Todorovic tanto en lo profesional como en lo personal?

-Seguro que sí. Como jugador, tuve a mi alrededor compañeros con muchísima experiencia, talento y sabiduría de juego, lo que me ayudó a madurar mucho. En el plano personal, he tenido suerte de encontrar gente muy buena fuera de lo estrictamente deportivo, personas que me trataron muy bien y me enseñaron mucho de la vida y me ayudaron a madurar en el plano mental.

¿Se queda con algún compañero concreto de esos cuatro años?

-Sí, con Raúl López. En mis dos primeras temporadas en Bilbao fue compañero de vestuario y me ayudó mucho tanto dentro como fuera de la cancha. En los dos últimos, él pasó a ser el director deportivo del club y fue clave para que yo siguiera como jugador del Bilbao Basket.

Usted siempre ha sido un jugador ambicioso y seguro de sí mismo. ¿Cree que en Bilbao se pudo ver la mejor versión de Dejan Todorovic?

-Con el paso de los años fui mejorando mucho y pude enseñar parte de lo que soy capaz de hacer sobre una cancha de baloncesto, pero no mi mejor versión posible por muchas circunstancias. Llegué al club muy joven y tenía en mi puesto a un gran jugador como Álex Mumbrú. Él estaba a gran nivel y eso hacía difícil que yo pudiera tener muchos minutos. La última temporada sí que tuve más continuidad y más oportunidades para jugar e individualmente pude mostrar más mi juego, pero ni lo disfruté ni me hizo ilusión porque el equipo estaba muy mal. Todos estábamos muy jodidos. Si el equipo no va bien, nadie está contento. Así pienso yo, al menos.

En verano de 2018 sale de Bilbao, recala en el UCAM Murcia y en pretemporada sufre una gravísima lesión (rotura del ligamento cruzado anterior, del ligamento lateral interno y del menisco interno de la rodilla izquierda) que le deja prácticamente sin jugar durante toda la temporada. ¿Ha sido lo más duro que ha tenido que afrontar como jugador?

-Seguro. Cuando te quitan lo que llevas haciendo toda tu vida y te dicen, además, que vas a estar mucho tiempo parado es una sensación muy dura, muy difícil de asimilar. Pero ya lo he superado, forma parte del pasado. He tenido mucha gente a mi lado que me ha ayudado y soportado mucho para superarlo. Estoy de nuevo jugando y me siento feliz.

¿Cómo le va por Andorra?

-Me encuentro bien, aunque todavía no me siento a tope y no estoy pudiendo ofrecer el máximo rendimiento que puedo. Es lógico, teniendo en cuenta las circunstancias. Pero el equipo va bien, estamos en la lucha por jugar la Copa y hemos pasado la primera fase de la Eurocup. Esto es lo realmente importante.

¿Sigue al Bilbao Basket?

-¡Por supuesto! Hasta el momento están haciendo una gran temporada. Han encajado muy bien a sus nuevas incorporaciones y dos o tres de sus jugadores están reventando la liga. Si tienen suerte con las lesiones y la salud les acompaña, estoy seguro de que harán una gran temporada.

A su compañero de puesto en Bilbao, Álex Mumbrú, se lo va a encontrar como entrenador en el banquillo rival. ¿Se veía venir?

-Álex siempre ha tenido cosas de entrenador. No me ha sorprendido tanto que quisiera pasar a la parcela técnica, aunque sí un poco que tuviera las agallas de convertirse en primer entrenador en su primer año. Es algo que tiene mucho mérito. Veo que le va muy bien y solo queda felicitarle y competir contra él el sábado.

Y junto a él en el banquillo, Javi Salgado, otro viejo conocido suyo.

-¡Qué gran tío Javi! Con él también tenía una relación especial. Conociéndole, ha cumplido su sueño de seguir ayudando al club que ama para volver a la ACB y luego se ha quedado en casa, con su gente. Me alegro muchísimo por él, tengo muchas ganas de volver a verle.

Usted es un tipo muy emocional. ¿Lo demostrará con la ovación que le espera el sábado cuando sea presentado en Miribilla?

-Seguramente me emocionaré, es así (risas). Es lo que toca, pero tendré que gestionarlo bien e intentar controlarlo, al menos durante el partido.