Bilbao - Después de tres cursos en Rusia (Unics Kazan) y uno en Turquía (Bahcesehir), Quino Colom (1-XI-1988, Andorra) regresa a la ACB convertido en un jugador reconocido a nivel continental. Recién llegado de ganar el Mundial con España, no fue convocado por el Valencia Basket ni en la Supercopa ni en la jornada inaugural, por lo que espera que su vuelta a la competición se produzca mañana en Miribilla, una cancha muy especial para él.

Tendrá ganas de hacer oficial sobre la cancha su regreso a la Liga Endesa.

-Así es. Desde que he llegado a Valencia tras ganar el Mundial no he dejado de entrenar y tengo muchas ganas de jugar, pero estos días de pausa me han venido bien para aprender los sistemas y el funcionamiento del equipo y del club.

¿Le hace especial ilusión que su debut con el Valencia Basket pueda llegar mañana en Bilbao?

-Si no puedo hacerlo en la Fonteta, el mejor lugar para empezar esta nueva aventura es Miribilla, el lugar en el que jugué mi último partido antes de marcharme al extranjero y en el que más a gusto he jugado. El Bilbao Arena es la cancha donde más ganas tengo de volver a jugar, tengo ganas de efecto Miribilla. Jugar este partido sería magnífico.

¿Qué supone para usted este regreso?

-Solo de pensarlo se me pone la piel de gallina porque me vienen a la cabeza muchos recuerdos. Fue el año en el que todo cambió en mi carrera y lo recuerdo todo con muchísimo cariño. La gente me trató de maravilla, me apoyó muchísimo incluso cuando estaba ya en Rusia o en Turquía y supongo que tendrán ganas de volver a verme. Yo siento lo mismo.

¿Cómo recuerda aquella temporada 2014-15 como ‘hombre de negro’? ¿Qué es lo que más grabado se le ha quedado?

-¡Son tantos los recuerdos y tan especiales?! Es que todo nació de un verano muy duro. Yo firmé por el Bilbao Basket un par de días antes de que el club perdiera su sitio en la ACB y me quedé algo colgado con el verano ya bastante avanzado. Luego todo se solucionó, Sito Alonso me dio mucha confianza dentro del proyecto y todo fue de maravilla. Recuerdo un vestuario muy unido, muy bueno. Nos llevábamos muy bien, hacíamos cenas prácticamente todas las semanas y salíamos mucho juntos. Eso ayudó a completar un año espectacular, acabamos cuartos en la liga regular y nos quedamos a una canasta de entrar en semifinales. Lo que más recuerdo fue la gran comunión que tuve con la afición de Bilbao. Tengo guardados algunos vídeos de canastas importantes que miro de vez en cuando y ver cómo todo el pabellón se volvía loco de alegría? Bufff, son recuerdos muy bonitos.

Empieza su quinto curso desde que salió de Bilbao, donde solo jugó un año, pero parece que el cariño permanece intacto. ¿Tanto marcó aquella temporada su carrera?

-Está claro. No hay que quedarse con la duración de las experiencias sino con la calidad del tiempo que permaneces en un lugar. Yo considero que el Bilbao Basket fue el equipo que cambió mi carrera deportiva, por el que he podido conseguir todo lo que he logrado ahora. Me ayudó a realizar el cambio de rumbo que yo necesitaba, con una ciudad y un club que me dieron mucho cariño desde el primer momento.

Llegaba de un año difícil en Estudiantes. ¿Sentía entonces que solo necesitaba confianza para sacar el juego que llevaba dentro?

-El año en Estudiantes fue muy duro, sobre todo a nivel sicológico y de tener que aguantar muchas cosas. Yo le dije a mi agente que lo que necesitaba era un equipo que me diese confianza para mostrar mi juego, que luego ya dependería de mí hacerlo bien o mal pero que necesitaba minutos. En Bilbao había un base como Raúl López con mucho nombre e historia, pero él también me ayudó muchísimo a mejorar. Sito me dio las riendas del equipo y fue el primer año, quizás el segundo junto a uno de los de Fuenlabrada, en el que tuve peso verdadero en un equipo y pude demostrar mi mejor juego. Hay otros bases que lo llevan mejor con un rol más secundario, pero a mí, para una temporada larga, me va bien un papel más protagonista y así se ha demostrado desde el año en Bilbao.

Estaba tan satisfecho como ‘hombre de negro’ que incluso le costó marcharse pese a que la oferta económica del Unics Kazan era irrechazable.

-Es que estaba tan a gusto en el club y la ciudad y la temporada fue tan magnífica en todos los aspectos? Pero la oferta del Unics era irrechazable y el tiempo ha demostrado que fue una elección acertada. Desde entonces he seguido al club desde la distancia, sufrí con el descenso y me he alegrado muchísimo del regreso a la ACB, el lugar donde tiene que estar y donde Miribilla seguirá siendo una cancha muy difícil para cualquier rival.

¿Le molestó que ningún club de la zona noble de la ACB apostara por usted aquel verano?

-Al final uno debe afrontar la realidad que toca y la situación fue esa. En los siguientes veranos las mejores ofertas que tuve, tanto económicas como en cuanto a protagonismo en el equipo, siguieron siendo mayoritariamente del extranjero y no quedaba otra que aceptarlo. Pero ha sido una realidad que me ha servido para madurar, he sacado muchas cosas positivas y toda esa experiencia me ha servido de mucho. Ahora vuelvo a la ACB como jugador de la selección española y habiendo ganado un oro en un Mundial.

Desde su primer año en Kazán brilló en la parcela individual y cada verano su nombre sonaba en el mercado ACB, pero?

-Cada verano fue una cuestión diferente. Tras el primer curso en Rusia, Unics me hizo una oferta de renovación irrechazable no solo en lo económico sino porque me daban plenos poderes para ser el líder del equipo. Ese verano ni esperé, el presidente me llamó solo dos días después de acabar la final de la liga rusa y lo cerramos todo. A partir de ahí, tras jugar bien en Euroliga y entrar en el mejor equipo de la Eurocup, sí que tuve más opciones, pero la oferta que yo esperaba no ha acabado de llegar hasta este verano. El Valencia Basket es un club muy competitivo y ambicioso, juega la Euroliga y ha apostado muy fuerte por mí.

El año pasado, una sorprendente experiencia en Turquía con un recién ascendido, el Bahcesehir.

-Fue una apuesta que vista ahora parece que no tiene mucho sentido, pero si el club hubiese hecho las cosas mejor todo habría sido diferente. Ellos tenían la ambición inicial de hacer cosas impresionantes, pero quizás faltó calma. Yo me quedo con lo positivo. Cogí experiencia en una liga que no conocía, jugué a buen nivel, fui al All Star?

Su nombre empieza a sonar con fuerza en los medios españoles cuando se convierte en el referente de la selección que disputa las ventanas FIBA.

-Aquello me sirvió para que los aficionados y los medios vieran al nuevo Quino Colom, un jugador más maduro y diferente al que quizás recordaban de mi paso por Estudiantes o Fuenlabrada.

¿Es entonces, con todo ese reconocimiento, cuando interioriza que jugar el Mundial puede ser un objetivo alcanzable?

-Ves que has llegado a la selección pero también eres consciente de que aspiras a ser parte de uno de los combinados más fuertes del mundo, con jugadores de muchísimo nivel en cada puesto. Sabía que podía tener alguna opción, estar en las ventanas me ayudó a que se viera lo que podía aportar y al final, con alguna baja que quizás pudo ayudarme, se presentó la oportunidad de jugar el Mundial y creo que la he aprovechado bien. ¡Y lo de conquistar el oro ya ha sido histórico! Quién lo diría cuando acepté la oferta del Bilbao Basket, en aquella época en la que tenía problemas para encontrar un equipo ACB que confiara en mí.

¿Qué se le ha quedado grabado de la experiencia mundialista?

-Es todo tan reciente que aún no soy muy consciente de lo logrado. He disfrutado muchísimo de cada momento y hemos tenido un grupo de jugadores espectacular que ha conectado muy bien con el cuerpo técnico. El instante de levantar la copa de campeón, cuando lo celebramos con las familias? Ha habido momentos espectaculares.

Tras ser muy protagonista en las ventanas, en el Mundial tuvo que asimilar un rol más secundario. ¿Le costó adaptarse?

-Compartí puesto con un Ricky Rubio en un momento espectacular que acabó como MVP del Mundial y con Sergio Llull, que es uno de los mejores bases a nivel mundial, por lo que no quedaba otra que adaptarse. A ese rol sí que me adapto bien en un torneo corto, con un contrato de dos o tres años me costaría más. Estar en la selección siempre es un placer y ojalá pueda seguir muchos años allí. Todos los jugadores aspiramos a jugar más, pero la cosa ha ido tan bien que no ha habido motivo de queja.

Tuvo momentos de protagonismo en varios partidos y en la final pudo disputar los compases finales. ¿Qué se le pasa por la cabeza en esos momentos?

-He imaginado toda la vida lo que debía ser jugar una final así y siempre pensaba que iba a estar muchísimo más nervioso, pero lo viví tranquilo, confiado en que podíamos ganar. En ese momento casi ni te das cuenta de dónde estás, se vive con más tensión desde fuera que desde dentro. Cuando juegas o estás en el banquillo todo pasa más rápido y con menos presión; en cambio, en la Supercopa del Valencia Basket, que no fui convocado, estuve más tenso. Lo que sí recuerdo es que ese minuto final en cancha lo disfruté muchísimo.

Ahora, nuevo periplo en Valencia, en un club con plantilla y recursos para aspirar a todo.

-Lo que más me gusta de este club es que siempre compite por todo y creo que este año podemos subir un peldaño más. Tenemos catorce jugadores de muy buen nivel, capaces de aportar en facetas del juego distintas. Si nos conjuntamos bien, seremos un equipo muy peligroso.

¿Qué le parece el equipo que ha confeccionado el Bilbao Basket?

-Lo que vi el miércoles en Tenerife me gustó mucho. Ganó en una cancha muy difícil a un equipo armado para estar arriba y yo les vi muy sólidos. Tienen bastantes caras nuevas pero también jugadores con mucha experiencia en ACB, sobre todo Rafa Martínez, pero también Ondrej Balvin. A Álex (Mumbrú) todavía se me hace raro verle en la banda teniendo en cuenta los recitales que daba cuando jugábamos juntos (risas), pero creo que va a hacer un buen trabajo. Nunca es fácil ser un recién ascendido, pero con el apoyo de Miribilla harán un buen año. Esa debe ser su fuerza toda la temporada.

En 2015 se marchó de Bilbao pensando que su periplo como ‘hombre de negro’ iba a tener segunda parte. Han pasado los años y han cambiado las realidades, ¿sigue pensando igual?

-He aprendido que la vida da muchas vueltas. Nunca pensé que iba a jugar en Rusia o en Turquía y mira. Bilbao es un sitio al que le tengo mucho cariño y siempre tendrá más opciones que muchos otros equipos. Ahora mismo estoy muy contento con mi contrato en Valencia, he firmado un dos más uno y esperemos que el club esté contento conmigo y quieran renovarme. Pero al Bilbao Basket siempre le tendré presente.