EL Bilbao Basket se ha metido en un problema. Aunque sea como local, jugar un quinto partido después de haber tenido ventaja dos veces supone un arma de doble filo y añade una incertidumbre que hay que saber manejar. A este punto se ha llegado porque los hombres de negro han jugado dos partidos bastante malos cuando tenían una situación favorable. Será por falta de tiempo de recuperar o por una mala predisposición mental, pero ayer y el domingo anterior se vio al Palencia mucho más metido en el partido, como con más deseo. Porque en sus dos victorias los castellanos se han impuesto pese a anotar solo dos y cuatro triples, respectivamente. Cuando cuesta subir puntos al marcador, hay que poner otras cosas y el Bilbao Basket volvió a quedarse corto en el cuarto encuentro. El miércoles todo vuelve a empezar de cero, se jugará sin red de protección y el que gane avanzará a la Final Four. Ya no habrá más oportunidades.

Desde luego, el equipo vizcaino debe revisar a conciencia el choque de ayer porque su ataque fue durante muchos minutos previsible, inofensivo y no tuvo ningún ritmo. Los constantes cambios defensivos del Palencia obligaban a distintas lecturas, a tratar de sacar ventajas en el juego sin balón, pero durante muchísimos minutos el bloqueo directo central con los otros tres jugadores mirando fue el único recurso. El balón no circuló para mover la defensa de los palentinos y abrir vías de anotación. Que los de Álex Mumbrú no pudieran pasar de trece puntos en ninguno de los tres últimos cuartos y que Salgado acabara el partido sin asistencias resulta significativo y explica con precisión lo que ocurrió ayer. Que el Palencia lo hiciera peor, sobre todo tras el descanso, solo penaliza aún más al Bilbao Basket, que no supo aprovechar el estado de necesidad y los nervios de su rival en el tramo final.

Se podía pensar que llegar al descanso con ocho puntos de desventaja era una buena noticia por los bajísimos porcentajes de tiro de los bilbainos. Mejorar era la consigna para la segunda parte, pero tampoco. Pareció que la responsabilidad y la urgencia estaban del lado del Bilbao Basket y se optó por las soluciones cómodas, que no más sencillas, que era tirar triples, incluso sin que el rebote estuviera organizado. La defensa del Palencia no necesitó descubrirse porque nadie ocupaba los espacios intermedios y abrir la cancha sin llevar el balón a las esquinas de poco servía. Juntas de nuevo durante más minutos de lo habitual a los dos bases con Brown tampoco arregló nada.

poca claridad Los errores en lanzamientos sencillos sembraron la cancha de dudas y los dos equipos entraron en un intercambio de errores, a cual más grueso. El Palencia encontró en Moussa Koné un aporte físico y reboteador que le sacó de más de un apuro cuando tampoco sus ideas estaban claras. Sin embargo, los visitantes abandonaron el recurso de generar juego de dentro a fuera y tampoco apareció esa mano que desde el perímetro pudiera anotar con fiabilidad para tomar la delantera, el detalle que le faltó al Bilbao Basket para que los locales sintieran cerca la eliminación.

Cuando al fin llegó el balón a las rincones de la cancha, Brown y Rigo anotaron sendos triples que permitieron llegar con opciones a la hora de la verdad. Pero los errores no abandonaron a los hombres de negro y Cruz, después de fallar por mucho dos tiros libres, se jugó un triple para el 57-59 cuando se podía haber buscado otra cosa ante un equipo que estaba en el bonus. Luego, Otegui acertó, Brown erró desde la línea y sin faltas en su marcador, igual que el viernes su rival, el Bilbao Basket se quedó sin tiempo para completar la remontada porque, además, el balón que podía haberle dado esa posibilidad acabó en manos de Cvetinovic, mucho más vivo que Lammers.

El veterano capitán del Palencia, que tuvo las riendas del partido desde el inicio, acertó para poner la puntilla y la eliminatoria se va a alargar al máximo. Los castellanos partían, en teoría, de víctimas y ya han conseguido poner la presión en el otro lado. Ahora son ellos los que tienen poco que perder. Queda convocado de nuevo el efecto Miribilla, pero el Bilbao Basket, que parece funcionar mejor cuando está más apurado, tendrá que jugar mejor al baloncesto si no quiere que el del miércoles sea el último partido de la temporada. 57 puntos son una barrera superable por cualquier rival en la LEB Oro.