Bilbao - Stephen Curry volvió a ejercer de Stephen Curry y a los Houston Rockets se les cayó el mundo encima. La franquicia de Texas, que esperaba sacar provecho de la lesión de Kevin Durant y del hecho de jugar ante su público para forzar el séptimo partido en las semifinales del Oeste, tuvo que claudicar ante el instinto asesino del base de los Golden State Warriors, por debajo de su nivel durante toda la serie e incluso en la primera mitad del duelo. Sin embargo, Steph resurgió en la segunda parte, en la que anotó sus 33 puntos, y el conjunto dirigido por Steve Kerr se llevó el gato al agua (113-118), alcanzando la antesala de la gran final por quinto curso consecutivo.

El duelo del Toyota Center sirvió para ver de nuevo a pleno rendimiento a los Splash Brothers, esa pareja que tras la llegada al equipo de Durant supo dar un paso atrás en cuanto a protagonismo anotador pero que ante su ausencia volvió a desarrollar su faceta más arrolladora. Así, Klay Thompson metió 21 de sus 27 puntos en una primera mitad en la que su compinche no vio aro, circunstancia que Houston no supo aprovechar (empate a 57 al descanso), y luego fue Curry el que cogió cartas en el asunto, sobre todo en un último cuarto en el que anotó 23 puntos a base de pulso firme desde la distancia de tres puntos y la línea de tiros libres. Así las cosas, James Harden (35 puntos), Chris Paul (27) y compañía volvieron a quedarse cortos en su papel de gran amenaza de la Dinastia Warrior.