Aunque los expertos en igualdad suelen desaconsejar el mito de la media naranja desde edades muy tempranas, el vóley playa vasco se ha acostumbrado a los éxitos cosechados por el tándem formado por Nerea Ruiz y Oihane Gutiérrez. La pareja del CV Sestao, vigente campeona de Euskadi, se colgó la medalla de bronce en la Copa de la Reina de 2022 y este año, en el torneo disputado en Menorca el pasado mes de abril, cayó con honor después de cuajar un gran partido ante las dos grandes estrellas en el ámbito estatal: Belén Carro y Ángela Lobato. Ruiz, de 26 años, experimentó entonces sensaciones agridulces. Sí pero no, no pero sí. “Nos dio un poco de rabia enfrentarnos a ellas tan pronto, tuvimos mala suerte en los cruces del cuadro”, recuerda. “Fuimos a divertirnos y pasárnoslo bien y casi terminamos ganando a la mejor pareja del torneo. Es un poco extraño. No terminamos en una posición súper buena, no conseguimos el bronce, pero fue guay jugar a ese nivel”. 

Las jugadoras verdinegras les hicieron sudar la gota gorda pero, finalmente, Carro y Lobato se impusieron en el tercer set. No hubo sorpresa. Ruiz atiende a GRUPO NOTICIAS en la víspera de la prueba del Vichy Catalan Beach Volley Tour Comunitat Valenciana que se disputa en Benidorm el domingo 23 de julio. No es un momento cualquiera en su carrera deportiva: por primera vez desde 2017 no va a tener a su compañera y “amiga íntima” Oihane Gutiérrez sobre la arena. Según cuenta, su hasta ahora inseparable pareja deportiva se acaba de marchar de au pair a Estados Unidos donde prevé una estancia “de un año”. 

A su regreso de las Américas en teoría todo volverá a la normalidad, como las relaciones a distancia que después de darse un espacio vuelven a reencontrarse. Esa es al menos la idea. ¿Se trata de una promesa firme o más bien de una esperanza para los aficionados y la propia Ruiz? “Me lo ha prometido. Que disfrute de la experiencia y a ver si el próximo año volvemos a jugar juntas”. Mientras la dupla Gutiérrez-Ruiz se toma un respiro, ella tratará de aliarse con otras jugadoras del club de toda su vida como Ane Briz o Uxue Lorenzo.

“Mi aita me contó que en su día el vóley en Sestao fue la leche y vinieron hasta las jugadoras rusas y cubanas”

No se ejercitan en la playa de la Benedicta de Sestao, sino en las instalaciones de Galindo, “en unos campos que han hecho de arena. El recinto está súper bien equipado, aunque quizás le falta unas gradas y alguna cosita más”, asegura. Se da la circunstancia de que su padre, César Ruiz, es presidente del club sestaotarra. “Mi aita me contó que en su día el vóley en Sestao había sido la leche y que aquí han venido la selección rusa, las jugadoras cubanas… Empecé a jugar cuando el club empezó a remontar, tenía 7 años”. Más allá de los parentescos familiares, Ruiz siente una profunda admiración por el equipo de su localidad. “Se está apostando por la gente de abajo y por hacer piña. Se cuida muy bien a las jugadoras, independientemente del nivel o de la edad que tengan”. ¿Es un auténtico club de cantera, no? “Sí, eso es”, responde tajante. 

Si pudiera desarrollar una carrera profesional en el voleibol femenino, no lo duda: haría las maletas y se marcharía a Italia donde, afirma, el público y las instituciones valoran como es debido esta disciplina deportiva. “Siempre me ha llamado la atención cómo viven el vóley. Es el deporte rey. Le dan una importancia que aquí no tiene”, lamenta. Y mira de reojo al Sestao River: “Si fuéramos un equipo masculino de fútbol nuestra situación sería diferente”. Al margen del vóley playa, Ruiz juega en la categoría de Superliga Femenina 2 en el CV Sestao.

‘One-club woman’

A tope. Estudió Fisioterapia, profesión que ejerce “por las mañanas” en Bilbao y que le permite compaginar su gran pasión. También entrena en su club a un grupo de chicas en categoría infantil.

Bienvenida la tranquilidad. Conciertos acústicos, desconectar del ajetreo en un pequeño pueblo de Burgos de donde es originaria su familia… Fuera del deporte, Nerea Ruiz huye del follón y disfruta de los remansos de tranquilidad.