El año del retorno de Top Gun a los cines, esa película de aviones supersónicos que capitanea Tom Cruise, Maverick, el vuelo rasante que atravesó el Dauphiné, lo pilotó Filippo Ganna, al que algunos bautizan como Top Ganna en un juego de palabras con el filme. El italiano, bicampeón del Mundo contrarreloj, fuerte, alto y potente, unas piernas gigantescas, palancas formidables que empujan sin desmayo, fijó un registro inalcanzable.

Voló a 53,9 kilómetros por hora. Con su pose de mantis religiosa devoró a todos en un trazado sin alharacas, plano, de 31,9 kilómetros entre Montbrison y La Bâtie d’Urfé. Perfecto para los especialistas. El sueño de cualquier croner. Los trituró Ganna. El despegue del italiano, que competía contra sí mismo, se diferenció de la batalla entre los nobles, un escenario distinto, aunque Van Aert, espléndido, discutió la mayor.

El italiano venció por solo dos chasquidos a Van Aert. Un par de segundos. Tic-tac. El belga, vencedor de la última crono del pasado Tour, se equiparó a Ganna. A Van Aert le patrocina Red Bull, la bebida energética que da alas. Duelo en las alturas. Ganna observaba al belga desde el trono del tiempo, calculando la progresión del líder, mejor en el amanecer, difuso en el nudo gordiano de la crono y limador en el tramo final.

A Van Aert le estimuló observar el perfil en el horizonte de David Gaudu, que le rebañó la gloria un día antes. Gaudu rebasó a Lafay. Van Aert, con la lluvia bailando con timidez, despiezó a Lafay, una saeta en la crono, y no adelantó a Gaudu, del que se vengó, por una pizca. Esa onza de tiempo fue la que dio la victoria a Ganna, imperial.

ROGLIC TOMA VENTAJA

Primoz Roglic, campeón olímpico de crono, impasible, cadencia escasa, bicicleta con deje dorado, era el faro entre los que opositan a la victoria final del ensayo francés del Tour. Roglic completó una buena crono, pero nada extraordinario. Perdió algo de aire. Su rueda trasera se desinfló y le restó eficacia. Aún así, aventajó en 30 segundos a Vingegaard, su camarada, en 43 a Caruso, en 52 a un estupendo Ayuso, en 1:11 a Mas, que penalizó y en 1:04 a O’Connor. Froome, la esperanza que no cesa, perdió un mundo. Está en otra planeta.

Van Aert, compañero de Roglic y líder in pectore, quería olvidar la pose que le retrató ganando sin ganar. Alzó los brazos y se quedó congelado cuando le superó Gaudu en la víspera. Solo el tremebundo Ganna pudo negarle. Completó un ejercicio excelente el belga, el hombre que luce en la montaña, al esprint y en las cronos. Multiherramienta.

DOMINIO DEL JUMBO

Van Aert reforzó el liderato en una Dauphiné pintada con el amarillo de Jumbo. Roglic y Vingegaard protegen al belga. Solo Cattaneo molesta en la foto. Es segundo, tres segundos mejor que el esloveno, que circula a casi un minuto del forzudo Van Aert. El danés es el siguiente en la lista amarilla, a 1:26 del belga que todo lo puede.

Su Dauphiné se resume con la victoria en la jornada inaugural y dos segundos puestos en las cuatro jornadas celebradas. Una bárbaro. El segundo día de competición fue sexto, el primero del pelotón después de la representación de los fugados. Van Aert es todo los ciclistas en uno. Excelso bajo cualquier análisis, solo Ganna, el hombre de las matrículas de honor en las cronos, pudo cortarle las alas. Top Ganna.