Rafa Nadal ha agotado todos los calificativos para definir sus conquistas deportivas. Cuando veinte Grand Slams ya parecían suficientes para un jugador que acaba de cumplir 36 años y que arrastra una grave e incurable lesión en el pie izquierdo, el tenista de Manacor suma ya 22. Los dos que se han disputado este año han caído de su lado. En el Abierto de Australia, firmó una remontada épica y memorable para ganar en cinco sets a Daniil Medvedev. Ayer domingo, derrotó sin contemplaciones ni clemencia a Casper Ruud, uno de sus discípulos de la Academia Nadal, en una final sin emoción. En esta ocasión, lo que resultó heroico y admirable fue su camino hasta llegar a morder su decimocuarta Copa de los Mosqueteros, una de esas marcas que, seguramente, nadie llegará a igualar.

Hace poco más de tres semanas, el balear cayó en el Masters 1000 ante Denis Shapovalov martirizado por su dolor en el pie. Su presencia en Roland Garros se creyó imposible, al menos en las condiciones mínimas para competir con garantías, como cada primavera en París desde hace 18 años. Otros parecían más favoritos y Nadal se aplicó en mejorar día a día hasta que llegó a la final anticipada ante Novak Djokovic. Ganar ese partido de cuartos de final y de la manera que lo hizo, con un juego de altísimo nivel, supuso el punto de inflexión y mandó el mensaje de que Nadal seguía ahí, infinito en su perseverancia e imbatible de nuevo por su competitividad.

Alexander Zverev resistió en semifinales hasta que se torció el tobillo después de más de tres horas y ayer domingo Casper Ruud acabó devorado y desarmado en el primer partido que jugaba contra su ídolo y mentor. “Ahora ya sé que se siente al jugar contra Rafa Nadal”, admitió el noruego en la ceremonia de entrega de trofeos, “aunque no he sido su única víctima aquí”. El jugador de Oslo, en su primera final de Grand Slam, trató de aguantar el duelo desde el fondo de la pista, pero su tenis, salvo con su derecha, no contaba con la potencia suficiente para hacer daño a Nadal, que se adelantó con 2-0 para marcar terreno.

El tercer juego fue para Ruud porque el balear cometió dos dobles faltas y estrelló una derecha fácil en la red. Los dos jugadores buscaban con sus golpes de derecha encontrar las debilidades en el revés de su oponente, pero Nadal era más dañino y profundo, pese a que las condiciones iniciales del juego, con algo de viento, parecieron incomodarle. Con el primer set en el bolsillo ajeno, al noruego no le quedó más remedio que asumir más riesgos y ganar pista. En sus mejores minutos del partido, firmó brillantes golpes de drive para colocarse con 3-1 a favor en el segundo set y abrir una ventana hacia una final competida.

Oportunidad perdida

Rafa Nadal la cerró sin pestañear, tal es su capacidad para leer los partidos, para saber en cada momento qué toca hacer y meterse en la mente de su rival y anticiparse a sus intenciones. El campeón sabía que no podía dejar a Ruud venirse arriba y elevó de nuevo el nivel hasta ese punto donde nadie llega y ya no hubo manera de pararle. Con cinco juegos seguidos, en los que movió de lado a lado al noruego, amarró el segundo set, una circunstancia decisiva porque Nadal nunca ha perdido un partido en Roland Garros tras ganar los dos primeros parciales. A Casper Ruud se le vino encima la Philippe Chatrier y levantó la bandera de rendición.

El tercer set fue un suplicio para él porque el balear no mostró piedad hacia ese chaval al que hace cuatro años acogió en su Academia junto a su familia y con el que entrena en numerosas ocasiones. Podía pensarse, entonces, que no había secretos entre ambos, pero cada final de Grand Slam es un misterio en sí misma y las respuestas las tenía Nadal. Catorce golpes ganadores firmó en el tercer set por uno de su rival, al que ni siquiera le perdonó el rosco antes de levantar los brazos por decimocuarta vez en la arcilla de París. Esta puede ser la más increíble, la más meritoria, pero se trata de Rafa Nadal, el tenista que ha hecho de lo excepcional algo casi cotidiano. “Voy a seguir intentándolo”, proclamó ante un público entregado a un jugador que ya desborda la leyenda del deporte para entrar en una dimensión inabarcable en terminos terrenales.

Sus catorce finales

Año Rival Resultado

2005 M. Puerta 6-7, 6-3, 6-1, 7-5

2006 R. Federer 1-6, 6-1, 6-4, 7-6

2007 R. Federer 6-3, 4-6, 6-3, 6-4

2008 R. Federer 6-1, 6-3, 6-0

2010 R. Soderling 6-4, 6-2, 6-4

2011 R. Federer 7-5, 7-6, 5-7, 6-1

2012 N. Djokovic 6-4, 6-3, 2-6, 7-5

2013 D. Ferrer 6-3, 6-2, 6-3

2014 N. Djokovic 3-6, 7-5, 6-2, 6-4

2017 S. Wawrinka 6-2, 6-3, 6-1

2018 D. Thiem 6-4, 6-3, 6-2

2019 D. Thiem 6-3, 5-7, 6-1, 6-1

2020 N. Djokovic 6-0, 6-2, 7-5

2022 C. Ruud 6-3, 6-3, 6-0