En un deporte en el que las críticas casi siempre señalan al banquillo cuando pintan bastos, resulta excepcional encontrar historias como la de Jon Gurutz Vázquez (Durango, 1979). La actual es su décimo sexta campaña como entrenador del primer equipo del Iurretako, club al que llegó en 2004 para tomar las riendas del juvenil. Un año después se hizo cargo de los mayores, que competían en Segunda Territorial, por entonces la categoría más baja del fútbol regional. No tardaron en firmar tres ascensos, alcanzando la División de Honor en 2012. Desde entonces, pelean por completar la hazaña que supondría para una entidad humilde saborear la Tercera División. De hecho, tanto en 2018 como en 2019 se quedaron a un paso de lograrlo. Volverán a intentarlo este curso, en el que han reanudado la liga con buen pie al imponerse 3-0 al Gernika B el pasado fin de semana, aunque ayer perdieron 1-0 ante el Bermeo.
“Subir a Tercera sería histórico, supondría completar un ciclo que empezamos hace mucho. No con la idea de llegar tan alto, pero fuimos escalando categorías y ahí estamos. Para un pueblo como Iurreta sería increíble. Es un sueño y a la vez un objetivo”, señala Vázquez, que se inició en los banquillos con 19 años tras acabar su etapa como jugador en los juveniles de Jesuitas. “Veía que mis capacidades como jugador no eran muy altas y me gustaba más gestionar. Empecé con chavales y me enganchó”, confiesa quien estuvo un lustro como técnico en la cantera de la Cultural antes de recalar en Larrakozelai con 25 años. “Un sábado a la mañana me presentaron al que entonces era el presidente del Iurretako, Rafa Zugaza-Artaza, y a la tarde ya estaba confeccionando el equipo del curso siguiente. Fue una gozada trabajar con él 8 años. Tuvo que dejarlo y al de poco tiempo falleció, ojalá pudiera seguir con nosotros”, recuerda el míster de 41 años, que señala como referentes a Johan Cruyff, Rafa Benítez y Pep Guardiola.
“No imaginaba que iba a estar tanto tiempo en el club. En la Cultural me había implicado mucho los 5 años que estuve, porque yo soy así. La idea era cambiar de aires y no involucrarme tanto, pero me encontré una directiva que me acogió como a un hijo. Era de Durango y me hicieron sentirme iurretarra”, explica Vázquez, que ha tenido ofertas para salir, incluso de categorías superiores, aunque “no tantas como algunos creen”. “Me han ofrecido proyectos similares y para eso estoy en mi casa. Estoy tan a gusto que ni me he planteado cambiar. Me dejan trabajar, disfruto y tengo un equipo competitivo y serio. El objetivo de alcanzar la Tercera también es un aliciente”, subraya.
Desde que llegó a División de Honor, el cuadro rojinegro ha sido un habitual en la batalla por ascender. En la 2017-18 y en la 2018-19, en las que acabó segundo, se quedó a un arrastre de lograrlo. “En 2019 nos quedamos a un gol de subir. Empatamos a puntos con el Urduliz, que quedó campeón por el golaverage particular. El año anterior, el Portugalete perdió contra el Castellón en la última ronda del play-off a Segunda B y también nos quedamos a las puertas”, lamenta el técnico del Iurretako, club con cuatro décadas de historia que desde el pasado verano preside por primera vez una mujer, Nagore Ereño.
La División de Honor arrancó a finales de octubre con sus 20 equipos divididos en dos subgrupos. Los iurretarras se estrenaron con un empate en la siempre complicada visita al San Pedro, pero solo se disputó una jornada dado que la situación empeoró y se decretó un nuevo estado de alarma. La liga se detuvo hasta hace una semana, cuando se reanudó con nuevo formato: todos contra todos a una vuelta. “Queremos disfrutar después de estos meses tan duros, en los que la implicación de la plantilla ha sido de 10. Pese a los parones y a no jugar, no faltaba nadie a entrenar”, destaca Vázquez, que cree que “va a ser una temporada rara y nos tenemos que adaptar. A una vuelta puede subir cualquiera”.