A Bandera de La Concha de este año pasará a la historia por ser aquella en la que el color que predominó fue el gris y en la que los silencios y los sonidos del interior de las tripulaciones adquirieron una gran importancia. Desde primera hora de la mañana el cielo plomizo parecía anticipar lo que se podría ver en el puerto de Donostia, porque la tonalidad gris adquirió una importancia capital en el mismo marco en el que hace tan solo un año el verde vivo de Hondarribia, el amarillo de Orio, el morado de Santurtzi, el azul marino de Urdaibai o el marrón de Zierbena eran los grandes protagonistas. En esta ocasión, las medidas sanitarias para prevenir la transmisión del coronavirus cambiaron por completo el paisaje de la Olimpiada del remo. Los accesos al puerto estaban cerrados. A cal y canto. La frontera que se dibujó entre el desarrollo de la regata y el resto del mundo era un mar de vallas grises que delimitaban el paso y que estaban vigiladas por personal de la organización. Aun así, algún runner despistado intentó acceder a la zona a primera hora de la mañana. Su intento fue en vano, la de ayer no era mañana para trotar por el puerto de Donostia.

Una vez pasado ese vallado gris, quienes pudieron entrar a la zona de regateo se encontraron con un panorama desconocido a la par que triste. Pasear por el puerto era un fiel reflejo de la situación que vive actualmente la sociedad. Lo que otros años era un lugar muy bullicioso y lleno de personas que iban a animar a sus traineras había mutado a un lugar muy silencioso por el que apenas caminaban los delegados y miembros de los clubes, los jueces y los periodistas. Los locales hosteleros estaban cerrados y solo algunas banderas de ánimo a la Donostiarra, Arraun Lagunak y Hondarribia le dieron un toque de ambiente arraunlari a la matinal de ayer. Entre el paisaje también hubo espacio para la protesta y desde las fachadas de algunas casas del puerto se pudieron ver unas banderas con el lema Kaia Bizirik y un par de pancartas con el mensaje Horrela Ez. Llegar a la zona de la rampa suponía la confirmación de que nada iba a ser como acostumbraba. Este emblemático punto de reunión en la Bandera de La Concha estaba cerrado, vallado y al mismo solo accedían las tripulaciones que se batirían el cobre en la bahía. La nueva situación daba la oportunidad de escuchar cómo se preparaba cada trainera en los prolegómenos de una cita tan importante en el calendario arraunlari... Porque se oía todo en mitad del silencio. “Esto es triste, muy triste. Si algo tiene esta regata, si algo nos gusta es poder disfrutar cada año con tantas aficiones, pero es lo que toca este año. Que nos sigan por la tele y a cuidarse que es lo más importante”, señaló Asier Zurinaga, patrón de la Sotera.

Cuando comenzaron las regatas, el paisaje que se dibujaba en la zona del paseo nuevo era idéntico al de las inmediaciones de la rampa. Tan solo había en ese lugar presencia policial y de personal de los distintos clubes de remo que participan en esta edición de la bandera. La banda sonora de las regatas en la jornada de ayer fue el ritmo que marcaba la megafonía ofreciendo tiempos y referencias y el sonido de las olas al romper. De hecho, en algunos momentos se podía oír cómo los patrones arengaban a sus remeros y remeras. “Es una sensación atípica todo lo que hemos vivido en el día de hoy, pero cuando te metes en el agua te centras en la regata y en lo motivador que es participar en La Concha. Sabemos que tenemos mucha gente con nosotros, aunque sea, en la distancia”, indicó Borja Gómez, patrón de Zierbena.

Al llegar a la rampa después de haber bogado todas las embarcaciones, felices unos, descontentos otros por el resultado obtenido en el agua, se volvieron a encontrar con ese ambiente desangelado y tan inusual en La Concha. Tocaba recoger los bártulos y comenzar a preparar la segunda jornada de esta bandera en la que volverá a repetirse ese mar de silencios en lo que debiera ser un tsunami de colores y sonidos.

Un prolongadísimo vallado evitaba la entrada de la ciudadanía a la zona donde se ubicaba toda la logística para la regata

Solo unas pocas banderas y algunas pancartas colgadas de varias fachadas del puerto hacían presagiar que en la zona habría regatas