Bilbao - En un nuevo partido cocinado a fuego lento, con sus claros y oscuros, con sus picos y valles de rendimiento -más abundantes los primeros que los segundos, pero estos también existieron-, el Bilbao Basket sumó su novena victoria de la temporada en una matinal en la que el Rio Ourense Termal mantuvo activa su resistencia, meritoria, durante más de treinta minutos. Por consiguiente, los hombres de negro tuvieron que tirar de paciencia y sangre fría para que el encuentro, poco brillante y por momentos espeso, acabara cayendo de su lado. Lo consiguieron con el último cuarto ya en funcionamiento (59-48 a 7:55 del final) y entonces sí ya no hubo vuelta atrás, aunque los gallegos intentaran la voltereta hasta el final de la mano de la notable dirección de Pepo Vidal, la capacidad anotadora de Jhornan Zamora y el músculo interior de Earl Watson.
El guion del encuentro no varió demasiado respecto a anteriores compromisos vividos ya en Miribilla durante el presente curso. El Bilbao Basket funcionó a tirones, enlazando momentos en los que amagó con romper el encuentro con otros de absoluta depresión (parcial de 0-13 en contra en el segundo cuarto con solo dos puntos anotados en siete minutos y algún que otro pito de desaprobación desde el graderío del Bilbao Arena), por lo que se vio obligado a tirar de paciencia para resolver, de nuevo, en el acto final. Eso sí, en el momento en el que el duelo llegó a su momento de mayor efervescencia competitiva su calidad y profundidad de banquillo marcaron la diferencia. Ben Lammers, 9 puntos y 10 rebotes, volvió a marcar diferencias en defensa; Iván Cruz, 15 puntos, anotó canastas en momentos importantísimos; y Osvaldas Matulionis estuvo especialmente brillante desde la línea de 6,75 para liderar a los suyos en la faceta anotadora con 16 puntos y cuatro triples anotados.
De nuevo solvente en defensa, sobre todo después del descanso, los buenos porcentajes en el tiro de tres puntos sacaron a los anfitriones de más de un atolladero porque su juego ofensivo sigue sin ser todo lo fluido que se pudiera esperar de un equipo con tanto teórico anotador por metro cuadrado. Da la sensación de que muchas veces los ataques abusan de la reiteración y la lentitud en su ejecución y que se retiene mucha bola en las manos de los bases, pero Álex Mumbrú dejó claro tras el partido que el equipo desarrolla sobre la cancha el baloncesto que su pizarra dibuja, por lo que las directrices en cuanto a estilo y modus operandi quedan marcadas, al menos de momento.
El tempranero acierto triplista de Matulionis permitió al Bilbao Basket asomar rumboso en el arranque de la contienda, pero el primer problema en sus filas no tardó en aparecer al cometer Thomas Schreiner su tercera falta personal cuando el partido llevaba poco más de tres minutos de vida. Así, el Ourense pudo agarrarse a él sin excesivos problemas merced a la eficacia de sus interiores en las distancias cortas, mientras que en las filas anfitrionas los triples eran el sistema de suma de puntos preferido. El 20-12 era toda una invitación al optimismo. Con Salgado distribuyendo bien la bola, los hombres de negro parecían en disposición de fabricar un interesante colchón, pero un triple de Zamora desde el centro del campo y sobre la bocina cerró el acto inaugural con un más equilibrado 20-16. Dos canastas seguidas de Cruz, muy activo en el rebote ofensivo, volvieron a colocar a los de Mumbrú en disposición de abrir brecha en el luminoso (24-16), pero el equipo recayó en uno de esos baches de juego que se han convertido ya en marca de la casa. Nulo filo ofensivo, cero ventajas en los bloqueos indirectos, ataques espesos hasta el límite, pérdidas en primera línea de pase o incluso de saque de fondo, pases blandos... Con Schreiner, además, fuera de combate provisionalmente por un golpe en el rostro, el juego del Bilbao Basket entró en barrena y el Ourense no tuvo ningún problema a la hora de enlazar un parcial de 0-13 y pasar a dominar en el luminoso al tiempo que en la grada del Bilbao Arena se escuchaba ya algún tímido pito. Con solo dos puntos anotados en siete minutos, los anfitriones se habían convertido en un equipo tan triste como errático en cancha y el resultado al descanso, un pírrico 29-34, obligaba a una reflexión profunda a un equipo que aún no había visitado la línea de personal mientras su rival había lanzado ya hasta 16 tiros libres.
El conjunto vizcaino regresó de vestuarios con dos triples consecutivos para volver a recuperar el control del marcador, pero el Ourense, pese a la tercera personal del desaparecido Rozitis, no se desmoronó, por lo que el duelo se convirtió en un intercambio de golpes. El Bilbao Basket fallaba tiros liberados e incluso lanzamientos libres (los primeros que tiró, de la mano de Brown, a 6:28 de acabar el tercer cuarto y otra tanda de dos de Cruz), pero lo compensaba con su intensidad defensiva, con Watson como único rival incontrolable. Unos buenos minutos ofensivos de Cruz permitieron a los anfitriones coger algo de aire en el luminoso (48-42 a 3:05 del final del cuarto), pero Zamora asumió galones para que la brecha no fuese a más y el encuentro llegó a sus diez minutos finales con un inquietante 51-48. Pero una vez más, los de Mumbrú dieron lo mejor de sí mismos en el acto final. Lo inauguraron con un 8-0 amparados en una buena defensa zonal, se pusieron 59-48 y ya no miraron atrás a pesar de que el Ourense amagó con reaccionar con un 61-56 tras un triple de Vidal que no debió subir al marcador por una falta señalada antes. Matulionis y Schreiner, con dos bombas lejanas, mantuvieron firme el timón.