Duración: 54:23 minutos de juego; 10:35 de juego real.

Saques: 2 de Urrutikoetxea (tantos 2 y 17) y 5 de Ezkurdia (tantos 8, 10, 13, 14 y 16).

Faltas de saque: Ninguna.

Pasas del Cuatro y Medio: Ninguna.

Pelotazos: 243 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 14 de Urrutikoetxea y 13 de Ezkurdia.

Errores: 4 de Urrutikoetxea y 1 de Ezkurdia.

Marcador: 1-0, 3-0, 3-3, 3-8, 4-8, 4-14, 6-14, 6-16, 7-16, 7-17, 9-17, 9-18, 13-18, 13-19, 15-19, 15-21, 17-21 y 17-22.

Botilleros: Ejercieron de botilleros José Ángel Balanza ‘Gorostiza’ (con Mikel Urrutikoetxea) y Jokin Etxaniz (con Joseba Ezkurdia).

Apuestas: Se cantaron posturas de salida de doble a sencillo a favor de Ezkurdia.

Incidencias: Partido correspondiente a las semifinales del Campeonato Eusko Label del Cuatro y Medio de la LEP.M disputado en el frontón Bizkaia de Bilbao. 1.102 espectadores. En el primer partido, Elezkano II-Martija ganaron a Retegi Bi-Rezusta (11-22). En el tercero, Elordi-Irusta vencieron a Ugalde-Ruiz (18-12).

Bilbao - Y al final, de tanto soñarlo, de tanto trabajarlo, la ficción se le hizo carne a Joseba Ezkurdia. El delantero de Sakana está en su primera final individual oficial, la del Campeonato Eusko Label del Cuatro y Medio, y pisará el frontón Navarra Arena el próximo día 18 con la intención de ser profeta en su tierra, de recoger el guante de los grandes campeones navarros, que mantuvieron la lana secuestrada -salvo en contadas excepciones- durante lustros con puño de hierro por la virtud de gigantes como Julián Retegi, Juan Martínez de Irujo o Aimar Olaizola. El de Arbizu tomará el testigo después de reconstruirse en cientos de ocasiones y pegar con cinta adhesiva los pedazos del espejo, que le atragantaron años de vivir en la bisagra del que llama a la puerta de los grandes, toc toc, y no termina por rebasar el quicio. Ahora, Joseba Ezkurdia es otro. No es el mismo. Algo hizo click en sus entrañas cuando comenzaron a pintar bastos en el Parejas con el que se inició el año y se vio fuera de foco, con índices apuntando a una sociedad que no carburaba con José Javier Zabaleta. Le dieron la vuelta. ¡Y de qué forma! Consiguieron la txapela con un final de fiesta que amplió el pecho al de Arbizu un palmo por costado. Joseba pidió protagonismo. Aquí estoy yo. Zabaleta le impulsó. El de Sakana besó el cielo y encontró costuras acariciadas con la yema de los dedos, pero que, disolutas ellas, traviesas, nunca le habían mirado de frente. A la hora de la verdad: muchas cruces y pocas caras.

Pero lo soñó. Soñó con todas sus fuerzas. Ezkurdia le dio al cuerpo tajo para crecer y dio con el arroyo de Narciso. Lo necesitaba. Se nota. Lo demostró ayer. La fe en sí mismo ha crecido.

“Si te gana, que sea porque ha sido mejor”, le dijo Juan Martínez de Irujo ayer por la mañana, antes de la semifinal, haciendo hincapié en que se habían esfumado los fantasmas a base de triunfos y frutos al trabajo. Se fue el miedo a perder.

Ante el delantero vizcaino, el arbizuarra, con un descorche de partido estupendo, en el que movió la pelota como los ángeles -agresivo, veloz, chisposo-, expuso no solo juego, sino fuerza mental. Se encontró de cara, sí; pero cuando su contrincante le olisqueaba el cogote (15-19 a tumba abierta, recitando saque-remates y voleas para destronar a Ezkurdia), creyó en el resto de aire y en su autoridad. Un golpe encima de la mesa. El de Aspe realizó una eliminatoria magnífica, avasallando a un indomable Urrutikoetxea, al que se le nota aún que está en plena recuperación del proceso vírico que le tuvo todo el verano en el dique seco.

Comenzó el de Zaratamo con mando en el luminoso. Pero Joseba no perdió pie. El 3-0 inicial, muy bien llevado por el representante de Asegarce, no supuso un golpe en el mascarón de proa de Ezkurdia. No es un molino de viento. La reacción fue tan violenta como inopinada. Mikel, estupendo en la brega del principio, se vio desmoronado por el saque de su contrincante, al que imprimió velocidad. El azul saboreó una remontada que cimentó el triunfo final. Estupendo en defensa, rápido de piernas, mandón a bote, en un clínic sobre la jaula, el navarro conquistó el frontón Bizkaia. Se puso 3-8 de un tirón y se acodó 4-14 y 7-17. Dos zarpazos. Arrollador.

La distancia espoleó a un Urrutikoetxea más agresivo. Era o eso o la nada. No había nada más que perder. El vizcaino tomó el mando con colmillo, tratando de hacer del saque-remate y las voleas al txoko sus mejores armas. Algo similar sucedió en la final de 2015, en la que remontó un 10-20 a Martínez de Irujo. Pero esta vez no acabó por terminar la cosecha. Mikel consiguió atropellar a su rival y se acercó 15-19. Y Ezkurdia soñó. No se arrugó. Un resto de aire le impulsó, sufrió y terminó con un dos paredes. Retomó el timón y no dejó de crecer. Vale por una final del Cuatro y Medio. Por ahora.