Bilbao - Unos 27 o 28 minutos iniciales en los que el Bilbao Basket, enérgico y revoltoso, aguantó desafiante la mirada a uno de los grandes favoritos para levantar el cetro de la Eurocup y una bajada de telón en el acto final en el que los hombres de negro acabaron entregados, arrollados, enarbolando bandera blanca en defensa y sin recursos más allá del triple en la parcela atacante. Así puede resumirse el duelo de ayer ante el Lokomotiv Kuban. Sin absolutamente nada en juego en lo que a la clasificación se refiere, Veljko Mrsic y los suyos quisieron afrontar el duelo con aplomo y seriedad para dar continuidad a su mejora de sensaciones y resultados de las dos últimas citas. Lo lograron a medias, prácticamente durante tres cuartos, con fases brillantes y meritorias y otras, con viento en contra, en las que su resistencia ante un rival superior en cuanto a físico, calidad y fondo de armario fue meritoria. Pero los últimos 11-12 minutos dejaron un regusto amargo en la grada de Miribilla. También en el técnico croata, visiblemente contrariado por el rendimiento de sus pupilos en esos compases finales en los que los rusos jugaron a placer.
Pasar del empate a 54 en el ecuador del tercer cuarto al 69-91 final, parcial de 15-37, explica a la perfección la diferencia de velocidades y armamento entre ambas escuadras en esa franja de la contienda en la que los hombres de negro convirtieron sus ataques en una sucesión casi obscena de triples sin que la bola entrara en la zona. Por contra, en defensa los anfitriones se vieron incapaces de hacer frente a tanto armamento. Si protegían su pintura, los fusileros Chris Babb, Ryan Broekhoff y Trevor Lacey percutían desde la línea de tres puntos; si adelantaban líneas, Joe Ragland encontraba una autopista hasta el aro. Ante la abismal diferencia de recursos, opositar a la victoria era muy complicado, por lo que el Bilbao Basket deberá quedarse con su rumbosa y autoritaria imagen inicial, con el buen primer tiempo de Dejan Todorovic en ataque y con el regreso a pista de Pere Tomàs, que permitirá ampliar el fondo de armario de cara a la visita del sábado a Andorra a falta de conocer si Jonathan Tabu estará en disposición de alistarse.
El conjunto anfitrión arrancó muy en serio el encuentro. Compareció rebosante de energía, defendiendo de manera excelente y cargando el rebote ofensivo con contundencia, y suyas fueron las primeras rentas ante un rival que amaneció a medio gas. Con Javi Salgado dirigiendo con solvencia, Todorovic sacando a relucir su muñeca y Devin Thomas activo en las distancias cortas, los de Mrsic dibujaron un fantástico 18-9. Al Lokomotiv Kuban se le veía incómodo. Falló los siete lanzamientos de dos puntos que intentó en los diez primeros minutos, pero tiró de calidad para sujetarse sobre el alambre de la mano de los tiros libres y, sobre todo, de la habilidad de Broekhoff y Lacey para atinar desde la distancia triple. Los visitantes llegaron al primer parón con un 23-20 tras un 2-8 y poco a poco entraron en calor. El Bilbao Basket mantuvo cortas ventajas amparado en el acierto de Todorovic, autor de 15 puntos al descanso, pero el conjunto de Krasnodar fue poco a poco haciéndose con el control del duelo. En el momento en el que tiró de físico, adelantó líneas y empezó a meter cuerpo y manos en defensa, a los hombres de negro se les empezó a hacer cada vez más difícil levantar tiros. Por contra, Lacey comenzó a encontrar vías de agua en la retaguardia rival. El 33-34 a 4:47 del ecuador suponía la primera renta rusa ante un conjunto vizcaino que ya no fluía y lo mismo se atascaba que caía en la precipitación.
Cara y cruz El 39-42 dejaba todo abierto de cara a la segunda mitad. Y la salida de vestuarios de los hombres de negro fue toda una invitación al optimismo. Rearmados en la parcela defensiva y con oportunidades para correr, los de Mrsic partieron con un 10-1, obligando al Lokomotiv Kuban a frenar el choque (49-43 a 6:40 de la conclusión del tercer cuarto). La llamada al orden en las tropas rusas surtió efecto. Ante su mayor efusividad defensiva, el Bilbao Basket volvió a verse atascado, frenado en seco. Los visitantes fueron imponiendo su mayor físico y fondo de armario y con Broekhoff, Collins, Babb y Ragland en estado de gracia el luminoso mutó a un adverso 57-64 a diez minutos del final, con cabreo gordo de Mrsic incluido (Thomas se tragó una sonora bronca y el croata optó por Vucetic en el acto final) ante los despistes defensivos de los suyos. El acto final se inauguró con la primera desventaja bilbaina de dos dígitos (57-67) y, pese a los intentos de los anfitriones para seguir caminando sobre el alambre, su defensa era ya incapaz de frenar la calidad ofensiva de un rival capaz de encontrar o bien al tirador liberado o de explotar vías de penetración hacia el aro. Y con el Lokomotiv Kuban poniendo pies en polvorosa, los hombres de negro tuvieron que conformarse con la honrilla de haber sido capaces de tutear durante esos 27 o 28 minutos a un rival armado para llegar muy lejos en esta Eurocup. Eso sí, el rendimiento de los diez minutos finales, abusando descaradamente del triple y sin ningún filo en la retaguardia, dejó un regusto de contrariedad en la grada de Miribilla.