Bilbao - Fue como retroceder diez años en el tiempo, como regresar a la época de La Casilla, aquella en la que él, Javi Salgado, gobernaba con puño de hierro y mano de seda todo lo que acontecía en cancha, haciendo felices a sus compañeros con su maestría sirviendo el catering en las continuaciones y sacando de quicio a los rivales con su certero punto de mira y su arte para resolver posesiones coqueteando con la bocina. Hasta el público, entregado a la causa a las duras y a las maduras, enérgico y efervescente, sabedor de que su papel hoy en día es fundamental para sacar los partidos adelante, ayudó en ese regreso a tiempos pretéritos, aquellos en los que todo se miraba con optimismo porque todo estaba por conquistar. El de Santutxu, que durante mucho tiempo ha aguantado sin rechistar verse relegado al fondo del banquillo dentro de un sistema que no le convenía, está sabiendo aprovechar los minutos derivados de la lesión de Jonathan Tabu y ayer fue pieza fundamental en la trabajada victoria del Bilbao Basket ante el Movistar Estudiantes, un resultado que aporta tranquilidad y mucho aire al nuevo libro de estilo que está intentando inocular Veljko Mrsic a sus pupilos y distancia la zona de descenso a dos partidos.

Puede que Salgado no esté para dirigir esquemas que obliguen a actuar constantemente a toque de corneta, pero si lo que se pretende es actuar al paso, alargar ataques para que rocen los 24 segundos, elaborar las acciones para que los partidos no se conviertan en correcalles desordenados, el de Santutxu aún tiene mucho que decir. Como muestra, la matinal de ayer. En un encuentro que arrancó de manera negativa para los hombres de negro, con los visitantes fabricando tempraneras rentas de dos dígitos merced a su tino desde la larga distancia, el director de juego vizcaino aportó el acierto y la elaboración de juego necesarias para, primero, mantener a flote a los suyos y, después, ponerles en órbita y cerrar el partido con un parcial de 17-5 salido de su batuta. Triples rozando el límite de la posesión, sabiduría a la hora de mover la bola, notable maridaje con Devin Thomas a la hora de jugar el pick&roll... Con Salgado como maestro de ceremonias y Dejan Todorovic como brazo ejecutor -13 de sus 19 puntos llegaron en el último cuarto-, el conjunto vizcaino supo remontar un choque en el que casi siempre fue a remolque y que en más de una ocasión coqueteó con filtrarse entre sus dedos, sobre todo cuando Sylven Landesberg entró en trance en el tercer cuarto para amagar con romperlo. Pero los anfitriones jugaron con seriedad y entereza, resistieron en los malos momentos y cuando vieron la posibilidad de lanzarse a la yugular de un rival demasiado empeñado en percutir desde la línea de 6,75 -40 triples lanzó Estudiantes por solo 22 tiros de dos puntos- lo hicieron sin dudar. Salgado y Todorovic -Mrsic les mantuvo en pista todo el último cuarto- centraron los elogios, pero a su alrededor orbitaron un Thomas que demostró que puede ser aprovechable en las continuaciones, un Ricardo Fischer punzante a la hora de penetrar a canasta y un Lucio Redivo negado desde el triple, pero luchador y vertical a la hora de activar el galope.

No hubo que esperar mucho para conocer de primera mano la declaración de intenciones de Estudiantes, que arrancó la contienda percutiendo desde la línea de 6,75 ante la más mínima oportunidad. Y así, con Suton, Cvetkovic y Cook anotando, las primeras ventajas sonrieron a los visitantes, ya que, además, las pérdidas de balón volvieron a frenar a los hombres de negro, de los que tiraba la muñeca de Todorovic. Pero no era suficiente. Los de Maldonado encontraron un ecosistema muy favorable a sus intereses, empezaron a mover la bola con mucha soltura y supieron aprovechar la entrada en escena de Landesberg para firmar un parcial de 1-14 y amenazar con romper la contienda (15-24). Las siete pérdidas en los diez minutos iniciales eran muy dañinas para los intereses de los de Mrsic, quienes con el segundo cuarto ya en juego llegaron a verse once puntos por detrás (15-26). Pero no cundió el pánico. Con Salgado al mando, el Bilbao Basket encontró orden y equilibrio en su juego ofensivo. Jugando largo y pausado, patrones en los que el de Santutxu es un maestro, los anfitriones renacieron en un abrir y cerrar de ojos. Dos triples de Salgado, ambos sobre el límite de la posesión, dispararon a un equipo que, además, creció en defensa con la aportación de Axel Hervelle y Shane Hammink. Un magnífico parcial de 13-2 colocó el empate a 28 a cinco minutos del descanso. Estudiantes resistió gracias a los triples y los anfitriones, con Fischer encontrando un filón en la débil defensa de Cook, que le dejaba interesantes vías de penetración, no fueron capaces de tomar la delantera, pero alcanzaron el ecuador de la contienda con un esperanzador 36-39.

Un espídico regreso de vestuarios de los hombres de negro, con Fischer y Redivo galopando hacia el aro, les permitió gobernar el luminoso por primera vez (41-39), pero Landesberg no tardó en revolucionar la situación. El estadounidense metió doce puntos en un abrir y cerrar de ojos y el 44-53 a cinco minutos de la conclusión del tercer cuarto volvió a meter en problemas al Bilbao Basket. Sin embargo, los de Mrsic se aferraron al duelo con uñas y dientes, con más garra que brillantez, y consiguieron llegar a los diez minutos finales con un 56-60 que dejaba el choque abierto. La cuarta falta de Landesberg hizo daño a los de Maldonado, mientras que Todorovic entró en ebullición para equilibrar la balanza. El 70-72 supuso la última ventaja visitante. A partir de ahí, el Bilbao Basket fue un huracán. Deki volvió a recordar al del arranque de curso, Salgado se adueñó del balón y el duelo acabó con un canastón suyo. Como en los viejos tiempos...