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Un equipo atemorizado

Tras desaprovechar la oportunidad de romper el partido en el primer cuarto, el Bilbao Basket vuelve a ofrecer su peor versión y cae con estrépito ante el Lietuvos Rytas

Un equipo atemorizadoReportaje fotográfico: José Mari Martínez

Bilbao - El Bilbao Basket es, a día de hoy, un equipo absolutamente atemorizado. El paso hacia adelante que se dio el pasado domingo pese a la derrota ante el Valencia Basket en cuanto a intensidad, dureza y coraje se convirtió ayer en dos saltos hacia atrás con otra derrota continental contundente, brutalmente dañina para la línea de flotación de un equipo bisoño, endeble, carente de coraza mental para soportar las acometidas del rival. El conjunto vizcaino se viene abajo con el primer soplido. Su modus operandi, no ya en cuanto al colectivo sino incluso en lo referente al rendimiento individual, carece de la más mínima continuidad. Lo mismo enlaza minutos de buen juego que amagan con ponerle en órbita en el luminoso (22-13 a puntos de acabar el primer cuarto) que se cortocircuita con el más mínimo error (parcial de 3-23 cuando mandaba por 61-57). Y claro, así no hay manera de avanzar. El Lietuvos Rytas aprovechó el río revuelto y, liderado por un magistral Chris Kramer, amo y señor de todo lo que aconteció en cancha, salió vencedor sin mayores problemas.

Los hombres de negro jugaron ayer absolutamente cohibidos, encogidos. La acumulación de derrotas ha acabado por componer un grupo humano inmerso en un círculo vicioso. Quiere, no puede, se desespera. Lo intenta, falla y le entra el tembleque. Y si el público pierde la paciencia y, como ayer, el runrún de las críticas se deja sentir durante buena parte de la cita, la espiral negativa se hace más profunda. Y en esas están ahora los de Carles Duran, señalado por parte de la afición de Miribilla, luchando contra el rival de turno y también contra los fantasmas de su mente, haciendo frente a contrincantes y a sus propios miedos. Y este equipo no tiene, por lo menos aún, cuajo como para hacer frente a tanta adversidad. Y lo malo es que la medicina contra este mal no es otro que ganar. No hay más.

Y eso que en el amanecer de la contienda fue el Bilbao Basket el que compareció más compacto. Suyo fue el control del luminoso, con Dejan Todorovic jugando muy fácil en ataque, pero las pérdidas impidieron a los de Duran, bien coordinados en la retaguardia, firmar rentas de dos dígitos. Y eso que los hombres de negro encontraron con tino la gran debilidad de la zaga lituana y los balones a Álex Mumbrú para que martirizara en el poste a Peterson se convirtieron en puntos sencillos. Tuvieron los anfitriones sendas ventajas de nueve puntos (20-11 y 22-13) pero no las aprovecharon para marcar territorio ante un Lietuvos timorato. Y lo pagaron. Una pérdida de Shane Hammink con posterior antideportiva del holandés con balón bilbaino y ocho segundos por disputarse cerró el acto inaugural con 22-17 y las cosas no tardaron en ir a peor. Fue entrar Ricardo Fischer en pista -cinco pérdidas al descanso- y el equipo se diluyó como un azucarillo. Del 29-23 tras canasta de Mickell Gladness se pasó a un 32-40 en un abrir y cerrar de ojos (sonoro parcial de 3-17) y el público del Bilbao Arena hizo notar su disconformidad con lo que acontecía en cancha. Pitos (y petición de activación de Javi Salgado) para un equipo en el que el base brasileño emulaba a Hammink con pérdida y otra antideportiva y balones extraviados que los de Kurtinaitis convertían en canastas sencillísimas de la mano de Giedraitis, Kramer o Baron. Fue Hammink el que cortó la sangría con un triple, mientras que dos conexiones entre Mumbrú y Gladness, finalizadas por el estadounidense con dos mates, evitaban que la sangre llegara al río y dibujaban un marcador de 39-42 en el ecuador de la contienda.

Remar contra la corriente Tocaba remar de nuevo contra la corriente. Y las primeras paladas fueron certeras y contundentes, ya que los anfitriones enlazaron un parcial de 9-2 en poco más de un minuto para retomar el control del duelo (48-44), pero lo que Mumbrú, dominador, generaba en un lado Kramer, perfecto llevando a Jonathan Tabu al poste y sacando a relucir su muñeca con los triples frontales, lo devolvía en el otro lado. Y con propina. Fue desaparecer el capitán y Gladness de la cancha y el conjunto vizcaino volvió a entrar en barrena, en otro bache oscuro y profundo. El equipo que dominaba 61-57 sin demasiados apuros pasó a encajar un 0-14 que le sacó totalmente de rueda, con Kramer y Echodas jugando a sus anchas. Con el 61-71 el público volvió a mostrar su disconformidad con lo que acontecía en cancha y el 64-73 a diez minutos del final no invitaba al optimismo. Y cuando más falta hacía reaccionar, el último acto arrancó con un mate de Giedraitis, un triple que no tocó aro de Mumbrú y una bandeja de Kramer. Duran solo tardó 50 segundos en pedir tiempo muerto pues el 64-80 encendía todas las alarmas. Con el constante runrún en la grada, el equipo era un manojo de nervios, horrible ecosistema si se quería aspirar a una remontada que no estuvo ni cerca de producirse. Los de Kurtinaitis alcanzaron una distancia de seguridad de 16 puntos (64-80) y ya no hubo vuelta atrás. Solo quedaba intentar defender el average, aunque hora mismo pensar en la siguiente ronda era una quimera, y ni a eso pudo aspirar un equipo absolutamente atemorizado.