cuando Bilbao aún dormía, ayer en una fresca jornada dominical, una legión de fieles mendizales se agolpó a primera hora de la mañana en la Gran Vía. Desafiando a la espesa niebla que envolvía el botxo, más de 7.000 personas, -según confirmó la organización-, pertrechadas con equipación de montaña, pusieron rumbo a la cima del Pagasarri con motivo de la tradicional subida al monte más popular de Bilbao, cuyos inicios se remontan al año 1912.

La XXVI edición de la Marcha BBK al Pagasarri arrancó junto a la sede corporativa del grupo financiero y la Diputación. Por delante, una decena de kilómetros para las piernas. El recorrido diseñado por los organizadores volvió a ser apto para toda la familia y una gran mayoría lo finalizó en poco más de dos horas. No obstante aunque la hora fijada para iniciar la marcha estaba prevista para las 9.00 de la mañana, muchos fueron los que iniciaron la ascensión antes. Este fue el caso de Juan Pérez, de Galdakao. “He empezado a subir a las 8.00 de la mañana desde Iberdrola porque luego se junta mucha gente en la cima”, confirmó dos horas más tarde, ya de vuelta a casa cuando el grueso de la expedición enfilaba las primeras rampas. “En la cima está despejado. Hace una mañana preciosa y ya hay mucha gente arriba. En el bar casi no había sitio para tomar un café”, señaló satisfecho tras haber alcanzado la cima y su objetivo. Y para demostrar que no iba de farol lo corroboró con unas instantáneas tomadas a las nueve y media en la cumbre. Un sol espléndido aguardaba a los mendizales, aunque la niebla se empeñase en posponerlo un rato.

Previamente, la marea humana atravesó el Casco Viejo, pasó junto a la iglesia de La Merced, La Naja, Conde Mirasol, la plaza Saralegi, Miribilla, San Adrián e inició la ascensión junto a la sede de Iberdrola o por Larraskitu. Y es que al igual que todos los caminos llegan a Roma, el Pagasarri tiene senderos donde escoger. Así, algunos bordearon la falda del Arnotegi y otros siguieron diferentes rutas para llegar al collado de Gangoiti y la pista de La Teja hasta salir a la cresta del Ganeta.

Lo que no faltó en ningún momento fue un gran ambiente festivo, donde la presencia de familias, mascotas y cuadrillas fue parte del paisaje. Y, por supuesto, la edad no fue un impedimento. Gente experimentada y aficionados, mayores y jóvenes, e incluso padres y madres haciendo de porteadores de bebés se intercalaban entre la marea humana que serpenteó las laderas del monte. “No faltamos ni un año. Es una tradición navideña y es un plan estupendo. Además nos encanta colaborar”, indicó Lola, que junto a un grupo de amigos procedentes de Leioa, Portugalete y Bilbao encaró los primeros repechos con decisión. Tampoco faltaron aquellos que quisieron compartir la jornada con su mascota. “Zortzi siempre nos acompaña. Aunque está ciego no se pierde una y tira para arriba como el que más”, destacaron Juanjo y César, los adultos encargados de conducir a una prole de jóvenes mendizales de Mamariga hasta la cima. “Nos gusta mucho la montaña y las cuevas”, indicaron Zunbeltz, Lier, Nahia y Aritz, compañeros de colegio de 9 años de edad.

SOL EN LA CIMA Aunque a primera hora de la mañana la jornada no era muy halagüeña, en cuanto a lo meteorología se refiere, al final el sol se impuso a la niebla y los mendizales pudieron disfrutar de una jornada espléndida con unas vistas inmejorables de la capital vizcaina desde la cumbre. Como recompensa al esfuerzo, todos aquellos que alcanzaron la cima degustaron el tradicional hamaiketako que ofreció la organización, compuesto por caldo, bocadillos, agua y vino.

Sobre esta línea, uno de los aspectos más destacables de la edición de este año es que el dinero recaudado se destinará a la repoblación de áreas boscosas de Bizkaia. Esta iniciativa, puesta en marcha por la BBK y la Fundación Lurgaia, se enmarca en el proyecto Basoa, que consiste en la plantación de un árbol por cada persona que se inscriba en la subida. La instalación de los ejemplares autóctonos, entre los que destacan robles, hayas, fresnos y abedules, “se llevará a cabo en acciones organizadas con esa finalidad más adelante”, señalan desde la organización.

“En otras ediciones había un regalo como estímulo a la participación pero este año la idea es plantar un árbol. Que la gente renuncie al regalo es la leche. Demuestra gran generosidad y conciencia porque es algo que no se pueden llevar a casa”, destacó Juanjo San Sebastián, alma máter de esta cita, quien se mostró “satisfecho” por el transcurso de esta edición. “La gente se lo ha pasado muy bien. Es una gozada”, indicó San Sebastián.

Uno de los elementos que demuestran ese espíritu de solidaridad e ilusión que caracterizan a esta tradicional cita se pudo comprobar con la ascensión que llevaron a cabo integrantes de Azeri, natura guztiontzat. Se trata de una entidad de educadores ambientales que desempeñan su labor de forma inclusiva. Así, por medio de la silla adaptada Jolette acompañaron a una persona con diversidad funcional hasta la cima. “Para ellos es una jornada diferente”, explicó Javi, uno de los integrantes.