Bilbao - No pintaban las cosas nada bien para el RETAbet Bilbao Basket cuando, a 8:32 de la conclusión del choque en el Mercedes Benz Arena, Akeem Vargas, aprovechando un rebote ofensivo, colocaba el 75-69 en el luminoso. Los hombres de negro, que se habían rehecho tras un horrible acto inaugural en el que el Alba Berlín se fajó con mucho más ardor y deseo, querían pero no podían. Parecían llegar siempre una milésima tarde a todos los balones. Mantenían la verticalidad, pero no conseguían asegurar el paso. Dos ejemplos. Con 65-64 a dos minutos de la conclusión del tercer acto, desaprovecharon cuatro oportunidades en el mismo ataque para adelantarse en el marcador, regalo que Peyton Siva castigó con un triple; acto seguido, tras canasta de Buva, el Bilbao Basket defendía un 68-66 que no era en absoluto malo para cerrar el cuarto cuando Dejan Todorovic tocó un balón que se marchaba mansamente fuera y favorecía a los visitantes, lo que el rival aprovechó de la mano de Dragan Milosavljevic para sumar tres puntos más.
Parecía que no iba a ser la noche de los de Carles Duran, que una cita vital para su futuro continental iba a acabar marchándose por el desagüe dejando al cuadro vizcaino prácticamente fuera de la Eurocup. Las sensaciones no invitaban al optimismo, por eso esa canasta de Vargas, pese a abrir solo una brecha negativa de seis puntos, pintaba un panorama tan negativo. Pero ocurrió que los visitantes dieron lo mejor de sí mismos precisamente cuando peor pintaba el asunto. Merced a un esfuerzo titánico, el RETAbet Bilbao Basket cerró a cal y canto su aro secando las hasta entonces solventes vías de suministro de los de Ahmet Çaki -fantásticos Axel Hervelle y Buva sacando de plano al tremendo Elmedin Kikanovic, sensacionales Miha Lapornik, Tobias Borg y Álex Mumbrú cerrando las vías de penetración, un calvario hasta entonces-. Hasta tal punto llegó la efervescencia de su retaguardia que durante los seis siguientes minutos los anfitriones solo sumaron un triple de Engin Atsur, mientras que los hombres de negro se desataban espoleados por la entonadísima muñeca de Lapornik, con once puntos casi seguidos para acabar con 18, y la brutal labor de Buva debajo del aro germano, reboteando los fallos de sus compañeros y depositando con finura la bola en la red. Merced a ese parcial de 3-18 en seis minutos de magnífico baloncesto, el equipo vizcaino coqueteó incluso con la posibilidad de recuperar el average (78-87 a 2:29 del final), pero al final le pudo su exceso de celo y tuvo que conformarse con atar la victoria, un resultado que no quedó candado del todo hasta que Lapi, quién si no, metió el tiro libre decisivo a dos segundos del final.
El Bilbao Basket tardó diez minutos en comprender dónde hay que poner el nivel físico en un duelo de competición europea, donde el rasero arbitral siempre es distinto que en la ACB, y estuvo cerca de pagarlo caro. En el acto inicial, el Alba, pese a no poder contar con Dominique Johnson y Tony Gaffney, fue dueño y señor del partido porque su plan le salió perfecto. Presión constante y agresiva a la subida de balón bilbaina, Vargas pegado como una lapa a Scott Bamforth, balones constantes a Kikanovic en la pintura y penetraciones del sorprendente Niels Giffey para acabar en cómodas bandejas. El 28-19 a la conclusión del primer cuarto dibujaba un horizonte oscuro, pero el panorama no tardó en cambiar. La entrada en escena de Dejan Todorovic, más multidisciplinar que nunca en la noche de ayer, el dominio de Eric en las distancias cortas y los buenos minutos de Borg revitalizaron a un equipo hasta entonces demasiado plano en el que solo las ganas y el tino de Borja Mendia habían añadido algo de pimienta al asunto. Los visitantes llegaron a adelantarse 34-35 a cinco minutos del descanso y aunque el Alba volvió a recuperar el timón de la mano de Kikanovic y Milosavljevic, ambos un dolor de muelas, los anfitriones ya no podían actuar con tanta alegría.
El 46-44 al descanso apuntaba a desenlace nivelado, a un toma y daca con respuestas inmediatas por parte de ambos equipos. Sin embargo, las constantes vitales del partido parecían más dispuestas a sonreír a los locales. El Bilbao Basket amagaba pero no terminaba de pegar. Siempre parecía un pasito por detrás, una milésima tarde. No atinaba y el Alba le castigaba. Por eso pintaban bastos con el 75-69 a 8:33 de la bocina, pero los de Duran no habían dicho su última palabra y acabaron gritando, alto y claro, su intención de no dar por perdida la Eurocup.