ES difícil no romper a llorar después de todo lo que he pasado en la vida y todo lo que he pasado en el último año”, aseguro en la noche del martes Travis Stevens (Bellevue, 1986) tras bajarse del podio. El estadounidense estallaba de alegría tras colgarse la medalla de plata en la categoría de menos de 81 kilos. No era para menos. Hace tan solo un año solo pensaba en salvar su pierna y ahora es subcampeón olímpico.
Kazajistán fue escenario del inicio del infierno para él. Allí se disputaba el Mundial de yudo hace exactamente doce meses y Stevens era uno de los favoritos al título tras llegar a la cita como número cinco del ranking mundial. Arrastraba problemas en la rodilla, pero tomó la decisión de participar. No era consciente de las consecuencias que acarrearía aquella decisión. Tras tres combates ganados, el norteamericano tuvo que abandonar la competición tras agravarse su lesión en la articulación. Cada vez que saltaba al tatami era un sufrimiento para él y prefirió decir adiós a pesar de tener muchas opciones de ganar. Pero lo peor estaba todavía por llegar. La pierna de Stevens se había hinchado hasta el punto de adquirir el doble de su tamaño. Sin embargo, no fue hasta su vuelta a Estados Unidos cuando los médicos se dieron cuenta de la gravedad de la lesión. Lo hicieron a tiempo. Dos días más y el yudoca habría perdido su pierna derecha. Había forzado demasiado la rodilla y esto derivó en una infección que pasó del músculo a la piel y de ahí a la sangre. Una simple lesión había originado un verdadero problema que, afortunadamente, fue resuelto a tiempo. Tras una complicada operación, Stevens tardó muchas semanas en recuperarse. Antes de viajar a Río de Janeiro, recordó su etapa en el hospital como la más dura de su vida. “Sentí miedo”, reconoció.
“El trabajo siempre vale la pena” La vida de este yudoca cambió por completo tras su estancia en el hospital. “Veo las cosas de distinta manera”, aseguró. Lo cierto es que tras el incidente, todo hacía indicar que no podría volver a competir. La operación había dejado demasiadas secuelas en la pierna del estadounidense. Sin embargo, solo un año después, se ha colgado la medalla de plata. El camino hasta volver a competir no ha sido nada fácil. Así lo reconocía el protagonista al bajarse del podio entre lágrimas: “En el momento de la lesión cuestioné para qué servía todo el esfuerzo realizado durante años, pero ahora sé que el trabajo siempre vale la pena”.
Su recorrido en Río tampoco ha sido nada fácil. Comenzó la andadura olímpica con muchas dudas, pero poco a poco fue subiendo el ritmo de competición. En semifinales derrotó al georgiano Avtandili Itchrikishvili. Pero en la lucha por el oro, no consiguió batir a Khasan Khalmurzaev. El ruso pasó por encima de Stevens en un combate muy decidido desde el comienzo.
La última derrota no hizo a Stevens perder la sonrisa. Está feliz. Vuelve a estar en su mejor nivel, y esto le llena de ilusión. La medalla en los Juegos Olímpicos es el mejor resultado de toda su carrera deportiva y sabe que tras haber pasado por una intervención como la suya no es fácil lograr estar en la élite. “Es un sueño para mí”, afirmó con la medalla de plata colgada en el cuello.
La carrera deportiva de Stevens siempre ha estado plagada de éxitos. Ha conseguido medalla siempre que ha participado en los Juegos Panamericanos y se llevó diploma en las dos citas olímpicas anteriores en las que compitió: Londres y Pekín. Es el número cinco del mundo en su categoría y el primero de su país. Ahora, además, entra en la historia de Estados Unidos. Es el primer estadounidense en ganar un metal en yudo desde 2004. Este deporte es uno de los pocos que se les resisten a los yanquis. Ninguno ha logrado ganar el oro olímpico en esta disciplina y solo una mujer ha conseguido hacerlo en toda su historia. Lo hizo Kayla Harrison en los Juegos de Londres en 2012.
Cuatro años después, todas las miradas estaban puestas en Stevens para romper la maldición en la modalidad masculina pero se ha tenido que conformar con un segundo puesto, muy aplaudido por sus compatriotas dadas las circunstancias.