EL Dominion Bilbao Basket ha jugado 52 partidos en tres competiciones esta temporada, la tercera más densa de toda su historia, de los que ha ganado 28. Pudieron ser 29, pero una acción de las que suceden una vez entre un millón ha cambiado la manera de verla. Ese triple de Joan Sastre sacó al equipo del play-off, esa frontera que en la Liga Endesa separa el grano y la paja después de 34 jornadas. Ese lapso de menos de tres segundos desde que el balón salió de las manos del alero del CAI Zaragoza hasta que, inesperadamente, entró en el aro ha llevado a afirmar que los hombres de negro no merecían acabar entre los ocho mejores por su irregular campaña, pero antes de eso el Bilbao Basket estaba en las eliminatorias por el título con los mismos méritos.

Ya se sabe que en el deporte la línea entre lo que se llama éxito y lo que se llama fracaso es muchas veces inapreciable. Al borde de esa línea llegó el Bilbao Basket con virtudes muy marcadas que le pusieron cerca de lograr cosas importantes y con defectos también muy acusados que arruinaron esas expectativas, hasta en el último partido. Esa ciclotimia, ese pasar del todo a la nada, ese hacer más cuando menos gente había, es lo más desconcertante del ejercicio y quizás ni los números lo puedan explicar.

En el segundo curso de Sito Alonso, el Bilbao Basket ha anotado solo dos décimas menos que en el primero (77,8 por 78), pero en una temporada en la que se ha metido más puntos en la competición ha salido penalizado. Porque ha pasado de tener la cuarta mejor defensa, recibiendo 76 puntos por partido, a la décima, con 80,1 en contra. El equipo ha sido más vulnerable, ha cometido cuatro faltas más por partido y ha tenido problemas para dominar el rebote. Ha carecido de esa chispa de explosividad para cerrar espacios y llegar a las ayudas y eso ha provocado que un 25% de los puntos de sus rivales hayan llegado desde el tiro libre y en no pocas ocasiones en segundos finales de posesión para arruinar todo el trabajo anterior.

En ataque, la temporada ha dejado la impresión de que el Bilbao Basket ha abusado del triple, pero solo ha lanzado 28 más que el año pasado y lo ha hecho con mejor porcentaje. También ha acertado más desde el tiro libre, pero le ha lastrado su escaso 51% en tiros de dos puntos, el decimotercero de la liga. En el curso anterior, Marko Todorovic y Latavious Williams fueron primero y tercero en porcentaje, muy por arriba del 60%. En el actual, Bogris ha llegado al 58%, con muchos tiros en zonas intermedias, pero Begic se ha quedado en el 50%. Dentro de la pintura también se ha notado esa falta de explosividad y de dureza, lo que ha provocado que el juego ofensivo se haya volcado en la batería exterior.

Mumbrú, Hannah y Bertans han sido los máximos anotadores, por encima de los diez puntos de media, y los que más lanzamientos han asumido de dos, triples y tiros libres. Así que sus rachas de acierto han marcado la trayectoria del equipo. El letón ha visto caer su acierto desde los 6,75 metros del 41% al 34% y el capitán ha tirado siempre del carro, aunque también ha pagado el desgaste. Caso especial es el de Clevin Hannah, sobre el que siempre ha pesado la sombra de Quino Colom, que la campaña anterior mandaba y decidía. El estadounidense ha hecho aquello para lo que se le trajo: jugando cinco minutos más que en el Joventut, ha metido dos puntos más, ha dado una asistencia más, ha subido su porcentaje en triples y ha robado más balones. Cuando ha metido diez o más puntos, el Bilbao Basket ha ganado 17 partidos. Probablemente, en la gestión de los finales de partido que se han escapado no toda la responsabilidad ha sido suya.

Del Joventut llegó también Álex Suárez, un jugador que ha dejado la sensación de no haber aportado lo suficiente. Sin embargo, el mallorquín deja unos datos curiosos. Hasta la mitad del curso, tuvo muchos minutos en cancha y cuando jugó más de 20, el equipo bilbaino logró 11 triunfos y 3 derrotas. Luego, su progresión se paró y Hervelle recuperó su sitio, con un gran 43% en triples. Pero esta aportación del cuatro abierto perdió peso con el paso de las jornadas y en el último mes el Bilbao Basket se quedó sin espacios en la zona y sin energía en la cabeza para entender la nueva situación que se provocó con la llegada de Marko Todorovic.