Gasteiz - “Beñat se tiene que dejar de obsesionar. Partidos como este va a jugar 50.000”, dice Juan Martínez de Irujo, manos a la espalda, cuerpo ligeramente ladeado a la derecha, mientras responde en el Ogueta a las preguntas acerca de la presión que puede soportar su compañero, Beñat Rezusta, de cara a un encuentro como el del domingo. Vital. Una semifinal pura y dura. En juego está la final del Parejas tras cuatro meses de traqueteo. Relata el delantero de Ibero, corneado por la tensión en multitud de ocasiones, capeador de temporales, mariposas en el estómago y batallas excelsas, que no es el partido “más importante” de la vida del bergararra, que hay “cosas fuera de la pelota” con mucho más poso y que tiene que obviar todo eso que se dice, que si la responsabilidad, la presión o los lugares comunes en los deportes. Y, recuerda que, a Untoria, campeón y debutante como titular, una rara avis, también le debería “pesar”.
La presión y el favoritismo son losas eternas que se arrastran en el retrovisor de los deportistas. Que si uno tiene más que perder que otro, que si otro es más inexperto y maneja peor los tiempos, que la tensión puede ser clave, son preguntas sin respuesta que se enraizan tan dentro de los partidos importantes como en los protagonistas, los pelotaris, tan especiales bajo el haz de luz de los foco, cada uno cincelado a su manera. Pues bien, analizado el envite del domingo en el Ogueta, donde se cuadrarán Bengoetxea VI-Untoria y Martínez de Irujo-Rezusta, una de las pocas certezas es que el guardaespaldas riojano ha vivido, prácticamente, en una eterna final desde el curso pasado: desde que tomó el puesto de Andoni Aretxabaleta y peleó en su nombre, huyendo hacia adelante, hasta que el markinarra le dejó el puesto de forma definitiva. Un gran Oinatz fue su faro hacia la txapela.
En medio de aquel desempeño, se erige en la memoria la figura totémica del envite de cuartos de final en el frontón Uranzu de Irun. Se enfrentaron los a la postre campeones contra Martínez de Irujo y Barriola. No hubo presión que frenara a Oinatz en el mejor partido de su vida, aunque peleaban a la contra porque a sus adversarios ni siquiera les hacía falta llegar al 22. Fue un destrozo.
La presión, como todo, se ve distinta según lo que suceda después. Cuenta Rezusta, el zaguero de mayor pegada del campeonato, que no quedó a gusto en el Astelena. Eso puede ser una fisura, pero que “no me quedé contento, pero el triunfo ayuda”. El consejo que le da Irujo es que “disfrute”. “Si uno disfruta jugando y no sufre, quiere decir que está haciendo las cosas bien, que no se fije en futuros premios y que juegue en la cancha”, revela el de Ibero.
Reconocen ambos que, tras liderar con mano de hierro toda la primera fase del Parejas, quizás no están en su “mejor momento”. “Hemos estado mejor, pero en un campeonato de cuatro meses hay diversos picos de forma para todos los pelotaris. Hay altibajos. Si estamos a un partido de la final, no estamos tan mal. Beñat tiene intacta la chispa y, en mi caso, la historia está en cómo terminar”, concreta Irujo. Aun así, sentencia el delantero de Ibero que “si me dicen al principio del campeonato que nos la jugamos en el último partido, es para estar contento”.
Otro de los que firman este partido es Oinatz Bengoetxea. El actual campeón de la distancia junto con Untoria se encuentra en la encrucijada dulce de poder aspirar a su segunda final consecutiva. “El Parejas es un campeonato largo y duro. Hay que ser bastante constante. Esto es un premio”, reconoce el pelotari de Leitza. Aunque derrotados en sus dos enfrentamientos anteriores ante los bombarderos de Aspe, son conscientes de que “tenemos que aguantar el principio de partido y que no se nos marchen”, como asegura Untoria. El consejo viene de los labios de Rubén Beloki, que es consciente de que, entonces, sería complicado hacer frente a la pólvora de Irujo y Rezusta. Con el marcador apretado, como ante Artola-Albisu, pueden entrar otros factores. Quizás la presión sea uno de ellos.