La gesta del ‘idiota’
La final olímpica de 1.500 metros que encumbró al mítico Sebastian Coe en Moscú’80 cumplió ayer 35 años
la foto, ya legendaria, que plasma el momento en que el británico Sebastian Coe cruza victorioso, con brazos extendidos y ojos desorbitados, la línea de meta en la final olímpica de 1.500 metros en los Juegos Olímpicos de Moscú cumplió ayer 35 años.
El mundo del atletismo asistió aquel 1 de agosto de 1980 a la consagración definitiva del hoy en día candidato a la presidencia de la IAAF, que en aquellos años y en aquella misma carrera sostuvo un apasionante e histórico duelo con su compatriota Steve Ovett. Cuatro días antes había sido derrotado en la final de 800 metros, su verdadera especialidad, por su eterno rival. Coe definió aquella carrera como el peor 800 en sus 20 años de carrera deportiva y su padre, Peter, fue inmisericorde en su expresión: “Ha corrido como un idiota”, llegó a comentar.
Así las cosas, necesitaba angustiosamente una redención. Coe no partía como favorito en la final de 1.500. Ovett llevaba más de tres años sin conocer la derrota en esta última distancia, en una racha que duraba ya 45 carreras. En la cámara de llamadas, la sala donde se congregan los atletas antes de salir a la pista, Ovett quiso mostrarse amable. “Me dijo que cuando terminara todo aquello nos tomaríamos una copa. Yo, que no estaba muy hablador en aquellos momentos, contesté con una especie de gruñido”, recordaba años después Coe.
Las dos primeras vueltas discurrieron a un trote cansino: 61,6 segundos la primera, 63,3 la segunda. Coe se situó a la espalda del alemán Juergen Straub, que, al frente de todos, fue acelerando progresivamente. El grupo se estiró y Coe tuvo el camino libre para atacar a la salida de la última curva. Ovett, con la tranquilidad de tener ya el oro de 800 a buen recaudo, se había puesto a rebufo de Coe con el propósito de batirle en el sprint, pero cuando este puso toda la carne en el asador, no le quedaba casi nada en las piernas. Ni siquiera pudo adelantar a Straub, cuya efigie, intercalada entre los dos grandes, ha quedado indisolublemente ligada a uno de los momentos mágicos del atletismo. Coe, con un gigantesco 254 en la camiseta, extendió los brazos y, con ojos desorbitados, dejó una foto para la historia. Había corrido la última vuelta en 52,2 segundos y terminado en 3:38,40. El nuevo campeón olímpico de 1.500 se arrodilló sobre la pista y se estrujó la cabeza entre las manos para expresar su incredulidad ante una victoria increíblemente fácil. Luego trató de abrazar a Ovett, que apenas si le hizo caso, y por último dio rienda suelta a su alegría en la vuelta de honor.
Coe celebra el 35 aniversario de su histórico triunfo en plena campaña electoral. Con el argumento de su exitosa gestión en los Juegos Olímpicos de Londres’12, cuyo comité organizador presidió, aspira a suceder al senegalés Lamine Diack en la presidencia de la IAAF. El Congreso, reunido en Pekín dentro de tres semanas, decidirá entre él y otro coloso del atletismo, el ucraniano Sergey Bubka. - Efe